La diplomacia hace aguas entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición. Este 6 de diciembre, Día de la Constitución, llevaban más de tres meses sin hablar. El "espíritu" de la Carta Magna que ambos ensalzaron y los tradicionales corrillos -más reducidos que otros años debido al coronavirus- hacían presumir un leve deshielo entre ambos. Pero no ocurrió.
Pedro Sánchez volvió a ningunear a Pablo Casado a las puertas del Congreso. Igual que lo hizo el pasado 26 de octubre, cuando el candidato del PP intentó ponerse en contacto con él vía telefónica. El jefe del Ejecutivo, además de no responder, ni siquiera devolvió la llamada.
Para más inri, Sánchez puenteó a Casado. Pese a separarles apenas tres metros, el presidente socialista departió tranquilamente con casi todos los barones del Partido Popular.
Se acercó a Feijóo (Galicia), Fernández Mañueco (Castilla y León), López Miras (Murcia) y Moreno Bonilla (Andalucía). A todos ellos, a tenor de las fuentes contrastadas por este diario, les preguntó por el coronavirus, las medidas implantadas en sus regiones y la expectativa navideña en relación a la pandemia.
Un par de estos presidentes autonómicos, una vez concluido el acto, se mostraban extrañados de que ni siquiera se hubiese producido un mero saludo entre su jefe y el presidente del Gobierno.
Tanto Casado como Ayuso, en su turno de declaraciones, habían cargado contra Sánchez. Le acusaron de introducir a los "enemigos de la nación" en el Consejo de Ministros. Sánchez evitó hablar de política, pero hizo un guiño a su alianza con Podemos y los nacionalistas: "Los Presupuestos elevan el alma social de la Constitución a la máxima categoría".
Una relación rota
Fuentes cercanas al líder del PP confirman que la relación está rota y que, de momento, no existen indicios de que pueda resucitarse la negociación acerca del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).
Casado sigue exigiendo como condición sine qua non que Podemos no participe en la renovación. Un ruego que Sánchez no acepta. Es más, Pablo Iglesias apostó el sábado por incluir en ella a Esquerra Republicana y EH Bildu. La reivindicación de Podemos no ha encontrado, por el momento, respuesta en la facción socialista del Gobierno.
"No hemos hablado de nombres, no hemos hablado de la presidencia. ¡No hemos hablado de nada!", confirma a EL ESPAÑOL un portavoz autorizado del PP. Casado argumenta así su veto a Podemos: "Sus ministros quieren destruir el sistema y traer la República". Iglesias, en cambio, sitúa "fuera de la Democracia" a los de Génova por negarse a negociar.
No hay a día de hoy ningún puente en pie entre PP y PSOE. El inicio de las flagrantes desavenencias acaeció el 2 de septiembre, cuando tuvo lugar su última reunión. Al salir de Moncloa, Casado celebró haber pactado con Sánchez una "agencia independiente" para la gestión de los fondos europeos. Acto seguido, fue desmentido por el Gobierno.
Apenas una semana después, aquel desencuentro fue superado con creces. El País publicó el contenido de algunos whatsapp que Casado había mandado personalmente a Sánchez. El socialista los utilizó para acusar a su opositor de haber reventado la renovación del CGPJ cuando estaba a punto de pactarse. El gabinete de Casado puso el grito en el cielo y acusó a Moncloa de "guerra sucia". Este 6 de diciembre, quedó de manifiesto que la "guerra" no ha terminado.