¿Dónde está Puigdemont? Viajando desde Waterloo, escondido en un local, oculto ya en el Parlament...
El expresident, fugado desde 2017, ha anunciado su reaparición en el corazón de Cataluña, en el paseo de Lluís Companys. ¿Cómo lo hará?
7 agosto, 2024 20:00Cuando Isco marcó el primer gol, en el minuto 12, ya era evidente que el president no acudiría al palco. Aquel 29 de octubre de 2017, se celebraba un Girona-Real Madrid de la 10ª jornada de la Liga 17-18... y lo que quedaba del Govern hizo correr el rumor de que Carles Puigdemont, el exalcalde, iba a desafiar al Tribunal Supremo acudiendo al estadio. Pero nunca asomó por allí su característica pelambrera. Mientras Stuani (54min) y Portu (58min) remontaban, él huía en el maletero de un coche y cruzaba la frontera.
Este jueves ha anunciado su reaparición, en el corazón de Cataluña, el paseo de Lluís Companys, en el centro de Barcelona. ¿Cómo lo hará? ¿Dónde está ahora? ¿Haciendo las maletas? ¿Viajando de incógnito? ¿Ya en España, escondido en algún local de Junts?...
...¿o acaso ha sido capaz de ocultarse en la misma sede del Parlament a la espera de que alguien emita por streaming cómo se hace presente directamente en el hemiciclo?
No en vano, el lugar donde ha convocado a los suyos a las 9.00 de la mañana es el mismo escenario donde su Generalitat instaló una pantalla gigante el día de la DUI, aquella Declaración Unilateral de Independencia, con freno y marcha atrás con la que ya había decepcionado a los más procesistas de sus fieles.
Puigdemont siempre temió pasar a la Historia como un cobarde o un traidor. Y ha construido una épica alrededor de su fuga. Ha argumentado que lo hizo "como una decisión política" para "preservar la institución" frente a "la represión del Estado". Y se ha comparado con otros "presidentes en el exilio", como Josep Tarradellas...
...aquél del "ciutadans de Catalunya, ja soc aquí".
Pues eso, ¿y si él, Puigdemont, ya está aquí?
Y en ese caso, ¿lo están buscando los Mossos? Son la policía judicial en Cataluña, y el juez mantiene la orden de busca y captura. Es un prófugo de la Justicia desde hace siete años, su presunto delito es grave, penado con hasta 12 años de cárcel y ha dado un claro indicio de que pretende burlar a las fuerzas de seguridad... como aquel día en que dijo que iba a Montilivi y se fue "al exilio".
Haciendo la maleta
Desde hace 10 días, tras el último acto público de Puigdemont, en Amélie-les-Bains-Palalda (Francia), los dirigentes de Junts han insistido en confirmar la noticia: "Sí, todo sigue igual, el compromiso es que vendrá". Pero han callado cualquier dato que pudiese conducir a los detalles del regreso.
Él lo prometió en marzo, durante su mitin de presentación como candidato de Junts a las elecciones del 12-M, en Elna, otro pueblecito de Francia -"de la Catalunya Nord", corrigen las fuentes-, cercano a la frontera con España -"con la Catalunya Sud"-.
Y el compromiso era el de "estar en el Parlament para la sesión de investidura", sin importar si era la suya o la de otro. Así que lo lógico podría ser pensar que Puigdemont no quiere ningún riesgo y que, sea como sea, forzará las circunstancias para poder participar en el debate, como diputado que es del Parlament.
Para ello, ¿qué necesidad de correr el riesgo de pisar suelo español antes de tiempo? El president debería estar retrasándolo lo más posible, para sorprender a propios y extraños a última hora.
Viajando de camino
Pero no haberse movido de Waterloo, a 1.324 kilómetros de Barcelona, también sería peligroso. Cualquier avatar en el traslado (un pinchazo, perder el vuelo, una avería en la catenaria del tren...) daría al traste con la promesa. Y sobre todo, con una performance clave para "la institucionalidad de la presidencia de la Generalitat", que es lo que -dice- más le importa.
El sábado pasado, en su larguísima carta publicada en Twitter, Puigdemont volvió a remitirse a Berenguer de Cruïlles, que en 1359 habría inaugurado la institución. "La sucesión en la presidencia se interrumpió en 1714", el mito de la Diada por mor de la Guerra de Sucesión, "y se recuperó formalmente en 1931, año a partir de la cual el cargo se ha ido renovando, estuviera en el exilio o en el interior".
Toda precaución es poca, si ahora que parece que ya no va a ser "restituido", después de la "ofensa" a la Generalitat por la "destitución ilegítima" en las vísperas del partido del Girona ante el majestuoso Madrid de Zidane, ni siquiera llega a la cita con los fieles.
¿Cómo faltar? Él mismo los ha convocado, a través del llamado Consell de la República, un invento con más de 103.000 inscritos, que cotizan un dinero para que se mantenga la entelequia nacida del 1-O y se sufrague el alquiler del palacete de Waterloo.
De modo que es más que creíble que Junts haya hallado un lugar donde pasar la noche, o las últimas noches, de Puigdemont en el exilio.
El sur de Francia fue su sede electoral en la campaña, y ha sido su paraíso para las movilizaciones. Y a nadie extrañaría que el alcalde de Elna, un comunista de origen español llamado Nicolás García, le hubiese apañado un alojamiento. Ya guardó las urnas del 1-O en un pajar cercano, su Ayuntamiento presume de ser la casa de todos los catalanes, abrió aquel mitin de Puigdemont, entre vítores, y se proclama a favor de la libertad de los pueblos...
Oculto en una sede de Junts
Pero posiblemente el viaje desde un pueblito fronterizo hasta Barcelona, casi 200 kilómetros, sea demasiado arriesgado para dejarlo al azar de una madrugada. Si hay que estar a las 9.00 en el centro de la capital catalana, sería lógico pensar que Puigdemont ya está aquí.
¿Desde cuándo? A saber, porque el secretismo -ya hemos dicho- lleva instalado semanas en Junts. Y si, cuando huyó en 2017, el mismo Toni Comín explicaba que el plan se llevaba gestando "más de un año", ¿no sería normal que toda esta operación de regreso estuviese diseñada con tiempo y al milímetro?
Se ha llegado a especular, entre los mismos diputados del Parlament, que Puigdemont podría dejarse detener en algún lugar donde sepa que el juez de guardia es amigable con su causa. Así, tal vez, invocar un habeas corpus por "detención ilegal" le podría servir para quedar libre de inmediato y poder cumplir con su compromiso y sus fieles.
Es más, al expresident le conviene la imagen de los grilletes y el arresto. Al menos, eso cree su entorno, porque demuestra "la deficiencia democrática" de España. Un país donde se aprueba una ley de amnistía "y los jueces la incumplen", según él, "no es un país democrático donde rige el Estado de derecho".
Entonces, ¿por qué no creer que ya está todo previsto? ¿Por qué no pensar que en tal localidad catalana hay una sede de Junts donde pasar una o dos noches y en la que el juez de guardia es un indepe de corazón?
¿Se lo imaginan? ¿Se imaginan que Puigdemont, el prófugo, el hombre que fue detenido en Bélgica, y en cuanto puso un pie en Francia, en Alemania y en Italia, siempre a instancias del atento Estado español, ahora ha logrado burlar todas esas vigilancias?
Durmiendo en el Parlament
EL ESPAÑOL informaba este miércoles de que los mismos Mossos que deben arrestarlo veían "imposible" que Puigdemont entre en la sede parlamentaria. Que los anillos de seguridad alrededor del parque de la Ciudadela, donde se ubica el Parlament, harán inviable que pase inadvertido.
Pero ahora que ha convocado a sus huestes, y que en Junts se espera que vayan por miles, la cosa ya no se ve tan sencilla. Una turba de independentistas acorazando su paso hasta la sede del legislativo podría provocar altercados, en caso de que los agentes cumplieran con el dispositivo y con su obligación.
Según el cuerpo de Mossos, no hay modo de franquear los puestos de seguridad. Y aunque no les guste una posición "tan incómoda" como la de arrestar a un diputado, "si se cuela, alguien deberá responder". Porque hay cámaras, garitas de seguridad y agentes en cada puesto.
Por eso mismo, el expresident habría podido elegir aparecerse como por arte de magia en el interior del Parlament. En Barcelona ya corre el rumor de que podría haber sido colado en el edificio unos días atrás, cuando no estaban activadas las medidas de seguridad especiales por la investidura, ni había actividad parlamentaria, a la espera de que hubiese acuerdo entre el PSC y ERC.
¿Y si es así? ¿Y si Puigdemont ya está en el Parlament? Podría así cumplir su compromiso de "estar dentro, en la investidura", podría dar su discurso como líder de la oposición arremetiendo contra el pacto de "la traición" de ERC, y después podría contar con la imagen deseada... la del arresto a las puertas de la Cámara.
Los símbolos
...este jueves no hay un partido de fútbol simbólico entre el equipo del alma de Puigdemont, el Girona, y el "del Gobierno", el Madrid. Pero sí una investidura convocada: la de Salvador Illa, el líder del PSC que, en 2017, "más claramente apoyó la destitución del Govern" por el desafío del 1-O y de la consiguiente proclamación de independencia.
Curiosamente, aquel 29 de octubre de hace siete años, el Girona ganó al vigente campeón de Liga.
El triunfo fue simbólico para el independentismo. Pero el president había dejado tirados a los suyos. Junto a algunos de sus consellers se refugió, primero en Bruselas, y poco después, alquilando un palacete a pocos kilómetros, en Waterloo.
El país lo eligió por la tradición de sus jueces y sus gobernantes en negarle extradiciones a España. Y la plaza, tal vez, por el mito de Napoleón. Aunque la campa que queda cerca del casal de la República de lo que fue escenario, en realidad, fue de su definitiva derrota.