Cuando Santiago Abascal salió al escenario el día de la fiesta de Vox, Viva 21, celebrada el pasado Puente del Pilar, sonó –y no fue casual– una canción mítica para el nacionalismo vasco. Compuesta por el autor del Gernikako arbola, José María Iparaguirre (1820-1881). Este poeta, en su juventud, fue guerrero carlista y acabó exiliado en Francia. Desde Hendaya, cantó la emoción que le producía la vista de España. Pero, ¿cuál es el misterio?
Ahí donde Iparaguirre escribió "estoy en Hendaya alucinado, con los ojos bien abiertos; ¡ahí está España! ¡Tierra mejor no la tiene Europa entera!", los nacionalistas vascos colocaron "Euskalherria" en lugar de España. El autor ya había muerto y "el engaño todavía permanece". Es la tesis defendida por distintos historiadores y también por Vox.
La melodía, titulada Ara nun dira, es la punta del iceberg de la nueva estrategia de Abascal: construir un festival regionalista que rinda homenaje al modelo de las 52 provincias españolas en lugar de a las 17 autonomías, a través de una fiesta anual.
Distintos dirigentes de Vox, en conversación con este periódico, reconocen que su modelo a seguir para esa fiesta del partido es el "Alderdi Eguna" que, desde 1977, celebra el PNV.
Cada último domingo de septiembre, generalmente, el lehendakari y el presidente del Euzkadi Buru Batzar -ahora Íñigo Urkullu y Andoni Ortuzar- dan un discurso seguido en directo por miles de personas. Después, comienza una fiesta, en el llamado día del partido, que combina la música con el deporte y la gastronomía. Igual que hizo Vox en su reciente fiesta.
"Muchos jóvenes van al Alderdi Eguna por una cuestión cultural o social, incluso si no son votantes del PNV. Lo hacen por tradición, por diversión en muchos casos", evoca un dirigente de Vox en conversación con este periódico.
La dirección de Abascal -no en vano un vasco de Amurrio (Álava), aunque nacido en Bilbao en 1976- se muestra "satisfecha" porque creen que algo de eso hubo en su primer intento.
De día, música regional, celebraciones castizas provinciales, discursos… Y de noche, una fiesta asimilable a la de una discoteca. De manera desacomplejada, mencionan el "modelo Arzallus", en referencia al histórico líder del PNV recientemente fallecido, que encontró en el "Alderdi Eguna" una ocasión inmejorable para captar a los jóvenes.
De ahí que Vox ya esté trabajando para incrementar la presencia mediática del evento. Será anual –eso ya está decidido– y "probablemente en Madrid", como "punto de encuentro más asequible para todas las provincias". Sin embargo, no descartan que, de tanto en cuando, la sede pueda ser itinerante.
Abascal y los suyos se quejan de que, pese a ser un "éxito", su fiesta "no salió en los medios todo lo esperable". Con ironía, algunos diputados sonríen: "Tenemos que celebrar más bodas que convenciones o congresos, porque la de Javier Ortega Smith salió en todas partes". Algunos de ellos apostillan: "Hombre, no está mal. Nosotros creemos que las bodas hoy se han convertido en contracultura".
Socios europeos
Bastaba ver en el escenario donde Abascal se dirigió a los simpatizantes de Vox -en un discurso lleno de ataques a la ONU y la Unión Europea (UE)- las banderas de esas cincuenta y dos provincias de España, la unidad de división territorial que defiende Abascal frente al Estado autonómico que aspira a eliminar, o cómo el líder derechista fue recibido con un aurresku, la danza tradicional vasca.
O, en fin, sus propias e inequívocas palabras en un pasaje del discurso: "Sencillamente no podemos dejar de defender y de procurar la fraternidad entre las regiones, las ciudades, los pueblos, las provincias, las comarcas que la integran [a España] y que la interpretan en un coro nacional, que es el legado de los que nos precedieron, y que es la herencia que tendremos que entregar a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos".
El Viva que Vox aspira a convertir en una cita ritual para sus seguidores, considerados estos en un amplio espectro que trascienda estrictamente a los militantes, no solo tiene una inspiración autóctona, como la del PNV. También está en sintonía con los que hacen algunos de sus socios populistas en otros países europeos.
Por ejemplo el Frente Nacional, la extrema derecha francesa de Marine Le Pen ahora rebautizada como Agrupación Nacional, realiza concentraciones similares, de la misma manera que hace Fratelli d'Italia, el partido de Giorgia Meloni. Se trata de la líder emergente de la derecha populista transalpina (espacio que le está disputando al líder de La Liga, Matteo Salvini, en parte porque los Hermanos de Italia no forman parte, como sí los de Salvini, del gobierno de concentración de Mario Draghi) que intervino en el acto de Vox de hace dos semanas.
Meloni, que a diferencia de Salvini no tiene una vieja relación con el separatismo catalán que incomoda a Vox, sube como la espuma en las encuestas, incluso por encima del 20% del voto en Italia, e incluso aparece ya como una de las líderes transalpinas mejor valoradas.
Como le ha venido ocurriendo en el último lustro de implosión del sistema de partidos español a las fuerzas de la llamada "nueva política", singularmente a Podemos y Ciudadanos, Vox disfruta de un apoyo popular que está muy concentrado en el sector de jóvenes votantes (en este caso conservadores o de derechas) mientras que a medida que crece la edad del votante le cuesta más llegar a él.
Se trata de un hándicap que afecta también, sostienen sus estrategas, a la implantación del partido en las Comunidades autónomas con una población más envejecida, caso de Castilla y León o Galicia, una Comunidad esta última en la que siguen sin representación tras haberlo intentado en los comicios de 2020, donde Alberto Núñez Feijóo revalidó de nuevo la mayoría absoluta del PP gallego.
Abascal aspira a asentar y hacer crecer el proyecto que hace ahora tres años emergía contra todo pronóstico en las elecciones al Parlamento de Andalucía. Una fuerza a la derecha del PP, algo inédito desde los partidos minoritarios de ultraderecha que llegaron a tener cierto protagonismo en la Transición. Y el Viva, su particular día del partido, es una de las patas en las que se asienta esa estrategia de crecimiento.