Esta vez no son los barones y el aparato del PSOE contra la militancia. La nueva crisis en el PSOE la protagonizan los trabajadores de la casa, enfrentados a los dos directivos y el encargado de repartir cinco décimos del 66.513, el número agraciado con el Gordo de la Lotería.
A las 12:38 de este jueves, el PSOE celebraba en Twitter su felicidad "porque muchos trabajadores/as de la casa en Ferraz han sido agraciados con el gordo de Navidad. Un gran final para un año difícil".
Pero la buena noticia se transformó pronto en un drama que confirma que, hasta el final, el año del PSOE sigue siendo difícil y desafortunado. El PSOE jugaba de forma oficiosa el 91.674, un número comprado en su integridad a la administración del paseo de la Esperanza, en Madrid. Es el que tenían en su cartera trabajadores de la casa, cargos políticos y periodistas que cubren la información socialista. Pero no le tocó ni la pedrea. En la casa había, eso sí, cinco décimos premiados con el Gordo procedentes de la misma administración.
¿Regalados o comprados?
Es ahí donde prácticamente se acaban las certezas. Esos cinco décimos fueron, según varios trabajadores, un regalo de la administración por la generosa compra de un número en su integridad. Según fuentes de Ferraz consultadas por EL ESPAÑOL, el personal de Administración confirmó informalmente que se trataba de un obsequio, pero, al mismo tiempo, que uno se lo había quedado el encargado de comprar la lotería, Juan Miguel Rojo, Juanmi, que dio otro a al gerente, Goyo Martínez, exjefe de gabinete de Alfredo Pérez Rubalcaba, otro al director financiero, Restituto Hernández y los otros dos los metió en un bote de participaciones y décimos común del departamento, donde trabajan diez o doce personas de las 100 o 110 de la casa.
Este jueves se celebraba el tradicional "vino obrero", o copa de navidad, en el argot socialista. "Me pasé pensando que iba a ser una fiesta. ¡Había tocado la lotería! Pero el ambiente impresionaba por gélido", explica uno de los trabajadores de la casa.
Trifulca en el "vino obrero"
Varios trabajadores, alguno ayudado por los efluvios del vino proletario, comenzaron a criticar al departamento de Administración y, especialmente, al gerente, por haberse repartido los décimos y no haberlos puesto en un bote común para el conjunto de trabajadores de la casa. Algunos cálculos indican que si los cinco décimos fueran repartidos entre todos los trabajadores, habrían tocado a unos 15.000 euros por cabeza.
El jueves por la tarde, la tensión fue máxima. Tanto que la Gestora se vio obligada a emitir un comunicado aclarando que la compra de décimos no es una acción institucional del PSOE sino organizada por los trabajadores. A ningún cargo político le tocó el Gordo, confirman desde la Gestora.
Según fuentes de la casa, la guerra de la lotería entre trabajadores ha servido para sacar a relucir viejas rencillas personales y políticas, muy vivas por la significación de muchos trabajadores, que además son en su mayoría militantes y que tienen diversas posiciones sobre el futuro del PSOE.
El gerente, en el punto de mira
El propio gerente, Goyo Martínez, aseguró a compañeros que no sabía dónde estaba su décimo. Según algunas informaciones, acabó denunciándolo en comisaría y finalmente encontrándolo, pero estos extremos no han podido ser confirmados por este diario, ya que Martínez prácticamente no ha cogido el teléfono durante todo el viernes.
Varios trabajadores de la casa están muy enfadados por haberse quedado sin premio y denuncian que en otras ocasiones sí había un bote común de décimos de cortesía. Algunos de ellos se plantean incluso elevar un escrito de reprobación contra Martínez, en tanto que máximo responsable del día a día de la casa.
En declaraciones a El Confidencial, Juan Miguel Rojo, Juanmi, explica que compró los cinco décimos a la administración, gestionada por familiares suyos. "No he hecho nada malo y tengo la conciencia muy tranquila. Es mentira que nos regalaran esos cinco décimos. Yo los pagué. Todo esto es por la puta envidia", explica.
Sin embargo, su versión es puesta en duda por muchos de sus compañeros. La dificultad para probar si Rojo pagó o no por los boletos premiados, algo que sería clave a la hora de evaluar si debiera haberlos repartido entre todos, engorda los rumores en el (quizás) último lío interno socialista del año.
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