El Gobierno sospecha que la Generalitat canalizó pagos a Julian Assange a cambio de su apoyo a la independencia en las redes sociales a través de Omnium, la ANC e incluso algunos ayuntamientos. Los mensajes del fundador de Wikileaks en los momentos más críticos del golpe separatista se propagaron a velocidades fuera de lo normal gracias a los altavoces de la propaganda rusa. El Gobierno ha denunciado ante sus socios de la Unión Europea la injerencia rusa en la crisis catalana. El Reino Unido también ha acusado a la maquinaria del Kremlin de enturbiar la campaña del brexit. Y estos días han salido a la luz los mensajes que el hijo de Donald Trump intercambió con Assange durante la campaña electoral americana.
La imagen de Oriol Soler, ideólogo del secesionismo y asesor de confianza de Carles Puigdemont, saliendo de la embajada de Ecuador en Londres tras reunirse con Assange es la prueba, dicen en Moncloa, de la existencia de un acuerdo posiblemente económico con el fundador de Wikileaks. La fotografía fue publicada por el El País.
“Desde luego Soler y Assange no hablaron de fútbol”, dicen fuentes del Ejecutivo. “En Cataluña han confluido muchos grupos diferentes pero con los mismos intereses”.
Diplocat y 'embajadas'
Una de las consecuencias del 155 ha sido la extinción de Diplocat y las embajadas catalanas en el exterior. Muchas de las claves de la llamada internacionalización del conflicto catalán están en el brazo diplomático de la Generalitat que, en su versión actual, impulsó Artur Mas. Desde los decretos del 155 y el cese de los embajadores y altos cargos, el Gobierno ha ido cancelando los contratos en vigor (alquileres o proveedores) y ha cerrado sus páginas web y perfiles en redes sociales, pero también ha accedido a la compleja maraña de intereses tejida desde la Generalitat para llevar adelante su plan independentista.
Parte de esa información es la que ha llevado al ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, a denunciar ante sus colegas europeos la injerencia rusa en la crisis catalana. Algunas evidencias son públicas y han salido a la luz en estudios de universidades y otros think tanks. Otras las guarda con celo el Ministerio. El papel de Assange es una de las incógnitas de la ecuación. El Gobierno cree que ha cobrado por esa defensa de la causa independentista. Pero hay que probarlo.
La sospecha más o menos extendida es que todo el entramado civil del independentismo ha permitido a la Generalitat canalizar dinero público a favor de sus intereses eludiendo los controles de Hacienda o el Tribunal de Cuentas. En la cúspide del entramado, como un poder fáctico, están las asociaciones Omnium y ANC, que podían destinar dinero e inversiones para determinados fines como el de Assange sin responder ante la Intervención General. Sus líderes Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, que han participado en algunos Consejos de Gobierno, están en prisión preventiva. En uno de sus autos, la juez Carmen Lamela les asignó un papel “esencial” en la movilización a favor de la secesión.
Assange, con perfil de Twitter desde hace más de cinco años, publicó su primer tuit con la palabra Cataluña el 9 de septiembre del 2017. Quedaban dos días para la Diada. El fundador de Wikileaks había irrumpido como actor político en España tras los atentados de Barcelona y Cambrils. Pero no mencionó el referéndum, ni el proceso separatista, ni defendió la independencia hasta el 9 de septiembre. No ha parado de hacerlo desde entonces.
El tuit de Assange que pedía apoyo internacional al referéndum en Cataluña logró 66 retuits por segundo, una media inviable sin la ayuda de bots
Los mensajes de Assange han estado en la línea de la política desplegada por la diplomacia catalana estos últimos años. La Generalitat ha querido enfatizar ante el mundo que su voluntad era democrática (votar en referéndum) y que el Estado represor español se lo quería impedir. Este mensaje ha conseguido cierto eco en la prensa internacional, especialmente tras las cargas policiales del 1-O. Pero después de un gasto multimillonario en Diplocat y las embajadas _casi 40 millones al año_, el independentismo fracasó en el objetivo fundamental, que era el reconocimiento a la independencia por parte de algún país.
Igual que en EEUU
El eurodiputado rumano Viktor Bostinaru, vicepresidente del grupo de los Socialistas y Demócratas en la Eurocámara, ha sido una de las voces más críticas con la propaganda rusa en Cataluña. Bostinaru explica a EL ESPAÑOL que Assange ha actuado como caja de resonancia del independentismo. Y compara este papel con el que jugó Wikileaks durante la campaña americana.
“Es un modus operandi que ya hemos visto en Estados Unidos, las elecciones francesas y holandesas y los últimos referéndums”, dice Bostinaru. “El mensaje ha tratado de cuestionar el funcionamiento democrático de las instituciones españoles y de paso cuestionar el proyecto europeo en general”.
La relación de Assange, Wikileaks y el Kremlin es bastante turbia. Supuestamente son actores independientes. Pero Assange es un habitual de los medios públicos rusos Russia Today y Sputnik y su agenda de intereses es sorprendentemente coincidente. La inteligencia americana ha asegurado que Wikileaks y los servicios secretos rusos colaboraron en la filtración de los correos electrónicos de Hillary Clinton durante la campaña. La primera ministra británica, Theresa May, ha acusado este martes a la maquinaria rusa de contaminar la campaña del brexit.
El Reino Unido lidera el grupo de países europeos más críticos con Rusia, en el que también están Holanda, Alemania y las ex repúblicas soviéticas. España había mantenido una posición más tibia con respecto a Rusia. La denuncia del ministro Dastis esta semana supone un cambio significativo de nuestra política internacional, que alinea a España con los países que defienden una línea dura con Rusia. Dastis ha advertido además que la batalla propagandística puede mantenerse durante la campaña del 21-D.
El Kremlin apoya a España
Una de las peculiaridades de esta batalla del siglo XXI es que toda la polémica propagandística se contradice con la posición oficial del Kremlin, que en el caso de España es de apoyo a su integridad territorial y respeto a la respuesta del Gobierno español en Cataluña. Los estudios de estos días en las redes sociales han demostrado, sin embargo, que los perfiles que han amplificado el mensaje de Assange -que era el de Generalitat- estaban localizados en Rusia y, en menor medida, en Venezuela.
Se trata de un ejército de perfiles falsos y robotizados (bots) que nadie sabe muy bien quién maneja, pero que se sobrentiende responden a los intereses rusos de debilitar a Occidente. Es la llamada “combinación” (kombinaciya), un tipo de operación que integra diversos instrumentos de la guerra de la información (ciberguerra, ciberinteligencia, desinformación, propaganda y colaboración con actores hostiles a los valores de la democracia liberal). Así lo recoge Mira Milosevich-Juaristi, investigadora principal del Real Instituto Elcano, en un estudio sobre la injerencia rusa en el referéndum separatista catalán.
“La doctrina militar rusa define como sus principales objetivos no destruir al enemigo sino influir en él”, explica Milosevich-Juaristi. “Es imposible que Occidente responda con total éxito a la combinación de los instrumentos y tácticas empleados por Moscú”.
La doctrina militar rusa define como sus principales objetivos no destruir al enemigo sino influir en él
Cataluña como Ucrania
Dos estudios del think tank Atlantic Council han tratado de explicar el funcionamiento de la propaganda rusa en Cataluña. Por un lado están las redes sociales y por otro los medios de comunicación. En uno de los estudios, se recoge cómo algunos medios rusos han ido modulando su cobertura sobre el conflicto catalán en función de los acontecimientos. En los días previos al 1-O y los días inmediatamente posteriores tras la polémica de las cargas, se comparaba habitualmente el proceso separatista con el movimiento ruso en Ucrania o la anexión de Crimea. A medida que el separatismo se fue desinflando, estos mismos medios dieron un giro de 180 grados a su mensaje y comenzaron a decir que Cataluña nada tenía que ver con la situación de Ucrania.
En otro estudio, que se centra en las semanas previas al 1-O, el mismo think tank analiza la cobertura de Sputnik y Russia Today. Y también la constante amplificación de los mensajes de Assange. Por ejemplo, explica que su tuit con más interacciones, en el que pide apoyo internacional al derecho de autodeterminación de Cataluña, logró una media de 66 retuits por segundo en sus primeros instantes de vida. Una cifra, dice el estudio, que sólo es posible con la ayuda de bots.
Según un análisis de la conversación sobre más de 5 millones de mensajes en Twitter, Facebook y otras redes efectuado en la universidad George Washington durante los días anteriores y posteriores al referéndum del 1-O se crearon dos narrativas. Un 78,2% de mensajes defendían la independencia de Cataluña y retrataban al Estado español como represor por alentar la brutalidad policial. Otro 19,2% defendía la legitimidad del Estado español de impedir un referéndum por ser este inconstitucional, según recogió El País.
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