28-A: la campaña que descubrió a Cayetana y confirmó a Arrimadas como líderes nacionales
Escraches, debates, mítines, entrevistas... Ambas políticas han salido airosas de una carrera electoral repleta de obstáculos.
27 abril, 2019 02:44Noticias relacionadas
El éxito de unas elecciones se mide en escaños, pero el protagonismo de una campaña lo marcan los titulares. Dando por válida esta premisa, Inés Arrimadas y Cayetana Álvarez de Toledo encabezan la competición del mensaje afilado, que enardece a los suyos y solivianta al contrario. Mujeres en pie de guerra, sus partidos les encomendaron hace ya dos semanas la participación en todos los casus belli que han prologado la llegada de las urnas.
Al tratarse de una de las carreras electorales más "catalanas" de la democracia reciente, su categoría de número uno de PP y Ciudadanos en Barcelona les brindaba de partida un grueso protagonismo.
Arrimadas, con una caravana electoral autónoma y -en muchas ocasiones- independiente a la de Rivera, ha demostrado que su potencial político trasciende al Parlament. Álvarez de Toledo, sorpresa de última hora en la confección de las listas, ha combatido con creces la irrelevancia mediática que sufría la organización conservadora en Cataluña. Para más inri, una y otra han protagonizado escenas de mayor confrontación que sus candidatos.
"Tiene cualidades de sobra para ser candidata a la presidencia del Gobierno en un futuro si lo de ahora no funciona", reseña un portavoz autorizado de Ciudadanos. Una frase que calcan algunos compañeros de Álvarez de Toledo en el PP.
Decenas de radicales, escrache de por medio, trataron de impedir la comparecencia de la política del PP en la Universidad Autónoma de Barcelona. Algunos separatistas, primero en Amer y luego en Torroella de Montgrí, "desfinfectaron" -entiéndase esto al pie de la letra- el suelo pisado por la mandataria de Ciudadanos. Dos escenas que han permitido a ambos proyectos dibujar una suerte de relato "épico" encarnada por Arrimadas y Álvarez de Toledo.
Azules y naranjas han encontrado en sus discursos, y sobre todo en sus debates, material suficiente para inflar las redes sociales de dardos y "zascas". La jerezana y la madrileña criada en Argentina se han ocupado en primera persona de lo que sus partidos consideraban la tarea primordial de campaña: "La lucha contra el nacionalismo".
Ese eslogan ha circunscrito los programas de PP y Ciudadanos, que definen a Pedro Sánchez como un hombre que "pone en riesgo la unidad de España" a través de "sus pactos con los independentistas". A partir de ahí, ambas han tirado millas para poner sobre la mesa los "afectos" del actual PSOE con Puigdemont, Rufián y compañía.
Dos trayectorias ascendentes
Inés Arrimadas (Jerez, 1981) tiene algo de lo que carecen el resto de pesos pesados de Ciudadanos. También el propio Rivera. Es la única dirigente del partido que ha conseguido ganar unas elecciones importantes. No pudo gobernar, pero rompió el techo de cristal que los nacionalistas habían sellado sobre las fuerzas constitucionalistas en Cataluña.
Aunque la compañía les pidió que retiraran el cartel, los ideólogos del partido la disfrazaron de Khaleesi, reina de reinas en Juego de Tronos. Gracias a Arrimadas, Rivera pudo encerrarse durante tres días a preparar los debates de la tele. Un privilegio del que no disfrutaron sus adversarios. Mientras el candidato liberal repasaba sus notas, fue ella quien recorrió pueblos y ciudades para mantener vivo el mensaje en periódicos, radios y televisiones.
Tras el 28 de abril, Arrimadas desembarcará en el Congreso. Disfruta de un apoyo casi monolítico en la Ejecutiva. El movimiento sólo generó resistencias con la vista puesta en Cataluña, y no por miedo a una incómoda bicefalia. "¿No estamos desprotegiendo el Parlament?", preguntaron algunos dirigentes.
Álvarez de Toledo sonaba a candidata a la alcaldía, a la Comunidad de Madrid, número dos de Casado en la capital... Su viaje a Barcelona fue una sorpresa. Los populares decidieron apostar fuerte, no como en la ciudad condal, donde han ofrecido una apuesta testimonial.
Historiadora licenciada en Oxford y discípula de John Elliot, su nombre no ha sido ninguna sorpresa en los círculos periodísticos -trabajó en El Mundo durante años- ni culturales -la plataforma Libres e Iguales le granjeó la fama entre las élites culturales-. Ha sido esta campaña la que la ha llevado a la gran pantalla.