Elisenda Alamany, líder de ERC en Barcelona, increpada por una militante de base, a su llegada a la asamblea local.

Elisenda Alamany, líder de ERC en Barcelona, increpada por una militante de base, a su llegada a la asamblea local. Efe

Política CATALUÑA

El colapso de la asamblea de ERC para ratificar el pacto local con el PSC augura nuevas elecciones

El bando de Junqueras acusa a Rovira de reventar el cónclave movilizando a sus adeptos para provocar un exceso de aforo... y el sector de la secretaria general señala al expresidente por su responsabilidad en la debacle.

14 junio, 2024 02:50

La suspensión de la asamblea local de Barcelona que debía ratificar (o no) el pacto con el PSC para entrar en el gobierno de la capital catalana es indicio -con casi valor de prueba- de que habrá repetición electoral.

Por qué se canceló la reunión, oficialmente fue porque había un exceso de aforo. Pero quién fue responsable de ello y quién se lavó las manos, ya no está tan claro. Sólo hay una conclusión, irse con el PSC no lo quieren las bases y hacerlo sólo salva las cuentas de algunos dirigentes (y también, en parte, las del partido).  

Pero si hay algo en lo que están de acuerdo todos en ERC es en que Salvador Illa no debe ser 'president'. Y si hay quien sigue pensando que convendría que sí lo fuera es, muy probablemente, porque o bien mira a los libros contables de la formación política o bien a su nómina mensual.

La facción de Marta Rovira acusa abiertamente a la de Oriol Junqueras de estar trabajando por el pacto con los socialistas "más españolistas desde que hay democracia" y autonomía.

Y, de vuelta, el entorno del exvicepresident catalán del procés responsabiliza a la secretaria general fugada en Suiza de haber dado un golpe de mano en el partido y trabajar por una coalición al estilo de aquel Junts pel Sí que desembocó en el 1-O de 2017.

La bronca

Si ERC elige a Carles Puigdemont, contará seguro con el apoyo de las bases, "más independentistas que progresistas". Pero no habrá Govern, porque al huido en Waterloo no le salen las cuentas.

Si Esquerra elige Illa, habría investidura y, quizás, algunos años de estabilidad como para recomponerse. Pero, "cada semana, en el Parlament, los diputados de Junts nos machacarían por botiflers... y con razón".

¿Con razón? "Sí", explica un portavoz oficialista, que es como se conoce a los de Junqueras. "Illa es más centrista incluso que socialdemócrata, y tiene un modelo de país opuesto al nuestro".

Así que, ¿ni por izquierdas ni por sentimiento nacional se le puede apoyar? "Eso es", concluye esta fuente, desmintiendo las tesis de los renovadores, que es como se autoproclama el bando de Rovira.

Que Esquerra Republicana está en crisis es evidente: no sólo se ve, sino que lo demuestran sus números en todas las últimas convocatorias electorales, desde las municipales de hace un año a las europeas de hace cinco días, pasando por las generales.

Y que sus líderes están enfrentados era un secreto a gritos hasta hace 10 días, cuando EL ESPAÑOL desveló cómo Rovira apartó a Junqueras desde el mismo miércoles posterior al 12-M.

Ahora, él ya ha dimitido y ha emprendido su tour por las agrupaciones locales para recabar apoyos ante el congreso de la formación, convocado para el 30 de noviembre. Y ella, ante el anuncio de su renuncia, se hizo cargo del partido como número dos y "alma política" que había sido hasta entonces... confirmando, a su vez, que no optará a repetir como secretaria general en ese cónclave.

¿Pero tal vez sí quiera ser presidenta del partido? Como mínimo, la facción rival sospecha (y hace saber sus sospechas) que Rovira anda buscando alguien que le compita el liderazgo a Junqueras. 

Porque los de ella le acusan a él de querer la investidura de Illa.

Primero, porque ha sido bajo su mandato cuando ERC se ha embarcado en acuerdos, pactos, negociaciones y "sumisión" al PSOE. Y segundo, porque lo contrario es ir a elecciones... sin que él pueda ser candidato: antes, porque la amnistía a su inhabilitación política no le llegará a tiempo; ahora, también, porque ya no es el presidente del partido. 

Pero los de él la acusan a ella de quererse quedar el partido, de buscar un nuevo procés a las bravas con Puigdemont... y de haber reventado la asamblea de Barcelona.

¿Cómo? Movilizando a todos sus simpatizantes para desbordar el local y que la organización se viera obligada a cancelar el evento.

¿Por qué? Para evitar el pacto local con el PSC, que daría de comer a muchos (concejales, asesores y mandos intermedios), por un lado, y abriría la puerta al entendimiento en el Parlament, por otro.

La encrucijada

Este jueves quedó a la vista toda la bronca de la vieja cúpula, hoy enfrentada por quedarse el mando de Esquerra. Un bando acusó al otro (y viceversa) de buscar el colapso la asamblea de Barcelona... con exceso de entusiasmo.

La convocatoria de las catalanas, adelantada por Pere Aragonès, pero auspiciada por Sergi Sabrià, viceconseller de Estrategia y Comunicación (y adepto a Rovira), se decidió pensando en pillar a Puigdemont con el pie cambiado y en evitarse las consecuencias políticas de un verano de sequía.

Salió mal, pero ya entonces el único consenso en ERC era que el partido no debía "encamarse con el PSC de Illa".

Aún parecía, entonces, que Esquerra competiría por ganar las elecciones del 12-M, y todas las facciones del partido estaban de acuerdo: apoyar al "encargado de Pedro Sánchez" sería "un suicidio". Ahora, quedan los dos bandos descritos, el de Junqueras, presidente dimitido, y el de Rovira, la secretaria general dimisionaria.

ERC está en una encrucijada: o mantiene su pragmatismo y se aviene a llegar a acuerdos con el PSC, la fuerza mayoritaria en Cataluña; o regresa a sus esencias y se embarca en el proyecto independentista irredento del Junts de Puigdemont.

Ambas facciones se responsabilizan recíprocamente de la debacle del último año en cada cita con las urnas. Pero los dos bandos ven la repetición electoral en Cataluña como la única realidad posible.

No porque la quieran en sí. Pero sí porque las circunstancias mandan: apoyar a Puigdemont es favorecer el bloqueo. Y con él, las nuevas elecciones. ¿En candidatura unitaria como pide el expresident? "Sería una trampa", opinan del lado de Junqueras. "Un frente común no tiene por qué ser una lista común", apuntan del entorno de Rovira.

¿Y con quién al mando? Ésa será la guerra de otro día. Aunque, sin duda, las de hoy son las primeras batallas.