Un día más y coincidiendo con la hora destinada al deporte, a partir de las 20.00 horas, centenares de personas se han lanzado a las calles de Madrid y han cortado el inicio del Paseo de La Habana, justo a orillas de la Castellana. Al grito de “Gobierno dimisión”, la multitud ha inundado el asfalto, ha cortado el tráfico y ha desbordado a la policía. Varios furgones antidisturbios no han logrado impedir que un autobús público quedara varado en la carretera.
Pertrechados de cacerolas y banderas nacionales, los manifestantes han confluido en el mismo lugar donde este sábado fue desplegada una lona gigante con el rostro de Pedro Sánchez a modo de mofa.
Ni paseo ni movimiento. Tampoco distancia de seguridad. Algunos jóvenes incluso se abrazaban. Mientras sobrevolaba un helicóptero, los congregados saludaban al cielo y celebraban haber conseguido que la marcha prosperara.
Este domingo, la manifestación también se ha extendido por un tramo del Paseo de la Castellana. Gritos contra el presidente y contra Pablo Iglesias. Muchos “¡Viva España!” Con voces rasgadas, casi afónicas, que han sido contestados con respectivos “vivas” por la multitud.
El mayor sinsentido de la manifestación ha llegado cuando quienes cortaban la calle e impedían la labor de la policía se han puesto -sin despejar el paso- a aplaudir a los agentes.
Sede del PSOE
La calle Ferraz, sede del PSOE, ha visto en la tarde de este domingo como cerca de 100 personas clamaban contra el presidente del Gobierno por la gestión que su Ejecutivo está haciendo de la crisis del coronavirus.
"Di-mi-sión". Tres golpes de voz al unísono han ensordecido los 90 metros de calle en la que sita el cuartel general socialista. Cazos y sartenes han hecho el acompañamiento musical en una nueva jornada de protestas en la capital de España.
Con enseñas nacionales sobre los hombros, jóvenes y mayores han mostrado su descontento desde 15 minutos antes de las 21.00 horas. También se han dejado ver megáfonos, cruces de Borgoña y corazones de Cristo Rey.
Pasados 10 minutos de las 21.00 horas, los manifestantes se han concentrado enfrente de una sede del PSOE vacía, custodiada por tres agentes de Policía Nacional que parecían hacer guardia.
El timón de los cánticos lo lleva un grupo de chavales con banderas españolas sin escudo y mascarillas con estampado de la cruz carlista. Con un micrófono enchufado a un altavoz de fiesta de Fin de Año, ha guiado a los manifestantes en una dirección u otra con sus cánticos. "Sánchez dimisión, Gobierno a prisión" y "asesino" han sido los cánticos más coreados.
Javier se manifiesta porque quiere "un Estado de bienestar, un Gobierno que no nos mientan. Nos han metido el comunismo, y mira que no soy de extremos, pero la situación es irreversible", asegura.
El germen, en Núñez de Balboa
En la calle Núñez de Balboa esquina con Ayala, germen de la rebelión contra el Gobierno de Pedro Sánchez, las primeras cacerolas empezaron a sonar a las 20.30 horas. Cuatro lecheras con unos 10 policías nacionales advertían a los vecinos que había que caminar, que no se podía permanecer quieto. Todos respetaron las órdenes dadas y hubo quien dedicó algún "¡viva la Policía!" entre muchos "¡Sánchez dimisión!". El tráfico no hubo que cortarlo.
A través de un megáfono se pidió saber "quién decide por nuestras vidas" y pronto se pidió la salida del Gobierno. El coreo sonó más fuerte a las 21.00 horas, cuando se leyó un manifiesto en el que se dijo a las 27.600 familias que han perdido un familiar por la pandemia que "nunca estaréis solos". El ruido de las cacerolas salía ya también desde las ventanas. En un cartel se pedía libertad para España: "Freedom for Spain".
Había gente de todas las edades calle arriba calle abajo. Muchas banderas de España, mascarillas decoradas con mensajes como "Sánchez vete ya" y conversaciones que giraban en torno a lo mismo: "Queremos tener libertad para movernos libremente", se quejaba Aurora (63 años). "Quiero saber quién decide por mi vida y por qué el lunes no puedo abrir mi negocio. ¿Alguien va a pagar mi ruina?", añadía su hijo, Álvaro (35 años).
El ruido enmudeció casi a las diez de la noche, cuando sonó desde una vivienda el himno de España a modo de cierre. Los últimos manifestantes entraban en sus portales. En la calle Núñez de Balboa se quedaban solas las lecheras y los policías nacionales.