Las caras lo decían todo. Los rostros de la bancada naranja -empezando por el de Albert Rivera, serio y ojeroso- han mostrado este martes la mezcla de decepción e irritación que ha provocado en Ciudadanos el desprecio con el que los ha tratado Mariano Rajoy durante su discurso de investidura. El único gesto del presidente en funciones hacia Ciudadanos (y hacia Coalición Canaria) ha sido el de agradecerles su “responsabilidad” por facilitar al PP conformar una mayoría (insuficiente) de 170 escaños y establecer “acuerdos en los que se basa el programa de gobierno”. A partir de ahí, Rajoy sólo ha mencionado una de las seis condiciones que Ciudadanos le puso a cambio del apoyo de sus 32 diputados: “La negativa a conceder insultos a los condenados por corrupción, de la misma manera que no se conceden tampoco a los delitos de violencia doméstica o de terrorismo”.
En un discurso de una hora y 19 minutos, el presidente en funciones ha empleado sólo dos en despachar la corrupción, que supuestamente es el asunto estrella de Ciudadanos fuera de Cataluña. Ni siquiera ha mencionado la despolitización de la Justicia, el punto más importante de regeneración política alcanzado la semana pasada con el partido naranja, que presionó al PP hasta conseguir que 12 de los 20 vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ, el órgano de Gobierno) sean elegidos por los propios jueces y no por el Parlamento.
A menos de 48 horas de suscribir el pacto con Rivera, Rajoy ha obviado su esencia vital hasta el punto de que algunos diputados se han preguntado a posteriori si se trata de una estrategia para “aniquilar” a los naranja en unas hipotéticas terceras elecciones. El riesgo del acercamiento de Rivera a Rajoy se ha puesto este martes de manifiesto cuando el presidente en funciones ha dicho: “La corrupción se persigue hoy más que nunca, y los castigos son los más elevados que se han conocido”. No sólo no ha mencionado las exigencias de Ciudadanos, sino que ha añadido tres de su propia cosecha: regulación de los lobbies, prevención de la corrupción en la contratación pública y transparencia en los partidos políticos.
El tuit de Gutiérrez
Pocos dudan en el Congreso de que el pacto PP-Cs no es más que papel mojado. Pero Rajoy lo ha dejado caer así: “El Partido Popular y Ciudadanos hemos pactado también una ambiciosa agenda de reformas institucionales; soy consciente de que, para salir adelante, la mayoría precisan de unos apoyos muy superiores en número a los que ambos partidos representamos”.
Así las cosas, el diputado naranja Miguel Gutiérrez, miembro del núcleo duro de Rivera, ha escrito este tuit: “Escucho un discurso plano, antiguo, sin pasión alguna y básicamente electoralista. ¿De verdad que Mariano Rajoy quiere ser investido presidente?”. El presidente en funciones no ha pedido en ningún momento la abstención del PSOE, y ha hecho un discurso electoralista con los mimbres que le llevaron a aumentar en 14 escaños los resultados del 26J: España ha mejorado económicamente entre 2011 y 2015 gracias a su gestión y si él no forma gobierno inmediatamente las consecuencias adversas comenzarán a notarse ya.
“España necesita un gobierno y lo necesita ya”, es la idea que ha repetido a lo largo de una intervención que no ha sido sarcástica como la de la pasada primavera. La ironía ha sido muy limitada, apenas al final, cuando ha señalado que la oposición es necesaria pero que él no quiere estar en ella o cuando se ha preguntado si “alguien aquí está pensando en convocar nuevamente a los españoles a las urnas”.
Fatalismo
Cada vez son más los que piensan que España se encamina ya a unas terceras elecciones, y en un Congreso serio y comedido pareció hacerse fuerte un cierto fatalismo histórico que hacía a un diputado del PP referirse a la sombra de León Tolstoi. La última esperanza del PP es que tras las elecciones vascas y catalanas, e igualados ya Rajoy y Pedro Sánchez en dos investiduras fallidas, una reacción interna del PSOE obligue a los socialistas a apoyar al PP. En el cambio sería determinante la “situación límite” de aquellas comunidades autónomas sin techo de presupuesto.
“Todo tiene un límite y la buena marcha económica puede cambiar”, ha remachado Rajoy al tiempo que ha insistido en las características que ha de tener ese Gobierno moderado que solo él puede formar: “estable, duradero, capaz, sólido, tranquilizador, fuerte, sin hipotecas y capaz de inspirar confianza a padres, personas que buscan empleo, pensionistas, Unión Europea, a todo el mundo”.
Según Rajoy, “no existe alternativa viable” a la suya y mientras el resto sólo pretende “juguetear con la paciencia de los españoles”, él tiene la vista puesta en el objetivo de los 20 millones de españoles con trabajo y en la “protección de la unidad territorial”. Cataluña ha sido la parte más aplaudida por la bancada popular, y hasta La Pepa se ha remontado Rajoy para afirmar, tajante: “El único pueblo soberano es el español”.
Pero este miércoles, en el turno de réplica o en el “cuerpo a cuerpo”, es cuando los populares esperan que Rajoy exhiba un virtuosismo parlamentario que este martes ha estado ausente.
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