La recepción oficial que cada 2 de mayo se celebra en la Casa de Correos de Madrid con motivo del Día de la Comunidad se ha convertido en uno de esos eventos sociales a los que está obligado a acudir todo casi aquel que es o se cree alguien en España. En este 2017, la magna celebración venía ensombrecida por un asunto tan truculento como avasallador. A saber, el pozo sin fondo de corrupción destapado por la operación Lezo. Tanto impactan los pormenores de la trama corrupta que hasta generan una suerte de amnesia colectiva en el PP de Madrid. Ahora, todos son seguidores de Cristina Cifuentes y nadie recuerda a Esperanza Aguirre e Ignacio González.
En los famosos corrillos que en este tipo de actos celebran periodistas y políticos predominaba todo aquello que tuviera que ver con la Lezo, nombre para referirse a la corrupción del PP de Madrid que ha superado, por su valía como hallazgo lingüistico y por la gravedad de lo que esconde, a las Gürtel y Púnica que parecían insuperables. Todos se acordaban de esta trama.
Hasta Cifuentes se refería a ella en su discurso (aunque sin nombrarla). Incluso algunos tendrían en mente a Blas de Lezo, personaje histórico tomado por el juez Velasco para bautizar la operación. Pero unos y otros en el PP parecían haberse olvidado de los dos últimos expresidentes de la Comunidad de su propio partido. ¿Quiénes son Aguirre y González?, parecían preguntarse.
Cuando se les preguntaba por su complicidad o por su falta de pericia in vigilando, algunos hablaban de "rabia o vergüenza", otros de "sorpresa" y la mayoría de "decepción". Todos afectaban indignación y escurrían el bulto, como si no conocieran a los que han sido durante años compañeros de filas, de siglas, de reuniones, de grupo parlamentario o de gobierno municipal o autonómico. Los ausentes Aguirre y González enterrados para siempre en el imaginario de una formación que ambos han liderado. En el PP madrileño ya todos son fanáticos de Cifuentes, que, por cierto, ha compartido carrera durante dos décadas con los olvidados.
Los presentes
Al evento asistieron la también cifuentista Soraya Sáenz de Santamaría -"Cifuentes ha tenido y tiene mi apoyo y el del Gobierno"-, Íñigo Méndez de Vigo, Manuela Carmena, Albert Rivera -muy parlanchín con los periodistas- o Ángel Gabilondo, entre muchos otros.
Uno de los protagonistas del acto era Pablo Casado, requerido una y otra vez para aclarar si, como adelantó EL ESPAÑOL, es el favorito para ser el candidato a la Alcaldía de Madrid. "Quedan dos años. Es mucho tiempo. Yo no sé nada. Ya veremos", respondía agobiado Casado intentado lanzar balones fuera. Cifuentes y Casado, que mantienen una excelente relación, se saludaron brevemente. El fotógrafo de la presidenta hizo una foto. También andaba por allí muy ufano José Luis Martínez-Almeida, sustituto de Aguirre como portavoz del PP en el Ayuntamiento.
Políticos aparte, el listado de asistentes al acto celebrado en la Real Casa de Correos era de lo más variopinto. Sin solución de continuidad, los presentes se cruzaban con Juan Luis Arsuaga, que había dejado Atapuerca por un día, con María José Cantudo, Carmen Lomana o Terelu Campos.
Entre las ausencias destacaban, amén de los espectros de Aguirre y González, los también expresidentes Alberto Ruiz-Gallardón y Joaquín Leguina, así como los líderes de Podemos, que prefirieron celebrar un 2 de Mayo alternativo por la tarde en la plaza del Reina Sofía en defensa de su moción de censura.
Del salmón marinado al queso y los callos
Los ausentes, voluntarios u obligados, pueden pensar como consuelo que si hubieran acudido quizás no habrían probado bocado de un catering tan excelso en la preparación como escaso en cantidad. Los presentes devoraron literalmente los dados de salmón marinado, asaltaron, casi a codazos, un puesto con diferentes tipos de queso y engulleron algunos fritos variados.
Muchos huyeron a lugares circundantes para alimentarse porque no habían tenido suerte en la pelea. Solo sobraron, en los estertores del evento, unas cuantas tapas de callos que se hacían demasiado pesadas para los estómagos ya cargados.
Con el paso de los minutos y la relajación consiguiente a la ingesta de demasiado alcohol, se caían las máscaras de lo políticamente correcto. La operación Lezo se esfumaba del ambiente y quedaba claro que lo realmente importante este 2 de Mayo en la sede de la región era el duelo de Champions League entre el Madrid y el Atleti.
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