Ximo Puig contra Page, la guerra del agua enemista a los barones del PSOE: "Ya ni siquiera se hablan"
Los otrora aliados tienen nula relación. Los dos se consideran traicionados por el otro y se tratan en público como si fueran oposición.
26 marzo, 2023 01:51"Cuando coinciden mantienen las formas y la cordialidad institucional, pero ya ni siquiera se hablan, porque el presidente valenciano pretende que no se cumpla la ley", asevera el entorno de Emiliano García-Page. "¿De qué van a hablar, si se ha subido a la montaña y no hay quien lo baje de allí?", afirma el de Ximo Puig. Esta es la tensa relación entre dos barones socialistas de comunidades limítrofes. Se encuentran en guerra abierta por el recorte al trasvase Tajo-Segura aprobado por el Gobierno de España, que ha atendido las reivindicaciones de Castilla-La Mancha.
La enemistad entre ambos dirigentes está repleta de paradojas. Cabe reseñar que ambos fueron aliados en un momento muy sonado de la historia reciente del PSOE: el derrocamiento de Pedro Sánchez como secretario general del partido tras la derrota electoral de 2016. Forzar la caída del hoy presidente del Gobierno, que se negaba a la abstención que permitió gobernar Mariano Rajoy, requería 17 dimisiones en la ejecutiva federal. Y Puig y Page dimitieron personalmente.
Desde entonces, y también antes, la relación entre ambos presidentes era "muy fluida", según recuerdan sus equipos. No obstante, con la resurrección del socialista madrileño, que arrebató el poder a Rajoy en 2018 mediante una moción de censura, ambos presidentes autonómicos tomaron caminos distintos. García-Page se consagró como verso suelto, mientras Ximo Puig iniciaba una sufrida penitencia que, años después, lo convirtió en uno de los presidentes afines -o al menos leales- a Pedro Sánchez.
Tal vez por ello están tan descolocados en la Comunidad Valenciana con lo ocurrido ahora con el trasvase. El Tribunal Supremo, en varias sentencias, ha impuesto que se establezca un caudal ecológico mínimo para el río Tajo, tal y como solicitaba Castilla-La Mancha. El río ha llegado a tener un caudal irrisorio y con elevados niveles de contaminación, debido, en gran medida, al vertido de aguas sin depurar por parte de municipios madrileños.
Ximo Puig, sin embargo, aspiraba a aplicar estas sentencias de forma mucho más paulatina, teniendo en cuenta la realidad social y económica generada gracias al trasvase. La cuenca del río Segura alberga la llamada huerta de Europa, una potente industria hortofrutícola asentada en las provincias de Alicante, Murcia y Almería.
El recorte finalmente aprobado por el Consejo de Ministros en el trasvase Tajo-Segura es de entre 70 y 110 hectómetros cúbicos de aquí a 2027. Se trata, en cifras globales, de una reducción del 40%. Y Ximo Puig trató de impedir este duro golpe para sus intereses a las puertas de unas elecciones autonómicas y municipales.
Lo cierto es que ejerció su influencia y casi lo consigue. Logró en el Consejo Nacional del Agua celebrado a finales de noviembre la introducción de una disposición adicional para revisar los caudales ecológicos del Tajo en función de la evolución del río. En la práctica, el texto permitía mantener los trasvases cuando fuera posible. A su vez, el acuerdo posponía tres años la entrada en vigor del nuevo caudal mínimo.
Pero el presidente castellanomanchego subió la apuesta. Como suele decirse, se enteró de la maniobra "por la prensa", cuando el delegado del Gobierno en Murcia presumió ante los medios de que el recorte al trasvase sería finalmente de la mitad, y que llegaría años más tarde de lo previsto. Todo, según descubría sorprendido, respondía a un acuerdo de Ximo Puig con la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera.
A ella debía dirigirse y ante ella lanzó su órdago ganador. Según confirman fuentes próximas al presidente García-Page, la llamó para informarle, de forma muy contundente, de que, en caso de cumplirse ese pacto con Puig, el Gobierno de España se enfrentaría a la firme oposición pública de la Junta de Castilla-La Mancha. Él era, en aquel momento, el barón socialista que quedaba en una posición de extrema debilidad ante los inminentes comicios.
A su favor jugó una cuestión muy importante. Pese a que Puig contaba con una mejor relación con Moncloa, en el plano ideológico la sintonía de Teresa Ribera ante esta cuestión era con los argumentos de Castilla-La Mancha. La dirigente, de marcada línea ecologista, cuenta además con el contundente respaldo legal que ofrecen cinco sentencias del Tribunal Supremo. Contra todo pronóstico, poco le costó a Page deshacer el pacto previo de Puig con la ministra.
El cruce de maniobras en defensa de intereses opuestos terminó de romper la relación entre ambos presidentes. García-Page consideró desleal que Ximo Puig urdiera a sus espaldas un acuerdo con Ribera para retrasar y reducir el recorte prometido al trasvase. Y, en el plano opuesto, Puig considera desleal la manera en la que desmontaron su pacto.
Por arte de magia
El retraso y la reducción del trasvase se habían plasmado en la disposición adicional novena del mencionado Consejo Nacional del Agua de finales de noviembre. Pero, por arte de magia, los mismos ya no constaban en el texto final aprobado por el Consejo de Ministros. García-Page había ganado la partida. Puig tuvo que conformarse con la promesa de inversiones en desalinizadoras y depuradoras para brindar a la cuenca del Segura 140 hectómetros cúbicos adicionales, pero en el futuro, cuando estas se materialicen.
Desde entonces, la relación entre ambos presidentes es nula. Ambos se consideran traicionados por el otro, y su trato ante los medios de comunicación es similar al que se brindan presidentes de distinto signo político.
A Ximo Puig, según trasladan a este periódico fuentes de su entorno, le molestan sobremanera las formas del mandatario. "Estamos asombrados por algunas decisiones, como la de convocar un pleno extraordinario para decidir que se personará contra nuestro recurso. No podemos comprender que no respete el derecho de la Comunidad Valenciana a defender legalmente sus intereses", afirman.
El propio Ximo Puig lanzó en público este mismo mensaje el pasado jueves. Acusó a García-Page de "extradimensionar" la "legítima defensa" valenciana en los tribunales del trasvase Tajo-Segura y de "generar confrontaciones inútiles". Insinuó además que el posicionamiento de su compañero de partido responde a "otras cuestiones", en alusión a que realiza electoralismo.
A García-Page tampoco le tiembla el pulso para referirse a Ximo Puig. Cuando supo del recurso del socialista, anunció que contestaría con una "posición dura". "Si en el levante español piensan que pueden echar atrás un acuerdo tan respetuoso con las sentencias del Supremo, con las directivas europeas y con el cambio climático, la Junta se verá obligada a exigir el 100% de lo que han establecido los tribunales", subrayó.
Page está haciendo de esta victoria política uno de sus mayores activos electorales. No hay acto de relevancia en la que no la saque a relucir. Subraya que se trata de un hito ecológico tras 15 años de lucha, y presume de haberla logrado con el peso de la razón, sin necesidad de servilismos hacia Moncloa.
Ximo Puig, además de haber sufrido el desaire del Gobierno central, sufre con estupor el triunfalismo de su compañero de partido, que le replica en materia hídrica como si de su oposición se tratase, según lamentan fuentes del PSOE valenciano. "Nos resulta incomprensible, ha dejado pasar la oportunidad de centrar el debate en el verdadero origen del problema, que es la contaminación sin control del Tajo que se realiza en Madrid, donde Gobierna el PP", concluyen.