El PSOE "toma nota" de la campaña partidista de Iglesias y el PP ve "guerra de egos" en el Gobierno
Sectores en Ferraz ven con preocupación cómo el líder de Podemos impone su relato incluso en medio de la lucha contra el virus.
4 abril, 2020 02:31Noticias relacionadas
En medio de la batalla contra el Covid-19, la guerra por el relato no cesa entre socios de Gobierno. La campaña partidista de Podemos en redes sociales excluyendo los ministerios en manos del PSOE de las medidas sociales adoptadas para paliar la crisis sanitaria ha generado malestar en las filas socialistas.
Los cargos socialistas del Gobierno se hallan inmersos en frenar la expansión del virus y prevenir en la medida de lo posible los efectos más inmediatos que el parón de la actividad económica ha tenido en el tejido productivo, pero fuentes del partido aseguran que “toman nota” de esta estrategia comunicativa de los morados y que incumple el documento que firmaron para la configuración del coalición de Gobierno y que hablaba de mantener una “estrategia de medios conjunta”.
Si antes del brote del virus, la pugna entre socios de Gobierno se visualizó en las respectivas tentativas para capitalizar la nueva ley de Libertades Sexuales o la manifestación feminista del 8-M, el nuevo escenario inédito en España con más 10.000 fallecidos y 833.979 personas en paro de este mes de marzo no ha servido para reforzar la unidad.
La comunicación es una de las áreas donde los de Iglesias han demostrado sus mejores habilidades, ya sea mediante campañas de propaganda en redes sociales o en la capacidad del propio Iglesias de imponer su relato en sus comparecencias ante los medios.
En su primera comparecencia por la crisis del Covid-19 desde el Palacio de Moncloa demostró su aptitud para incorporar en el lenguaje de los medios expresiones como “escudo social” y, pese a que su discurso no añadía ninguna novedad respecto a los anuncios del presidente Pedro Sánchez del día anterior, logró lanzar un relato convincente para desmarcarse del PSOE de José Luís Rodríguez Zapatero. En aquel momento el PSOE optó por las políticas de austeridad tras la crisis financiera de 2008. Es decir, Iglesias se movilizó como garante de que sus socios no volverían a traicionar a los votantes de izquierda.
Sectores de Ferraz ven con preocupación esta capacidad de Iglesias de colocar su mensaje. Y más desde su posición de vicepresidente segundo. Estos sectores señalan a Moncloa y concretamente al jefe del Gabinete de Sánchez, Iván Redondo, de dejar a Iglesias manga ancha para librar una batalla por el relato que, a su juicio, solo perjudica al PSOE.
Desde el Ejecutivo, no obstante, son más prudentes que la militancia a la hora de sacar conclusiones. Más allá del relato, las medidas políticas adoptadas se alejan de las que pedía Podemos, que ha tenido que renunciar a su programa de máximos. Por ejemplo, sobre las ayudas para el alquiler se han impuesto los planteamientos de la vicepresidente de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, y el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, consistente en un sistema de microcréditos avalados por el Estado. Iglesias, por contra, pedía que los propietarios de más de dos viviendas perdieran el 80% de sus ingresos y que las arcas públicas asumiera el resto.
“Guerra de egos”
En paralelo, PP y Cs critican que en medio de esta crisis sanitaria no cese la rivalidad entre PSOE y Podemos. “Lo que necesita España no es una guerra de egos en el Gobierno, lo que necesita es que llegue de una vez por todas el material que necesita nuestro personal sanitario”, afirman fuentes de la formación de Pablo Casado.
En la formación naranja ven “increíble” que “tengan tiempo” de pensar en otros aspectos que no sea atajar la pandemia y sus efectos sobre la economía. Ambas formaciones consideran que el Ejecutivo está mucho más “dividido” de lo que aparenta, pero de momento Sánchez no ha buscado el acercamiento con la oposición para poder aprobar los decretos anunciados o sumar esfuerzos en la lucha contra el virus.
Y si la oposición juega sus cartas, también las juegan entre socios de Gobierno. La pugna interna que se vislumbró antes de la pandemia se mantiene. Con o sin virus.