A Susana Díaz le ocurrió lo que podría sucederle a Pedro Sánchez en los próximos meses: abandonó el Gobierno sin culminar la exhumación prometida. En Madrid se trata de Francisco Franco; en Sevilla, de Gonzalo Queipo de Llano. Partido Popular y Ciudadanos -formaciones que engrosan el Ejecutivo andaluz- y Vox -que lo sostiene- no apoyaron políticamente sacar de La Macarena al conocido como "virrey" de la capital hispalense entre 1936 y 1939.
Un gran número de asociaciones civiles exige su desentierro desde hace décadas. Todo lo contrario de lo que procurará Vox: "Tocar a los muertos es de cobardes. No hay que sacar a Franco ni a Queipo". El partido en el extremo derecho del tablero preside la comisión parlamentaria encargada de la Memoria Histórica y, según ha confirmado este diario, trasladará su parecer al nuevo Gobierno en cuanto toque.
De Queipo de Llano decían tanto sus partidarios como sus detractores: "Con una radio y el terror tomó Andalucía entera". Los historiadores no se ponen de acuerdo a la hora de cifrar sus víctimas, que oscilan entre 5.000 y 14.000 sólo en la provincia de Sevilla. Muchas de ellas asesinadas en las tapias del barrio de La Macarena, a unos metros de donde está enterrado. Encumbrado como "estrella de la radio" de los golpistas, incitó a violar a las mujeres anarquistas: "Esto está totalmente justificado porque predican el amor libre (...) Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres (...) y no milicianos maricones".
El Ejecutivo presidido por el PP, en cambio, guarda silencio. Evita dar una respuesta y se limita a contestar: "Todavía no nos ha dado tiempo a estudiarlo". En cualquier caso, los populares votaron en contra de la exhumación durante una moción celebrada en la Diputación de Sevilla en julio de 2018. Ciudadanos se abstuvo. "Sólo lo exigiremos en caso de que la hermandad de La Macarena y la familia Queipo se pongan de acuerdo para el desentierro", cuenta a este periódico un portavoz naranja.
Una hipótesis nada probable. La hermandad de La Macarena -ocurre algo similar que en el Valle de los Caídos con los benedictinos- se gobierna a sí misma. En su día, el arzobispado le "recomendó pastoralmente" que se aviniera al ruego del Gobierno de Susana Díaz y exhumara, pero no lo hizo. En última instancia, deslizó la posibilidad de retirar a Queipo de su lugar preeminente para trasladarlo a un columbario de nueva fabricación. Pero no pasó de ahí. Los nietos se negaron en rotundo a cualquier opción que no fuera dejar a su abuelo como está.
El PSOE, de puertas hacia fuera, siempre dijo "sí" a desenterrar a Queipo, pero varias asociaciones memorialistas le achacaron tibieza y falta de voluntad. Díaz no culminó el proyecto en cinco años. "Ninguno imaginábamos que fuéramos a perder el Gobierno. Lo rozamos con los dedos de las manos", se justifica un miembro del Ejecutivo anterior. Actualmente, el decreto que iba a hacerlo posible se encuentra pasando el trámite del Consejo Consultivo. "En definitiva, dependerá del nuevo Gobierno. Si no quieren, no saldrá".
Gonzalo Queipo de Llano y su mujer, Genoveva Martí, yacen a la entrada del templo, en unas tumbas grises, en el suelo, parecidas a la de Franco. Los nichos son casi lo primero que ven los turistas al entrar. Conforme la democracia avanzaba, la hermandad fue borrando los símbolos golpistas de las lápidas. Queipo apadrinó la construcción del templo y está considerado "hermano honorario".
El cambio de Gobierno podría frustrar su exhumación. Así lo intentará Vox, que ya advierte: "Se lo explicaremos a PP y Ciudadanos. Ellos tendrán que mojarse".