Un día de campaña con Pablo Casado: selfis, mítines y carreras entre aviones y furgonetas
EL ESPAÑOL acompaña el presidente del PP durante 24 horas. El recorrido serán mil kilómetros plagados de encuentros e intervenciones en medios .
7 noviembre, 2019 12:57Noticias relacionadas
Cuando sonó el despertador este martes, la actividad política en Madrid tan sólo había acabado hacía unas horas. El único debate electoral que enfrentó a los candidatos de los partidos mayoritarios a la presidencia del Gobierno había terminado de madrugada, sí, pero las agendas continuaban en marcha. En la campaña electoral más corta de los últimos años, la agenda se milimetra minuto a minuto, y cualquier momento es bueno para pedir el voto.
Así, EL ESPAÑOL pasa un día de campaña con el presidente del Partido Popular y líder de la oposición, Pablo Casado. En el menú del día constan dos platos y postre: avión de Madrid a Santander, mitin, encuentro con profesionales del mundo sanitario, desplazamiento por carretera hasta Oviedo, nuevo mitin, y vuelta a la capital de España. En total: algo más de mil kilómetros.
El ritmo es frenético y hay pocos instantes en los que quepa bajar la guardia. La sensación es de un caos organizado que, siempre -y muchas veces sin saber muy bien cómo-, acaba saliendo bien.
Vuelo Madrid-Santander
La primera etapa de la jornada es, quizás, la más sencilla: Pablo Casado ha tenido más tiempo para estar en casa y deja su domicilio a eso de las 10 de la mañana, ya uniformado con su clásico traje de chaqueta oscuro y listo para el trote. El avión sale desde el aeropuerto de Madrid y el vuelo, regular, está programado para que despegue a las 11.40 horas, pero cuentan con un as bajo la manga: pueden acceder directamente y ajustar, así, los tiempos al máximo.
EL ESPAÑOL espera al líder del PP ya en la misma puerta del avión. En el tiempo de descuento, a las 11.26, llega Casado junto a su equipo. Van sobre la bocina y lo saben. Aparece, en un primer momento, el líder popular él solo, con gafas y cascos, concentrado en sus papeles. Saluda amablemente a la tripulación. Después, suben los suyos.
A las 11.32 ya, por fin, todos los viajeros de este vuelo Madrid-Santander están ocupando sus asientos. Aunque habrá que esperar un poco más: son las 11.58 cuando finalmente despega el avión. Quince minutos de retraso. Pablo Casado, que viaja en turista, no levanta la vista de sus papeles. Va en ventanilla, acompañado de su jefa de prensa. Se coloca de nuevo los cascos. Suena, según deslizan desde su equipo más tarde, Coldplay y Jaime Cullum.
12.53. Aterriza el avión. El presidente del PP sale de los primeros, pero eso no impide que toque una larga sesión de selfis con hasta una decena de ciudadanos, curiosos, que se han sorprendido de que viajaran en el mismo vuelo que él. "Esto siempre es así", sonríe. A orillas de la terminal, a Casado le esperan los cargos del partido en Cantabria: en este caso, la presidenta del PP cántabro, María José Sáenz de Buruaga, y algunas autoridades más.
En Santander brota una leve lluvia hasta que, minutos más tarde, sale el sol. A la salida del aeropuerto, esperan tres coches: una furgoneta gris, grande, para Casado y sus colaboradores de máxima confianza, y dos coches: en uno viajará el equipo de seguridad que acompaña al líder de la oposición en sus desplazamientos y, en el otro, el resto de miembros del Partido Popular que no caben en la furgoneta.
El trayecto entre el avión y el hotel donde se celebra el mitin es trepidante. El reloj juega en la contra y eso flota en el ambiente.
Mitin y comida en Santander
13.20. El mitin empieza con algo de retraso. Los selfis se agolpan. Los más jóvenes sostienen el móvil en alto y se quedan al fondo de la sala. En los asientos, personal sanitario. En esta ocasión su alocución va sobre hospitales y servicios públicos.
A su llegada, aplausos y más aplausos. En esta ocasión, y de momento, no le gritan "presidente, presidente".
Casado no pierde la sonrisa en ningún momento. No mira al móvil, ni a ningún papel mientras espera su turno. Espera pacientemente y tan sólo intercambia algunas miradas y palabras con su jefa de Comunicación.
A su alrededor, mientras, el ritmo no para.
-¿El apellido completo de la presidenta del PP cántabro es Sáenz de Buruaga, no?, comenta esta periodista.
-No lo sé, pero si quieres te digo el nombre completo del próximo presidente del Gobierno, guiña un miembro de su equipo.
Arranca la intervención de Pablo Casado a las 13.41, donde ya vuelve a utilizar la coletilla que alguna vez le han afeado desde los medios, pero que él defiende a capa y espada "por ser verdad". Se trata de etiquetarse como "medio cántabro", en este caso. Aquí, arguye, viven gran parte de sus familiares. Abuelos, hermanas... Casado enraiza en Santander, defiende.
Termina a las 14.18. De ahí, salta a una sala contigua para poder pasar unos minutos con los profesionales asistentes. Son matronas las que se muestran más cariñosas con Casado. A las 14.36 arranca el encuentro formal con los profesionales sanitarios. Concluye a las 14.43 y vuelve la lluvia al cielo de Santander.
En el planning se contemplaba un paseo hasta el restaurante en el que harán la parada técnica. Su equipo suspira. "Hace mucho viento... No es día de paraguas. Qué casualidad que se pone a llover ahora", lamenta uno. Se quedan, así, sin recursos para los medios de comunicación.
Lo resuelve el propio presidente del PP con una enérgica frase. "No hace falta ir andando, no?", comenta. "¿No decía este que era medio cántabro?", suspira, sardónica, una periodista local. Al final, se decide ir en coche. El motivo, según explican desde su equipo más tarde a este diario, es que "a cuatro días de las elecciones no nos podemos permitir que se quede afónico. Lleva ya mucha tralla en la voz y no puede perderla".
El restaurante donde almorzarán, en un reservado, tiene un amplísimo ventanal que sitúa al visitante sobre la playa santanderina. Y es que, en opinión del líder, "la bahía más bonita del mundo es la de Santander, ni Sidney ni nada". Ya en privado, mientras se distribuyen los asientos para sentarse alrededor de la mesa, Casado comenta, divertido, en varias ocasiones "¡Esto parece una boda!" o "¿Habéis visto cómo organizo todo?".
Cuando da comienzo la comida son las 15.15. Las dudas sobre qué pedir de la carta son constantes, pero se resuelve rápido. "¿Pedimos algo sencillito?", comenta un miembro del equipo. "¡Algo rápido!", zanja otro, entre risas. En esta jornada disponen de algo más de cuarenta minutos para almorzar. "Un lujo", ironizan.
Son las 16.22 cuando EL ESPAÑOL tiene un hueco para entrevistar, rápidamente, al presidente del PP. Es contrarreloj y no hay ni tiempo para un café. A las 16.49, y bajo una lluvia atronadora, la caravana continúa en la ruta hacia Oviedo. Corriendo, corriendo, corriendo. Hay una distancia de dos horas.
Mitin en Oviedo
A las 18.01, los tres vehículos que componen el equipo de campaña del Partido Popular aún van por Villaviciosa. Por el camino, el cielo ha jarreado y la conducción se ha vuelto bien complicada. El chófer que lleva a las reporteras de este periódico, al fotógrafo del presidente, David Mudarra, y al jefe de redes sociales, Ismael López, se esmera en conseguir llegar a tiempo. Relata cómo han cambiado las campañas electorales desde que ETA abandonó las armas. "Antes nadie podía abandonar el coche ni un minuto e íbamos acompañados de muchísima más seguridad".
En la furgoneta del presidente, además de él mismo y su conductor de confianza, van la jefa de comunicación de Génova, María Pelayo, y otro de los grandes asesores, el senador David Erguido. Habitualmente y bajo circunstancias normales, también lo harían nuestros acompañantes. En esta ocasión, nos hemos desdoblado en dos vehículos.
Precisamente, en estos ratos muertos, es cuando todo el equipo de alrededor de Pablo Casado aprovecha para trabajar, enviando fotografías, mensajes, coordinando directrices, o para relajarse en algún momento. No se puede parar, ni siquiera si alguien, aparte del presidente, necesita ir al baño. La velocidad es clave.
Con el tiempo en contra, esta vez tampoco el propio Casado ha podido parar para ir al servicio. Decide hacerlo ya en el Auditorio Príncipe Felipe de la capital de Asturias, y le sigue una marabunta de fotógrafos. Son las 18.40 y va todo con ligero retraso, pero tampoco demasiado grave.
18.50 y arranca el mitin. Según fuentes de la organización, hay más de dos mil personas congregadas en este acto en Oviedo, que cuenta con un asistente especial: Francisco Álvarez-Cascos. Los asistentes son, mayoritariamente, personas ya avejentadas. La edad media supera ampliamente los cincuenta años.
Vuelta a Madrid
Casado sube al escenario a las 19.20. El día va consumiéndose, pero un imprevisto asalta: el vuelo de Asturias (el aeropuerto está en Avilés, a cincuenta kilómetros de Oviedo) a Madrid sufre un largo retraso, de más de dos horas.
Los populares deciden no terminar el día esperando en un avión, así que cogen la furgoneta y emprenden el camino de vuelta a Madrid. No quieren estar quietos, aunque, finalmente, la hora de llegada a la capital de España será la misma. Son cuatro horas de trayecto por carretera; por aire, tan sólo una.
A las 22.01 comienza el embarque en el aeropuerto asturiano. Ya es noche cerrada y el ritmo, por fin, desciende. A Madrid se llega ya pasada la medianoche. Toca llegar a casa, dormir... y vuelta a empezar.