La presidenta de Andalucía, Susana Díaz, aún no ha anunciado que presentará su candidatura al próximo congreso del PSOE. No toca porque, entre otras motivos, la cita no tiene aún fecha, recuerda a menudo. Sin embargo, la también líder de los socialistas andaluces lleva semanas desplegando una intensa agenda que por el tipo de actos que protagoniza trasciende mucho más allá de su comunidad autónoma: entrevistas, mensajes sobre el futuro del PSOE, apariciones en Madrid y hasta una visita a Bruselas que parecía casi la de una presidenta del Gobierno.
Además de reunirse con tres comisarios, el presidente de la Eurocámara y dirigentes de su partido, Díaz se dirigió a militantes socialistas residentes en Bruselas. A ellos les confió que la estrategia que ella tiene en mente para el PSOE es la de recuperar "la centralidad" del partido ante la sociedad española. Según afiliados presentes en la sala, Díaz se refirió a la última victoria del PSOE, la de José Luis Rodríguez Zapatero en 2008. Entonces, el PSOE obtuvo casi 11,3 millones de votos.
Aunque muchos en el PSOE y fuera creen que la sociología electoral ha mutado para siempre (por la crisis, por el 15-M o por aspectos tecnológicos), Díaz comparó con los de Zapatero los resultados en las últimas elecciones generales. En ellas, con Pedro Sánchez como cabeza de cartel, el PSOE convenció a algo menos de cinco millones y medio de votantes. "¿Dónde están los que faltan?", se preguntó Díaz, según testigos.
La presidenta andaluza cree que el proyecto del PSOE (que ella podría encabezar) debe recuperar "la centralidad" en la vida política española, algo que no quiere decir forzosamente "el centro". Según ella, el PSOE no debe virar a la izquierda sino recuperar sus esencias, aquellas que hicieron ganar a Zapatero con un proyecto mayoritario bajo el brazo. No obsesionarse con disputarse un mismo espacio con Podemos sino recuperar votos a izquierda y derecha.
A por dos millones de voto a Podemos
Según dijo, de los cinco millones de votos de Podemos, "tres no van a volver", por lo que el PSOE podría recuperar dos. Los otros podrían provenir de Ciudadanos (que superó los tres millones de votos el 26-J), del PP o de los que se quedan en casa y no votan.
Se ha teorizado mucho sobre este aspecto. Eduardo Madina proponía algo así en 2014, cuando se enfrentó y perdió contra Sánchez en las últimas primarias por el liderazgo. "Si es un proyecto sólido, profundo y renovado, volveremos a alcanzar cuotas de apoyo social que tuvimos, como 11.200.000 votos en 2008", explicaba hace dos años Madina en una entrevista con El Huffington Post.
La competición por el liderazgo del PSOE puede parecer una mera lucha de poder. De Sánchez contra Díaz, de barones territoriales contra unos dirigentes sin poder institucional. Según algunas voces, se trata efectivamente de una batalla tan encarnizada como desalmada.
Pero lo cierto es que Sánchez tiene otro modelo de partido. Lo expresó este martes en una conferencia en México en la que habló en profundidad del mismo asunto tan solo unas horas después de que Díaz lo hiciese en Bruselas.
El modelo de Sánchez: unir a la izquierda
"¿Somos un partido de izquierda o un partido de centro-izquierda? Somos un partido de izquierdas que atrae al centro", explicó. "Nuestro problema no es un problema de centro. Es un problema de identificación y de conexión con los votantes de izquierdas. Y eso, sobre todo, son las nuevas generaciones de chavales jóvenes que están buscando soluciones nuevas", dijo ante centenares de personas.
"Tenemos que ser lo suficientemente radicales en cuanto a los objetivos", dijo refiriéndose a la etimología de la palabra, que utilizó para pedir "ir a la raíz de los problemas".
Sánchez ha sido muy crítico con Díaz y con todos los que defendieron la abstención para facilitar la investidura de Mariano Rajoy y acabar así con el bloqueo institucional. En varias ocasiones ha dicho que eso supuso acercarse al PP, perder autonomía como proyecto y, finalmente, consolidar a la derecha como única opción viable.
"Acercarse a la derecha es un error que precisamente lo que hace es difuminar la acción del PSOE y por otro lado disminuir nuestra capacidad de crédito y credibilidad para con los votantes de izquierdas", dijo en México.
"A finales del siglo XX, la socialdemocracia tenía apoyos del 35 y 40%", recordó. Si se toma el ejemplo expuesto por Díaz el mismo día, pero en Bruselas, Zapatero obtuvo el 43% del apoyo en 2008 en lo que muchos expertos consideran el epílogo de las victorias socialdemócratas en Europa. En otros países hacía años que los partidos socialistas no lograban ese porcentaje de voto.
"Ahora [la socialdemocracia] tiene apoyos del 20 al 25%", dijo Sánchez. El PSOE y los partidos hermanos en Europa tienen que hacer "todos los esfuerzos posibles" para lograr la cohesión interna y luego "unir al conjunto de las izquierdas" a la izquierda del PSOE. El ejemplo perfecto, para él, es el Gobierno de Antonio Costa en Portugal.
¿Conformarse o abarcar demasiado?
Los razonamientos de Díaz y Sánchez pueden ser en realidad dos caras de la misma moneda. Una puede estar abarcando demasiado para apretar poco y el otro puede conformarse con poco para acabar logrando menos.
Según los detractores de Díaz, la socialista andaluza vive en el siglo pasado y no se da cuenta de que la sociedad ha cambiado. Quiere victorias antiguas de un partido antiguo, lamentan. No ha entendido el 15-M, la desafección de los jóvenes, la nueva política y los retos del siglo XXI. Cree que España es como Andalucía.
Para los detractores de Sánchez, su estrategia denota un gran conformismo porque asume la pujanza de Podemos como inevitable y no la reconoce como un error propio, como un fallo en su gestión como secretario general y como la incapacidad del PSOE para atraer a una mayoría. También es criticado entre los sectores ahora a cargo del PSOE por resignarse a que la derecha gane las elecciones y sólo aspirar a gobernar desde complejos acuerdos de varios partidos. Para sus críticos, no hay que aceptar que el tablero ha cambiado sino cambiar el tablero. Luchar por un PSOE que no sea el primer partido de la izquierda, que desea pactar con el resto de la izquierda, sino el primer partido del país con el que los demás acaben pactando.
La línea argumental expresada en Bruselas por Díaz fue avanzada ampliamente por el nuevo portavoz de los socialistas en la Eurocámara, Ramón Jáuregui, en una entrevista reciente con EL ESPAÑOL. "Tenemos que ser el partido ganador a la derecha. ¿Que eso se comparte con otra izquierda? Lo acepto. Pero tenemos que ser los socialistas los que ocupemos un centro-izquierda sociológico español imprescindible para ganar a la derecha. Sin eso, seremos dos minorías de la izquierda que estaremos condenadas al testimonialismo. Hay cinco millones de españoles que votan indistintamente a partidos distintos, incluyendo de derecha y de izquierda. Hay que ganar ese centro sociológico. Yo no quiero rivalizar con Podemos sobre quién es más de izquierdas. Cuanto más rivalicemos por la izquierda, más débil será la izquierda", auguraba.
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