De Marina Bravo (Zaragoza, 1978) y Ciudadanos se dice lo que de Manuel Fraga y el Estado: “Tiene el programa en la cabeza”. Tras la debacle electoral, Inés Arrimadas la eligió su número dos. Al contrario de lo que sucedía con el secretario general anterior, José Manuel Villegas, Bravo trabaja más de puertas hacia dentro que hacia fuera. Por eso, sus entrevistas pueden contarse con los dedos de las manos.
Antes ingeniera de Adif -llegó a coordinar la red comercial noreste-, obtuvo su acta de diputada en el Parlament en 2015. Un año más tarde se afilió a Ciudadanos. Fue allí, en la Cámara autonómica, donde se ganó la confianza de la actual presidenta de la organización. Arrimadas suele delegar en ella lo programático.
A lo largo de esta conversación, Bravo desmiga el giro estratégico dado por su partido. Reitera que, desde que se desató la pandemia, Ciudadanos ha logrado remendar el motivo que les empujó a la debacle: “Se ha visualizado que somos un proyecto útil”.
De verbo tranquilo, predica con el ejemplo: casi cuarenta minutos de charla y un solo calificativo arrojadizo contra sus adversarios. Cifra de récord en esta política de la crispación. La crítica, siempre ceñida al “programa, programa” que clamaba Julio Anguita.
Al contrario que su predecesor, José Manuel Villegas, no suele usted frecuentar demasiado los medios de comunicación. Entiendo que es una decisión estratégica. ¿Cuál va a ser su papel en este proyecto?
Es verdad que, en esta nueva etapa, la secretaría general tiene por debajo tres vicesecretarías fuertes. Todos ellos con una gran dedicación a lo orgánico. Yo también soy diputada en el Parlament. Inés ha implantado un trabajo muy de equipo, más transversal. Le gusta estar al tanto de todo y tomar las decisiones de manera muy consensuada.
Según tengo entendido, usted, además de formar parte de las negociaciones con Moncloa, es la principal hacedora del programa electoral de Ciudadanos. ¿Qué cambiará respecto a la etapa anterior?
Cuando se marchó Toni Roldán hace casi un año, me quedé como responsable de la secretaría de Programas. Es algo que me interesa y me motiva muchísimo. Continuaremos desarrollando el documento conforme vayan surgiendo nuevos temas, pero el ideario no ha cambiado. Ni cambiará. Defendemos la igualdad, la solidaridad y la unión. Un liberalismo de progreso como nexo entre los ciudadanos. Queremos ocupar el gran espacio que hay en el centro. Lo hacemos con pragmatismo, alejándonos de sectarismos y demostrando utilidad.
Donde sí hay un cambio es en la estrategia: Ciudadanos ha votado a favor de tres de los cuatro documentos para la reconstrucción y mantiene vivas las negociaciones de los Presupuestos. ¿Se les puede calificar de socios de Pedro Sánchez?
Lo que ha cambiado son las circunstancias de nuestro país… y de toda Europa. Atravesamos una pandemia que no daba otra opción: había que dejar de lado el partidismo y sentarse a negociar. Ciudadanos no es un socio del Gobierno. Votamos a favor del estado de alarma y, gracias a ese diálogo necesario, hemos logrado extraer medidas muy importantes. Se ha visualizado que estábamos dispuestos a hablar y a elegir lo mejor para los españoles, siempre alejados del nacionalismo y el populismo. Lo ideal es una mayoría moderada lo más amplia posible, también con el PP.
Pero, ¿no es un objetivo premeditado influir en las políticas del Ejecutivo para evitar que lo hagan las formaciones nacionalistas?
Lo primero que pusimos sobre la mesa fue salvar vidas y empleos. Estuvimos ahí, negociamos, y eso puso muy nerviosos a los dirigentes de Esquerra Republicana. Nacimos para hacer prescindibles a las fuerzas nacionalistas, que se aprovechaban de la aritmética parlamentaria para colmar sus intereses particulares. Intentamos oponernos a este Gobierno Frankenstein todo lo que podemos: está sostenido por aquellos que quieren romper España.
¿Le siguen llamando “Gobierno Frankenstein” a pesar de que han votado con ellos tres de los cuatro documentos de la reconstrucción y de que están negociando sus Presupuestos?
Es así: un montón de grupos que poco tienen en común y que casi nunca buscan el interés de todos los ciudadanos.
Entiendo que se siente cómoda con la abolición del veto a Sánchez: ¿se sentía incómoda, entonces, con el “no inamovible” que implantó Albert Rivera?
El “no” a Sánchez fue una promesa electoral de Ciudadanos, pero no olvidemos que el “con Rivera no” fue coreado por los seguidores del PSOE. En septiembre, pusimos unas pequeñas condiciones a Sánchez para buscar una alternativa y evitar las elecciones.
Tenemos que aprender de los errores: seguramente, no supimos explicar qué hacíamos y por qué lo hacíamos
Fueron grandes condiciones planteadas sobre la bocina…
El tiempo estaba sobre la bocina, es verdad, pero las condiciones eran asumibles. Ciudadanos siempre ha pensado en qué era lo mejor para los españoles y siempre ha actuado de esa manera.
Le hago la misma pregunta que a varios de sus compañeros: ¿cuál es su análisis particular sobre la debacle electoral de las últimas generales? ¿Qué pasó?
Cometimos errores, claro, pero también hubo factores que no estuvieron en nuestra mano. El resultado seguramente se dio así porque no se consiguió explicar bien qué se estaba haciendo y por qué. Tenemos que aprender de esos errores. En aquel momento, habiendo sacado un buen resultado, no se nos vio útiles. No sólo es importante serlo, sino también explicarlo. Ciudadanos es muy parecido a la sociedad española: son muchísimos los que no piensan en izquierdas y derechas. Debemos demostrar la utilidad de ese espacio.
¿Y qué es el “centro”?
Pactar a un lado y a otro, en función de los documentos y de las circunstancias, dejando al un lado el sectarismo. Es un espacio muy interesante porque puede tender puentes.
Gobierno y PP no han sido capaces de pactar ni un solo documento. Antes hemos hablado de Sánchez, ¿le parece responsable la oposición de Casado?
Ciudadanos está con esa mano tendida al PP. Si conseguimos consolidar que el debate gire en torno al centro, esa fórmula será más fácil; y las mayorías, más amplias. Ciudadanos tiende puentes. Creo que lo estamos consiguiendo.
Pero, en la práctica, ¿cómo trabajan para unir a PSOE y PP?
Al Gobierno le ofrecemos una mano condicionada a que las propuestas sean moderadas y centradas. Así no depende de sus socios. Gracias a ese viraje al centro, es más fácil que se acerque el PP.
Uno de los abismos que separa al Gobierno de Ciudadanos es la política fiscal. Moncloa ya ha manifestado su intención de subir los impuestos. ¿Tienen ustedes alguna herramienta para evitarlo?
La primera opción no puede ser subir los impuestos. No nos lo planteamos en ningún caso. Estamos esperando a que se concreten las ayudas europeas. Habría sido muy potente ir a Bruselas con un acuerdo más amplio. Habríamos transmitido confianza.
Si elevan la presión fiscal tal y como han prometido, ¿seguirán adelante con el pacto de las cuentas públicas?
Sabemos que el gasto va a ser elevado... Pero nosotros somos partidarios de eliminar, precisamente, el gasto superfluo; o de perseguir la elusión fiscal. Hay muchos caminos antes que ahogar a las empresas y a las clases medias con más impuestos.
La dirección de Ciudadanos reitera que apoya determinadas medidas de Sánchez para evitar un mal peor -el condicionamiento del separatismo-. A consecuencia de eso, en votaciones de gran calado, ustedes están del lado del Gobierno. ¿Lo comprenderán sus votantes potenciales?
Las medidas que apoyamos generan ese efecto de anulación del separatismo. Los diez diputados de Ciudadanos están siendo muy útiles. Esa imagen que no supimos dar antes con más parlamentarios la estamos dando ahora. La pandemia ayuda a que se visualice. Pero nosotros no vamos a obviar nuestro ideario. Quien vota a Ciudadanos lo hace con un trasfondo de utilidad y pragmatismo.
Cuando habla de esa imagen que no supieron dar, ¿se refiere a la de partido de centro?
No. Me refería a una imagen de utilidad. Durante la pandemia, hemos demostrado que con diez diputados se puede ser muy útil. Influyen muchos factores: la postura del de al lado, el contexto…
Se ha demostrado que el frentismo y el no hablar con el de enfrente no conduce a nada
Tal y como publicó este diario, el giro de Ciudadanos molestó a algunos de sus cargos institucionales. Ahí queda aquel encendido debate en el grupo de WhatsApp. ¿Se han limado ya las asperezas?
No son asperezas. Hablamos y opinamos de la situación. Hemos arrancado una nueva etapa. Estoy muy contenta de trabajar junto a Inés. Me hace mucha ilusión. La Ejecutiva está recién formada y se debaten las cuestiones que usted comenta. Es muy sano.
¿Qué espera de la próxima cumbre Gobierno-Ciudadanos, que se celebrará en Moncloa este mes?
Estamos dispuestos a hablar. Se ha demostrado que el frentismo y el no hablar con el de enfrente no conduce a nada. Espero que avancemos y tomemos medidas centradas, que dejen de lado los extremismos.
También en julio, el Gobierno va a convocar la “mesa del diálogo” con el independentismo catalán. Ustedes dicen: “Eso nos pondrá muy difícil apoyar los Presupuestos”. Pero no lo descartan. ¿Cuál es su plan?
Nos lo pondrá muy difícil, sí. Sobre todo si hablan de desigualdad, indultos… Esas son nuestras líneas rojas. Si se reúnen, será mucho más complicado. Veremos qué sale de ahí.
Se lo “pone muy difícil” pero, ¿aboliría las negociaciones de los Presupuestos?
Nos lo pondrá muy difícil.
No me quiere contestar a la pregunta.
La línea roja es la igualdad entre españoles.
Pero Ciudadanos no ha dicho que si se celebra la mesa vaya a dejar las negociaciones de los Presupuestos.
¿Me lo va a preguntar cinco veces? -bromea-.
¿Dejarán de negociar?
Nos lo pondrá muy difícil. Nosotros defendemos el respeto a los derechos de todos, independientemente de la Comunidad en la que vivan.
En clave orgánica: el transfuguismo de un concejal en Málaga y de otra en Tenerife les ha costado caro. ¿Teme que esas situaciones se repliquen en más ayuntamientos del país?
Han sido comportamientos inadmisibles. El transfuguismo no castiga a un partido en concreto, sino a la ciudadanía en general. No es algo que me preocupe a nivel nacional, son casos muy puntuales. Nuestros gobiernos son fuertes.