Es el único creyente del legado que ha dejado el recinto de la Expo 2008 en Zaragoza. Eloy vive de okupa en el "Quiosco Acueducto", un equipamiento público ideado para la hostelería de la post-Expo que nunca ha visto la luz. Desde su construcción, hace ahora ocho años, nunca ha sido ocupado para el fin para el que se diseñó. En un reciente informe, al que tuvo acceso EL ESPAÑOL en exclusiva, se remarcaba la pésima situación del quiosco y de su particular excepción: "Lleva ocho años cerrado, pero no está vandalizado. Dentro vive un mendigo que hace las funciones de seguridad y está controlado por el Dpto. de Acción Social y Cruz Roja". 

Sus aristas y recovecos han servido para dar cobijo a la crítica situación de Eloy. Un okupa por necesidad, con el olvido cómplice del Ayuntamiento de Zaragoza, en uno de los recintos que retratan una auténtica ruina millonaria para la capital del Ebro. A pesar de ello, Eloy defiende el legado de la Expo, una forma de defender con uñas y dientes su "guarida".

"QUE NADIE ME QUITE MI GUARIDA"

En el inicio de la conversación, no es de trato fácil. Es asustadizo, arisco y escupe pocas palabras. El básico vocabulario para alejar a todo aquel que se muestra preocupado por su situación. Su aspecto desaliñado refleja su estilo de vida. Una oscura mirada capaz de penetrar, una nariz aguileña que marca su rigidez facial y una mueca seria que olvidó la felicidad. Eloy, vive por obligación de ocupa en el "Quiosco Acueducto".

"Llevó aquí ocho años y tres meses. Aquí no estoy a gusto, pero tengo que estar. Me lo exige el ejército. Así que nadie me quite mi guarida, esto es un despacho militar. Yo solo llevó mi marcha y esta guarida se construyo para mí".

Durante la conversación con Eloy, se evidencia su estado mental. Sufre una aparente distorsión de la realidad, que le aleja de cualquier argumento razonado u objetivo con su entorno y su situación vital. "En Irak tenía que estar", añade.

Según se desprende de sus palabras entiende que se encuentra en una "observación militar mandado por la Agrupación Huesca de Infantería". Explica que, actualmente, está esperando hasta que le vayan a sustituir, pero avisa que "no estoy refugiado, este es mi despacho militar para vigilar todo este recinto". "Se construyó para mí", concluye.

EL ÚNICO CREYENTE DE LA EXPO

Eloy vive en una pequeña área de todo el equipamiento municipal, exclusivamente en la zona que se encuentra a la intemperie, cerrada por unas vallas metálicas. No hay ningún signo de vandalismo en el "Quiosco Acueducto", ni ventanas rotas, ni suciedad en el interior. Eloy no tiene intención de entrar, en el exterior del complejo se encuentra "bien".

En su cobijo vive con un simple colchón, una montaña de más de cien periódicos y otras tantas revistas, un carro de supermercado y varias mochilas de equipaje. Nada más.

"¡La virgen, vaya cachondeo llevan en los periódicos con la Expo de Zaragoza!". Y es que Eloy suele leer los papeles que encuentra por el recinto del Parque del Agua (en la zona de la antigua Exposición Internacional) y atiende con "atención" a las palabras que dedican sobre su situación urbanística o económica. "Todo esto eran huertos, y ahora me lo han regalado a mí. Desde el Puente del Milenio hasta aquí. Soy el guardián", comenta.

Eloy señalando parte del recinto Expo. A. S.

Según cuentan a este diario diversos trabajadores municipales (jardineros, operadores o trabajadores de limpieza) que rondan por las inmediaciones del "Quiosco Acueducto", Eloy entiende como propio el Parque del Agua. "Pasea a menudo por aquí – señalando un estanque de patos – y le preguntamos qué tal se encuentra", añade un jardinero municipal.

LA SOLEDAD DE LA CALLE A LOS 67 AÑOS

Este diario ha podido conocer parte de la historia de Eloy. El "guardián" de la Expo de Zaragoza nació, hace 67 años, en Castelflorite, un pequeño pueblo de la comarca aragonesa de Los Monegros. Antes de aterrizar en el Parque del Agua de la Expo, estuvo trabajando durante cuatro años en Mercazaragoza, la plataforma logística alimentaria del valle del Ebro.

Fue despedido en los inicios de la crisis económica y sin posibilidad para subsistir, se vio obligado a mendigar en las calles de Zaragoza. Terminó en el recinto Expo, durmiendo en los bancos, sobreviviendo en cualquier rincón y con casi 60 años.

Sus "vecinos", los trabajadores de los equipamientos municipales que se encuentran alrededor, no dudan en ayudarle. "Sabemos que está ahí. Es educado, no quiere problemas y elude la conversación", explica María, recepcionista del centro SPA-Golf Ranillas. También recibe la caridad de Cristina, camarera del mismo centro, quién explica que "el día de Nochebuena le hacemos una cesta (un botellín de agua, café, fruta y un guiso) para que tenga un día especial".

Cristina relata que los compañeros del centro suelen estar atentos a cualquier necesidad que tenga Eloy. "Le baje el otro día unas deportivas de mi padre, pero calza un cuarenta y cinco, así que tuve que llevarle unos zapatos de golf que ahora no se quita", añade.

Según explican desde este centro, suelen llevarle todo tipo de prendas de abrigo, ropa y comida diaria que sobra en el restaurante, pero cuentan que "no usa nada que le damos, lleva con la misma ropa varios años".

Alberto Ipas, gerente de la sociedad municipal ZGZ@Desarrollo Expo, sociedad encargada de la gestión del Parque del Agua, atiende a EL ESPAÑOL. Ipas habla sobre la situación de Eloy: "¿Qué ganamos con echarle? El parque lo siente como suyo". El gerente cuenta que dos veces ha intentado trasladarlo al albergue municipal para que lo atiendan y le den un techo, pero "se ha escapado siempre, el quiere estar aquí".

Y confiesa la voluntad del parque: "Queremos que salga de ahí para que tenga una vida mejor, con una cama pagada por el Ayuntamiento, pero si rehúye, poco podemos hacer. Tiene mala solución".

EL ABANDONO DEL AYUNTAMIENTO

Desde el Consistorio zaragozano afirman que "se la ofrecido alternativa habitacional en el albergue pero no quiere". Las mismas fuentes explican que "no hay riesgo de que ataque u ocasione daños, así que no nos planteamos ninguna opción para el desalojo”. Afirman también que “los servicios sociales municipales son conscientes” de la ocupación de Eloy en el quiosco, así como la asistencia semanal de Cruz Roja para comprobar su estado.

Eloy, se encuentra actualmente ocupando (por necesidad) un equipamiento público, responsabilidad absoluta del Ayuntamiento de Zaragoza. ¿Qué sucedería si Eloy falleciera mañana? ¿Quién sería el responsable? ¿Quién tiene la culpa de los ocho años que lleva ahí viviendo? Sus problemas mentales son evidentes, ¿hay que dejarlo ahí hasta que suceda algo grave o su situación empeore? Son algunas de las preguntas que se hacen algunos trabajadores del área de Servicios Sociales, los cuales no entienden "el abandono del Ayuntamiento de Zaragoza".

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