Erdogan saluda al ministro Albares, en presencia del Rey Felipe VI, este miércoles en Zarzuela.

Erdogan saluda al ministro Albares, en presencia del Rey Felipe VI, este miércoles en Zarzuela. Efe

Política EXTERIORES

El Gobierno se jacta de que el autócrata Erdogan se identifique con la política exterior de Sánchez

El controvertido presidente turco, a quien el Rey dio audiencia en Zarzuela este miércoles, lidera la RAN con España, acompañado de seis ministros.

13 junio, 2024 03:19

Que España celebre una Reunión de Alto Nivel (RAN) con Turquía de manera periódica no es poca cosa. Es una potencia regional de primer orden, aliado en la OTAN y socio estratégico de la Unión Europea en cuestiones de magnitud para los Veintisiete: energía, seguridad geoestratégica y para uno de los temas que ha centrado la campaña de las últimas elecciones: la contención de la inmigración.

Pero su gobernante es el controvertido Recep Tayyip Erdogan, un sátrapa de manual que ha hecho involucionar a su país desde la democracia secular a un régimen autocrático islamista.

Aun así, como es cierto que su peso en el mundo musulmán y como enlace interesado entre Rusia y Occidente es enorme, fuentes de Moncloa no dudan en presumir de la amistad y admiración que el presidente turco profesa a Pedro Sánchez. Y cuánto "valora" Erdogan la política internacional del presidente español, sobre todo en lo tocante a la guerra de Gaza y la de Ucrania.  

Por eso, por lo controvertido del personaje, los honores que se le han otorgado desde su llegada chocan con el discurso oficial de Moncloa.

Sátrapa es quien gobierna despótica y arbitrariamente y que hace ostentación de su poder, según la Real Academia Española. Y eso es exactamente lo que lleva haciendo Erdogan en su país desde que llegó al Gobierno en 2003, como primer ministro, pasando por la imposición de una reforma de la Constitución en 2010 que cambiaba el régimen de parlamentario a presidencial.

Desde 2014 es jefe de Estado, con poderes de sultán. Y aunque ha anunciado que no optará a la reelección, para que tenga que cumplir su palabra aún le quedan cuatro años, pues renovó mandato hace ahora 13 meses.

Sánchez se jacta de ser un defensor de los derechos humanos "con coherencia" en todos los escenarios, al punto de usar ese argumento en relaciones que ha deteriorado hasta el grado de "grave crisis diplomática".

Sin ir más lejos, con Israel, otro aliado estratégico en Oriente Próximo a quien varios ministros de los dos partidos del Gobierno han acusado de "genocida" por su guerra contra Hamás. Y a cuyo primer ministro, Benjamin Netanyahu, acusó el propio Sánchez, el pasado noviembre, de estar practicando una "matanza indiscriminada" en Gaza.

Política exterior controvertida

La política exterior de los gobiernos de Sánchez siempre ha levantado ampollas. Desde su estreno haciéndole un desplante al rey de Marruecos, pues se saltó la tradición española de ofrecerle la primera visita tras asumir el cargo, al cambio de posición histórica sobre el Sáhara Occidental.

Desde la ruptura del tratado de amistad con Argelia que ese movimiento provocó al plantón que Argel le hizo a José Manuel Albares hace pocos meses, cuando todo parecía que se arreglaba y le suspendieron un viaje oficial casi en la escalerilla del avión.

Desde los 20 segundos de paseíllo junto a Joe Biden en la cumbre de la OTAN en Bruselas a firmarle un acuerdo por el que España acogerá parte de los centroamericanos que soliciten asilo o refugio en EEUU, sin explicarlo a la prensa, debatirlo en el Congreso o dar más detalles oficialmente.

Desde los días largos que tardó en reconocer a Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela hasta la petición de que la UE levante las sanciones al régimen de Nicolás Maduro... pero pasando por el acogimiento en la embajada, primero, y en España, después, del líder opositor Leopoldo López.

Y en las semanas previas a las europeas, Moncloa exacerbó los conflictos internacionales que cuadraban al consumo interno de los electores. El reconocimiento del Estado palestino se hizo a 12 días de la cita con las urnas. Y antes, el Gobierno alimentó una crisis con el presidente de Argentina, Javier Milei, como uno de los líderes de la "internacional ultraderechista".

De Buenos Aires se retiró a la embajadora española, por ofensas de Milei a la esposa de Sánchez... en un gesto político de primera magnitud que o no se entendió o se consideró extemporáneo y equivocado en la carrera diplomática. Porque no se ha hecho ni con Israel, cuyos ministros sí han ofendido personalmente al presidente y a su vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, en respuesta por acciones de Gobierno o simples declaraciones tomadas como ofensivas.

Éxitos y extrañezas

Aun así, esa política exterior, a pesar de ser personalista y nunca consensuada con la oposición, también ha tenido éxitos: fue España la que supo gestionar la evacuación de militares, oficiales y trabajadores occidentales y afganos cuando Kabul recayó en manos talibanes, en agosto de 2021.

Y ha sido España la que ha sabido mantener los canales abiertos con Pakistán e Irán, entre otros, para seguir facilitando más evacuaciones de antiguos colaboradores nacionales que necesitan huir de un régimen que los busca para represaliarlos.

En todos estos años, Sánchez se ha labrado una imagen internacional muy favorable. Sobre todo, en el seno de la Unión Europea. Lo que en España se percibe como engreimiento o altivez en Bruselas se percibe como audacia y afán propositivo.

Es cierto que su estrella se ha ido apagando en el último año, a causa de un nuevo cambio de opinión, incomprendido por los Veintisiete.

Costó años compensar la propaganda independentista después del fatídico 2017 y el referéndum ilegal, explotado como "represión" por los responsables del golpe. Por eso, que en el último año Sánchez haya necesitado su apoyo y haya pasado de batallar política y judicialmente por el Estado de derecho español en Europa a conceder una amnistía a cambio de los votos que lo mantuvieron en el poder, lo ha cambiado todo.

Ha confirmado las críticas lógicas de la oposición española, claro. Pero también ha cargado de argumentos a sus detractores para que mostrar un perfil hostil de él en la UE, inédito hasta entonces, sea más fácil de digerir.

Rechazo en la izquierda

Este miércoles, Felipe VI recibía a Erdogan en la Zarzuela, acompañado del ministro Albares. Dada la importancia de la cita, una RAN -el equivalente a una cumbre bilateral-, al presidente turco lo acompañan seis ministros, los de Energía y Recursos, Hacienda y Finanzas, Industria, Comercio, Agricultura y la ministra de Familia y Seguridad Social... por lo que no se prevé representación del socio minoritario en las reuniones.

Este periódico se puso en contacto con la dirección de Sumar para preguntar por la visita de Erdogan, pero no obtuvo respuesta.

Los socios de Sánchez, a su izquierda y con posiciones muy beligerantes en innumerables aspectos de política exterior, suelen causarle controversias en reuniones de alto rango. Así ocurrió en la muchas veces aplazada RAN con Marruecos o en la cumbre de la OTAN de 2022, en Madrid

El secretariado de Podemos, el anterior socio de coalición del PSOE, tampoco quiso hacer declaraciones oficiales, pero sí dejaron claro su rechazo a la visita con honores de quien es considerado poco menos que un perro guardián de la UE en las fronteras, como a Marruecos.

A la Unión Europea, se la culpa de tolerar por interés todo tipo de vulneraciones de derechos humanos a migrantes en Turquía, y el sometimiento en el que Erdogan tiene al pueblo kurdo... aunque al presidente truco se le reconoce un papel clave como posible mediador en la guerra de Ucrania.