Horas antes de subir a la tribuna del Congreso, Mariano Rajoy, el candidato del PP se presentó ante la prensa con una certeza y un deseo. La certeza es que no será investido presidente del Gobierno esta semana. El deseo, que quiere volver a intentarlo.
Tras reunirse este lunes con Pedro Sánchez en el Congreso, el presidente constató definitivamente que no dispone de los votos necesarios para regresar a la Moncloa listo para nombrar un nuevo gabinete. Salvo sorpresa mayúscula, Rajoy obtendrá 180 votos en contra. Los 170 que ha logrado tras pactar con Ciudadanos (que tiene 32) y Coalición Canaria (1) no serían suficientes. Para su desgracia, la sesión de investidura se ha tornado en un ejercicio políticamente previsible, en un debate de reproches mutuos y dos votaciones que no acabarán con el bloqueo institucional que vive España.
Con el resultado claro de antemano, Rajoy y Sánchez tuvieron que responder un día antes de la investidura a una cascada de preguntas sobre el día después. El líder del PSOE dejó todas las puertas abiertas: a considerar a otro candidato del PP con otro programa, a presentarse él o a resignarse a unas nuevas elecciones. "El PSOE estará en la solución", se limitó a decir, tirando de una de sus frases más enigmáticas y que da lugar a todo tipo de especulaciones.
El PSOE no facilitará un Gobierno de Rajoy, el "presidente de un partido imputado", recordó Sánchez en referencia a las múltiples causas por corrupción que el PP tendrá que afrontar en los próximos meses. No lo apoyará incluso aunque el candidato conservador haya llegado a un pacto con Ciudadanos. La nueva versión de Rajoy sigue siendo "conservadora" y "no rectifica elementos nucleares de las leyes de los cuatro años de mayoría absoluta", se justificó.
Comienza la carrera por la nueva candidatura
El presidente en funciones nunca quiso acudir a una investidura a la que no entrase sabiendo que saldría vencedor. Por eso, este lunes insistió en que, tras un previsible naufragio esta semana, él seguirá siendo el candidato.
"Seguiré intentándolo, ahora, después de la primera votación y después de la segunda", avanzó. "Lo seguiré intentando porque es mi obligación", explicó. Pero que Rajoy vuelva a ser de nuevo candidato no depende de él. La Constitución prevé que tras una investidura fallida "se tramitarán sucesivas propuestas". Saldrán tras un período de consultas del despacho de Felipe VI en el palacio de la Zarzuela, no del de Rajoy en la Moncloa.
¿Por qué debería nombrar el rey al mismo candidato que ya fracasó si no hay modificaciones en las posturas del PSOE? He aquí la cuestión. Según fuentes de la dirección del PP, Rajoy trabaja con dos hipótesis: convencer al PNV hasta lograr 175 diputados, uno menos de la mayoría absoluta, o confiar en que una presión in crescendo acabe doblegando al PSOE.
El líder del PP se centrará en su discurso de este martes en la segunda y ahondará en la política de desgaste de los socialistas, donde hay voces que en privado consideran una locura bloquear la investidura de Rajoy por el riesgo de que el "no" acabe desembocando en unas nuevas elecciones.
Rajoy siembra dudas sobre la recuperación
Rajoy se atrevió incluso a sembrar dudas sobre la economía española justo después de sacar pecho por su inmejorable rumbo, según él. "Corremos el serio riesgo de que, con razón, empiecen a tomarnos a broma", explicó respecto a las autoridades europeas. La normativa comunitaria exige que España remita a la Comisión Europea los Presupuestos antes del 15 de octubre, un plazo que se antoja demasiado ajustado.
Rajoy auguró además el empeoramiento de la economía española a pesar de que estos más de 300 días sin Gobierno no se han dejado sentir en los datos macroeconómicos que reivindica el Ejecutivo. "España necesita un Gobierno para consolidar la recuperación económica", explicó. La inestabilidad "empieza a minar nuestro crédito como país, dentro y fuera de España", continuó.
Todo tiene solución, según Rajoy. Que él (él, no otro en el PP) siga al frente del Ejecutivo y sea investido cuanto antes. Si el PSOE no lo permite, será cómplice de lo que pueda pasar, ya se trate de unas elecciones el 25 de diciembre (fijadas por Rajoy con Ana Pastor, la presidenta del Congreso), de una resurrección de la especulación financiera como la que puso a España contra las cuerdas o de todo a la vez.
La hipotética alianza con el PNV
Hay una segunda vía para la investidura, aunque se hará esperar hasta después de las elecciones gallegas y vascas del 25 de septiembre. "No hay nada de nuestro acuerdo con Ciudadanos que no pueda firmar el PNV", explicaba un alto cargo de Génova. "De momento nos dicen que esperemos", explicaba la misma fuente, miembro del equipo que negoció con Ciudadanos las 150 medidas. Según sostienen en el PP, Rivera no se opondría a que Rajoy recibiese el apoyo del PNV siempre y cuando no hubiese contraprestaciones que convirtieran en papel mojado al pacto ya existente.
Esa alianza tendría dos problemas: no sería fácil, ya que está por ver que el PNV pacte con el PP, especialmente si tras las elecciones los conservadores no son imprescindibles para reelegir a Iñigo Urkullu como lehendakari. El segundo inconveniente es que la suma seguiría sin ser suficiente, aunque sólo fuese por el mínimo pero decisivo margen de un escaño.
Sánchez reserva un cambio ante "hechos nuevos"
Sánchez aseguró que corresponde a Rajoy buscar los apoyos. Esta semana y tras ella. Pero no desveló sus cartas más allá de asegurar que si no hay "hechos nuevos", el PSOE no tendría por qué convocar a su Comité Federal para que estudiase un cambio de postura.
En el PSOE se espera una reflexión posterior al 2 de septiembre. Distintos diputados socialistas dejaron claro que su "no es no" tiene fecha de caducidad: esta semana. Después, el partido deberá estudiar el nuevo período que se abre. Es ahí donde todo está abierto.
Algunas fuentes en el PSOE siguen creyendo que Sánchez intentará un Gobierno con Podemos que necesariamente debería contar con independentistas catalanes e incluso le animan a ello. Otras fuentes creen que Sánchez tendrá en la palma de la mano jubilar a Rajoy exigiendo un cambio de candidato a cambio de la abstención socialista, una tesis a la que podría sumarse Rivera. Los menos creen imprescindible facilitar la reelección de Rajoy con tal de evitar una nueva convocatoria electoral.
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