La presentación de la candidatura de Pedro Sánchez al liderazgo del PSOE ha dejado entre los que no quieren su vuelta una sensación de déjà vu. "Parece que hemos vuelto al 1 de octubre y para reabrir la etapa de confrontación que ya deberíamos haber cerrado", explica un diputado cercano a Ferraz.
El acto del aspirante, ante cientos de personas y en la provincia de Sevilla, aún está siendo digerido con amargura por un amplio sector de dirigentes del partido. Los que deseaban una lucha de guante blanco entre Patxi López, el primero en dar el paso (con la esperanza ya frustrada de sumar a Sánchez), y Susana Díaz, en plena precampaña pero sin anuncio, ya sólo confían en que Sánchez decida retirarse en caso de lograr menos avales que sus adversarios.
Los partidarios de Díaz defienden que la presidenta de la Junta debe jugar la carta de la estabilidad frente a la incertidumbre o, en el caso de Sánchez, el revanchismo que le achacan y que conduciría al partido al desastre, según ellos.
Porque si los problemas del PSOE se mezclaron durante 2016 con los de la gobernabilidad de España, en este 2017 de congresos internos puede ocurrir de nuevo. ¿Votar a Sánchez significa devolver a España a la parálisis institucional y a la repetición de elecciones con resultado incierto? Si, como dijo la semana pasada Eduardo Madina, coordinador de la ponencia política, "en el Congreso no sucede nada que el PSOE no quiere que suceda y sucede todo aquello que el PSOE quiere que suceda", ¿es sobre la estabilidad inmediata de España sobre lo que deciden los alrededor de 180.000 militantes en mayo?
El debate, que hasta ahora está en la cabeza de algunos notables del PSOE, no se ha convertido aún en uno de los ejes de la precampaña congresual.
Los Presupuestos, en el congelador
Sánchez es el más feroz crítico de la abstención que dio las llaves de La Moncloa a Mariano Rajoy, censura cualquier tipo de acuerdo en el Congreso con el PP y mantiene un tajante rechazo a negociar o facilitar la tramitación de los Presupuestos.
El Gobierno ya no tiene esperanzas de aprobarlos antes del congreso del PSOE, como explicó este miércoles este diario, porque entiende que ningún candidato lograría la victoria tras defender un acuerdo con el PP y la Gestora no tiene margen para asumir esa responsabilidad.
En el hipotético caso de que Javier Fernández accediese a facilitar la aprobación de los Presupuestos, en el debate interno del PSOE la decisión sería atribuida en último término a la influencia de Díaz. Pero el Gobierno confía en lograr más comprensión tras el congreso del PSOE, aunque sea para los Presupuestos de 2018. De lo contrario, Rajoy podría verse abocado a convocar elecciones.
"Si ganase Sánchez, iríamos a elecciones"
"Si ganase Sánchez, iríamos a elecciones", explica un secretario general autonómico de los de más peso en el partido. "Su discurso está lleno de odio y pretende erigirse en el izquierdista del partido, cuando no lo era, ni mucho menos, cuando ganó en 2014", explica. "Si gana Susana, habrá legislatura y el PSOE tendrá tiempo para fortalecerse sin miedo a elecciones inmediatas", según él.
La tesis es compartida por más personas cercanas a la presidenta de la Junta, que confían en una legislatura estable y con tiempo para que Díaz pueda hacerse con el partido antes de enfrentarse a unos comicios.
Si esta legislatura logra acercarse a los cuatro años de duración, el objetivo de Rajoy, las primeras elecciones en el calendario serían las europeas, autonómicas y municipales de primavera de 2019. Eso sin contar con las más que posibles en Cataluña dentro de unos meses. Pero esa cita se producirá, de nuevo, en un contexto muy atípico por la importancia del independentismo, que ya dibujó unas urnas en forma de plebiscito en septiembre de 2015.
Díaz, ahora volcada en ganar un congreso interno, para lo que lleva meses multiplicando sus contactos, casi militante a militante, tendría de esta manera tiempo para proyectarse después hacia afuera y limar alguna de sus debilidades que podrían lastrarla como candidata en caso de unas elecciones generales anticipadas. A nadie se le escapa que el PSOE nunca ha ganado unas elecciones sin un buen resultado en Andalucía y Cataluña. Lo segundo está, por el momento, fuera de alcance. La imagen de Díaz en nacionalidades históricas o el electorado joven y urbano no parece ahora mejor que la del propio partido.
El otro factor: el relevo en la Junta
Otro factor en la ecuación es la sucesión en Andalucía, uno de los tabúes en la comunidad. Según el citado barón autonómico, Díaz "mantendrá la Junta" si gana las primarias del PSOE. Es el Ejecutivo regional lo que obliga a Díaz a ser exquisitamente respetuosa con los plazos del congreso del PSOE, que no se convocará hasta los primeros días de abril. De momento, ella seguirá sin presentar su candidatura a pesar de que Sánchez y Patxi López ya hayan dado un paso al frente. "Si la anuncia ahora, ¿con qué cara se quedará allí hasta mayo? ¿Cómo podrá decir que está comprometida con Andalucía?", se pregunta esta fuente.
Una victoria en las primarias y una cierta estabilidad institucional en el Congreso de los Diputados podría permitir a Díaz abordar la sucesión en la Junta de Andalucía con más calma. Algunos referentes del PSOE recomiendan a Díaz que abandone la Junta de Andalucía para centrarse en Ferraz, una tarea que requiere todos los esfuerzos y todo el tiempo, pero ella emite señales contradictorias.
La tierra de nadie de López
La gran incógnita en el debate institucional que sin duda acabará llegando al PSOE es Patxi López. El diputado vasco, que se considera a sí mismo parte del "sector oficial", defendió ardientemente el "no" a Rajoy que hubiera conducido a España a unas nuevas elecciones. Sin embargo, cumplió exquisitamente con el mandato de abstenerse y lo reivindicó por disciplina y cultura de partido.
Desde que es candidato, López ha tratado de apartarse de las decisiones de la Gestora y, más ampliamente, de las medidas del PSOE en los últimos años, especialmente las económicas. Defiende, aún sin concreción ni propuestas nítidamente diferenciadoras, una "izquierda exigente" y claramente alejada del PP, pero al mismo tiempo acuerdos de Estado y estabilidad institucional. De triunfar su vía para el PSOE, ¿podría Rajoy confiar en la aprobación de los presupuestos a final de año? ¿Trataría López de evitar las elecciones en pos de la estabilidad institucional o los comicios anticipados estarían más cerca? De momento, y sin propuestas serias por parte de ningún candidato, esas preguntas no tienen respuesta.
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