La caída sin precedentes del turismo internacional en España, que se estima que será de alrededor del 90% este verano debido a la crisis del Covid-19, obliga a las comunidades autónomas a intentar salvar la temporada veraniega atrayendo a viajeros nacionales.
La Generalitat de Cataluña ha lanzado la campaña Cataluña es Tu Casa con el fin de estrechar “los vínculos emocionales” con España y que turistas del resto de regiones decidan visitar enclaves como la Costa Brava, Tarragona o Barcelona.
En los últimos años y coincidiendo con el auge del proceso separatista promovido por los sucesivos Gobiernos autonómicos ha ido descendiendo el turismo nacional en la región. Según un estudio del BBVA Research, el turismo ha caído un 4,2% desde 2017 y las pernoctaciones se desviaron a otras autonomías costeras, como Andalucía o Comunidad Valenciana, ante la escalada de tensión política en Cataluña.
Los datos del INE también reflejaron una bajada del 10,3% de las pernoctaciones de españoles de fuera de Cataluña en hoteles de esta comunidad durante los altercados por la sentencia contra los líderes independentistas juzgados por el Tribunal Supremo en octubre de 2019.
Este progresivo descenso se veía compensado por la llegada de turistas internacionales. Pero el coronavirus lo ha frenado en seco. Y el paisaje amarillo que ha dejado el nacionalismo en ubicaciones turísticas echa para atrás a muchos viajeros del resto de España:
1. Cruces en las playas
Una de las campañas más impactantes y controvertidas del independentismo fue la instalación de cruces cristianas amarillas en las playas de media Cataluña para protestar por el encarcelamientos de los líderes del procés.
Esta iniciativa llegó a provocar graves enfrentamientos entre personas que querían disfrutar de sus días de vacaciones y partidarios de la causa que veían con buenos ojos la ocupación de las zonas de arena para poner estos símbolos.
Las reminiscencias de esta acción con la Segunda Guerra Mundial también hicieron que fuera considerada una frivolidad por parte de muchos catalanes, al equiparar un conflicto bélico que tuvo millones de muertos con el procés.
Estas actuaciones fueron a veces acompañadas de cadenas humanas nudistas en la orilla para hacer más visible su protesta.
2. ‘Esteladas’ en los balcones
Las banderas independentistas en los balcones de particulares forma parte de la libertad de expresión. Sin embargo, se realizaron campañas para animar a los vecinos que no tenían ningún símbolo a pronunciarse y significarse políticamente.
Para algunos viajeros puede generar un clima adverso estar rodeados de tantas banderas con una determinada significación política exhibidas desde las viviendas, además de poner en una situación incómoda a los que no las tengan.
3. Cánticos en las plazas
En la mayoría de pueblos de Cataluña, donde se concentra la mayoría del voto nacionalista, se realizaban encuentros diarios en uno de los puntos céntricos de las localidades para cantar canciones de apoyo a los presos.
En localidades turísticas de la Costa Brava, como la Escala, estos rituales coincidían con las compras y paseos de los turistas.
4. Sin la bandera nacional
En la mayoría de los Consistorios de las zonas turísticas -a excepción de Tarragona- desapareció la bandera nacional de los Ayuntamientos durante años, incumpliendo la Ley de Banderas. Más tarde, muchos regidores municipales la repusieron ante la amenaza de sanción.
El nombre de la campaña de la Generalitat es Cataluña es Tu Casa, pero durante mucho tiempo España y sus símbolos desaparecieron de las instituciones, haciendo sentir a muchos catalanes y al resto de españoles que no estaban representados.
5. Ataques turísticos
Además de las campañas independentistas, se perpetraron actos vandálicos contra el turismo. Barcelona fue uno de los principales caldos de cultivo de la turismofobia, con respaldo de algunos partidos con representación parlamentaria.
Las juventudes de la CUP, Arran, atacaron a un autobús turístico en la capital catalana que estaba lleno de visitantes. También se encadenaron a la puerta de la sede de Barcelona Turismo y asaltaron el emblemático edificio de La Pedrera.
En aquel momento el partido antisistema era el principal valedor del gobierno de JxCat y ERC. Desde el Ayuntamiento liderado por Ada Colau tardaron en reaccionar y condenar los ataques. La CUP, por contra, justificó esa acción violenta.
6. Lazos amarillos
La invasión del espacio público por parte del separatismo catalán es una constante. Los lazos amarillos no solo se observan en plazas o balcones, también engalanan todos los parques donde juegan los niños o conviven con las indicaciones de tráfico en la misma calzada.
Muchos de los pueblos más turísticos y emblemáticos de la región están totalmente llenos de plástico amarillo que representa un símbolo en favor de los políticos condenados.
7. Iglesias con lemas partidistas
Tampoco las iglesias catalanas han permanecido neutrales al auge del procés. En la mayoría de centros de culto católicos del territorio se puede observar cómo cuelgan pancartas con lemas partidistas o directamente independentistas y sus campanarios aparecen con colores amarillos.
En la misma línea, castillos y edificios medievales o de interés turístico son usados por los nacionalistas para promocionar sus campañas ideológicas.
Toda esta instrumentalización política de los monumentos históricos y culturales no contribuye a que los viajeros no afines a la causa independentista puedan sentirse cómodos para visitarlos.
8. Menús solo en catalán
Otra de las situaciones que tendrá que afrontar un ciudadano español de fuera de Cataluña si se decide a visitar la región es que en algunos restaurantes no cuentan con el menú escrito en lengua castellana.
Mientras en muchos locales disponen de carta en catalán, inglés, alemán, italiano o francés, optan por descartar el castellano.
9. Fuera policías de los hoteles
Las escenas que se vivieron en el otoño caliente de 2017 con grupos de independentistas que se acercaban hasta los hoteles donde se alojaban agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional para obligarles a irse sigue muy presente en la memoria colectiva de los españoles.
Las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado son de las instituciones más valoradas por los españoles en los distintos sondeos del CIS. La negativa del Govern de Quim Torra a que el Ejército desinfectara residencias y espacios de gran confluencia en Cataluña tampoco contribuye a generar “los vínculos emocionales” con el resto de España en el que se basa su campaña institucional para captar turismo.
10. Cortes de vías y carreteras
Los cortes en las vías del tren AVE y en las carreteras y autopistas por parte de los autodenominados Comités en Defensa de la República (CDR) han afectado en distintas ocasiones a los viajeros.
La pasividad de los Mossos d’Esquadra ante esos actos vandálicos puede también provocar que mucha gente se lo piense dos veces a la hora de desplazarse a la región si temen que no podrán contar con las autoridades para salvaguardar el orden.