"La vicepresidenta sigue algo pachucha", explica su entorno más cercano, "pero trabajando a pleno rendimiento". Es jueves y Carmen Calvo preside telemáticamente la reunión de secretarios y subsecretarios, en la que se prepara el Consejo de Ministros de cinco días después. Pasó alrededor de dos meses convaleciente por Covid-19, pero decidió reincorporarse en cuanto encadenó dos negativos.
Compensa la flojera que le ha dejado aún el coronavirus con la energía que la ha mantenido al frente de responsabilidades políticas durante dos décadas... junto a Margarita Robles, es la más veterana en puestos ejecutivos dentro del Gobierno. Profesora titular de Derecho Constitucional en la Universidad de Córdoba, ya era ministra de Cultura en el primer Ejecutivo de Zapatero, en 2004.
Calvo viene de un nuevo miércoles de batalla en la sesión de control al Gobierno en el Congreso, justo después de un martes con la tarde en el Senado y la mañana... en otro consejo. Y mientras, apagando fuegos dentro de su responsabilidad en el partido, del que es secretaria de Igualdad. Además, ahora se le ha añadido una nueva tarea: Pedro Sánchez le ha encargado la relación con Ciudadanos, no dejar escapar la oportunidad de ampliar la mayoría en el Congreso o, al menos, las cartas en la mano.
El presidente no quiere sentirse atrapado por los independentistas. El nuevo talante estrenado por el Ciudadanos de Inés Arrimadas -ahora, de Edmundo Bal, porque la presidenta del partido está de baja maternal-, ha sido detectado en el Gobierno. "Antes, le hacían desplantes al presidente, y no iban ni a Moncloa cuando se les llamaba", explica otra colaboradora de la vicepresidenta. "Ahora escuchan, negocian, acuerdan... no era este Gobierno el que cerraba la puerta".
El acercamiento a Cs es una ocasión doble para Sánchez: demuestra capacidad de diálogo y niega el radicalismo del que PP y Vox lo acusan, por un lado; y por el otro, desarma a Esquerra en la mesa de negociación, ya que si sus votos no son imprescindibles para sobrevivir en Moncloa, se reduce mucho la capacidad de presión de los de Oriol Junqueras.
Presupuestos en el horizonte
Despierta la "nueva normalidad" y el presidente, así, ha reforzado la Vicepresidencia política de Carmen Calvo encargándole que sume apoyos entre las fuerzas políticas del arco parlamentario.
Quedan lejos las votaciones de los Presupuestos, que aún no están ni presentados ni siquiera elaborados. De hecho, se están reescribiendo "desde cero" porque la crisis sanitaria y socioeconómica ha cambiado todo el campo de juego. Pero se trata de asegurar la legislatura y, Pedro Sánchez le ha confiado a su mano derecha en el Ejecutivo la labor.
Muchas son las voces desde el lado morado del Gobierno que han pintado a Calvo como un hueso duro de roer, su principal enemiga. Incluso como una mujer despechada, porque Sánchez se ha acercado a Iglesias -e Iglesias a Sánchez, aprovechando la baja por enfermedad de Calvo- y ella habría perdido predicamento con el presidente.
"No soporta haber perdido el poder en Igualdad", la acusaron desde Unidas Podemos para tapar el desastre del anteproyecto de ley de Libertad Sexual justo en la semana del 8-M.
El equipo que acompaña a Calvo en su trabajo diario se extraña de la imagen que reflejan los medios de la jefa. "No sé por qué siempre la presentáis como una mujer dura que se pelea y nada más, es ella quien mantiene los contactos habituales con los grupos parlamentarios, es ella la que pilota muchas negociaciones". De hecho, es ella el eslabón directo que une al Gobierno con el PSOE y el Grupo Parlamentario. "Eso exige mucha mano izquierda", comenta una de sus colaboradoras.
Cuando Inés Arrimadas se cogió la baja maternal, el canal de comunicación que mantenía con Pedro Sánchez quedó desactivado. "Está totalmente desconectada, a excepción de alguna reunión informal que ha mantenido con compañeros", relatan a este diario fuentes autorizadas de Ciudadanos.
Por eso, Gobierno y liberales se vieron apremiados a estrenar un nuevo canal de comunicación: ahí entraron en juego los dos actores trascendentales de los últimos pactos. Carmen Calvo y Edmundo Bal. La escenificación de -esta sí- "nueva normalidad" con Cs fue una cita con cobertura oficial de los medios de Moncloa en la sede de la Vicepresidencia. "Fue en una de las salas de reuniones grandes que tenemos en el complejo", explican desde el departamento de Calvo, "queríamos que fuera presencial, pero había que guardar la distancia de seguridad".
"Una cosa son las reuniones a las que damos trascendencia pública, como la del viernes 12, y otra cosa son la cantidad de veces que hablan...", explican desde las oficinas de Calvo, en Moncloa. Es decir, ¿que la vicepresidenta y Bal están en contacto habitualmente? "Hablan mucho más de lo que pensáis, sin duda".
Desconfianza desmentida
Distintos mandatarios de Ciudadanos reconocen que la elección de la vicepresidenta por parte de Moncloa les generó cierta desconfianza. Tenían la imagen de Calvo como azote parlamentario de PP, Vox y Ciudadanos. Una mujer que se enzarzaba con Cayetana Álvarez de Toledo en una especie de duelo de altivez.
"Nos ha sorprendido mucho", relata un importante miembro de Ciudadanos. Esta fuente indica que la Calvo que se sentó a la mesa con ellos nada tiene que ver con la política socialista que muerde a la oposición en el Congreso.
Los líderes liberales se han encontrado con una "mujer seria y razonable", que "respeta" los papeles que hay sobre la mesa. Para el nuevo Ciudadanos, que presume de haber consumado su regreso al "centro", las conversaciones en torno a los documentos son lo más importante.
Desde la maternidad de Arrimadas, el eje Calvo-Bal viene funcionando sin demasiadas dificultades y representa la cúspide de la nueva relación que Moncloa ha trazado con los naranjas.
El funcionamiento es el siguiente: el propio Bal, los vicesecretarios Cuadrado y Espejo, y algunos parlamentarios como María Muñoz o Sara Giménez trabajan con los ministros -principalmente Yolanda Díaz y José Luis Escrivá- en torno a medidas específicas. Después, es la relación Calvo-Bal la que encauza lo acordado