La exigencia de Carles Puigdemont a Esquerra Republicana de que sólo él puede ser investido nuevo presidente de la Generalitat ha terminado por romper las costuras del independentismo y aproxima la posibilidad de una nueva convocatoria electoral en Cataluña.
Por lo pronto, el enroque del expresidente ha provocado este martes dos abandonos sonados. Uno en su propia formación, el de Artur Mas, y el otro en ERC, el del exconsejero de Justicia Carles Mundó. En las filas de constitucionalismo estas bajas han sido acogidas con "desconcierto" e "incertidumbre".
En su despedida, Mas, que ha sido todo en Convergència y quien eligió a Puigdemont como sucesor, dejó un mensaje explícito a éste: "El proyecto es más importante que cualquier persona". Por si quedaba alguna duda, al ser preguntado por si puede dirigirse la Generalitat desde Bruselas, dejó clara su posición al manifestar que esa cuestión debería responderla el propio Puigdemont.
A siete días de que se constituya el Parlament
Mas guardó las formas y trató de desvincular su marcha de la situación política actual. Incluso alegó que era una decisión que tenía tomada hacía tiempo. Pero si así fuera, no debería haberle importado esperar unos días más, sobre todo porque falta una semana de que se constituya el nuevo Parlament.
Si en las filas del PDeCAT hay marejada, la situación no es mucho mejor en ERC. Carles Mundó, exconsejero de Justicia en el último Gobierno de Puigdemont anunciaba sólo unas horas antes que Mas su retirada de la política activa. Mundó, que renuncia a recoger su acta como diputado por Barcelona y vuelve a su trabajo como abogado, era una pieza básica en ERC. No por casualidad fue el elegido para el debate de candidatos de la Sexta, uno de los dos que organizaron las televisiones. Su nombre había sonado para la Mesa del Parlament y como delfín incluso de Oriol Junqueras.
La posición maximalista de Puigdemont no ha sido aceptada por ERC, que se siente traicionada por el expresident, instalado cómodamente en Bruselas, mientras el líder republicano continúa en la cárcel. Pero además, las pretensiones de Puigdemont son imposibles de cumplir, por cuanto el Reglamento de la Cámara no contempla en ningún caso una investidura telemática.
El bloqueo que genera Puigdemont con su actitud no solo desquicia a los dos principales partidos separatistas, sino que también acerca más la probable convocatoria de otras elecciones autonómicas.
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