Salvador Illa, este jueves en el Parlament, después de ser elegido president.

Salvador Illa, este jueves en el Parlament, después de ser elegido president. Jon Nazca Reuters

Política INVESTIDURA DE ILLA

Illa vive su primer "día complejo": Puigdemont le usurpa el protagonismo de la investidura

El flamante president de la Generalitat prometió gobernar "para todos" tras una sesión inédita: el monotema fue la desaparición de Puigdemont.

9 agosto, 2024 02:34
Barcelona

Salvador Illa apenas sonrió el día de su investidura. Cuesta encontrar, entre las distintas fotogalerías, una instantánea en la que se vea reflejada la alegría en su rostro. Más bien, exhibió preocupación. Contención. Y eso que la jornada se saldó tal y como él deseaba: con su elección como president de la Generalitat. Vista la consecución de hechos, ni él mismo se lo terminó de creer.

Horas antes, cuando se confirmó la presencia de Carles Puigdemont en Barcelona, la previsión que todos cotejaban en el Parlament era la de una detención que suspendiera el Pleno de manera temporal. Al menos, por un día. Pero, por arte de birlibirloque, el expresident desapareció de la avenida de Lluis Companys a los pocos segundos de pronunciar sus primeras palabras en suelo español tras siete años fugado de la Justicia.

La absoluta falta de información sobre el paradero del líder de Junts elevó aún más la tensión durante toda la jornada, convirtiéndole en el protagonista indiscutible. Incluso segundos antes de comenzar la votación, cabía la posibilidad de un golpe de efecto que provocara un nuevo giro de guion en el "día complejo" de Illa, como él mismo terminó calificando la jornada en el discurso final, una vez convertido en el president

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Fue breve. Sorprendentemente breve: "Quiero hacer unas palabras de agradecimiento a los diputados y diputadas por estar en esta sesión en un día complejo que se ha preservado, y eso es mérito de todos y todas, el funcionamiento de las instituciones. Quiero agradecer a las formaciones que han apoyado mi investidura. Y a los que no, les digo que gobernaré para todos. Intentaré estar a la altura de las circunstancias. Servir al pueblo de Cataluña creo que es el máximo honor que se puede tener. Quiero decirles a los ciudadanos y ciudadanas que gobernaré para todos, teniendo en cuenta la pluralidad. Lo primero es respetarnos. Solos no lo conseguiremos. Estamos en tiempos de cambio. Me tienen a su servicio, comenzamos el camino".

Ni el discurso inicial, también escueto, de menos de 40 minutos; ni las sucesivas réplicas, ni la última intervención de Illa consiguieron descorrer del todo el telón de su elección, condenada a un segundo plano por la fugaz visita de Puigdemont a Barcelona, que sintetiza la profunda incertidumbre que caracteriza a la política actual, tanto en España como en la región catalana. 

Si bien el PSOE ve en la investidura de Illa el entierro definitivo del procés, su legislatura se presenta enrevesada. Gobernará en solitario y en minoría, con un socio de investidura reticente y en quiebra (ERC) y otro que, debilitado, fue el causante de la caída de Pere Aragonès hace unos meses, al negarse a aprobar unos Presupuestos por nimiedades (Comuns).

La jornada de ayer, por algunos momentos, se asemejó a las que se vivían en 2017, cuando se sorteaban la legalidad en el Parlament con proclamaciones de independencia fallidas y leyes de desconexión con el Estado. A esa conclusión llegaron muchos de los presentes en el Pleno, que destacaron el paralelismo de hogaño con las sesiones de antaño. 

En sus discursos, los representantes independentistas reivindicaron con ahínco el proceso separatista. Albert Batet, portavoz de Junts, se llegó a mofar del dispositivo policial que, a esa hora, trataba de dar con el líder de su formación: "Buscan a Puigdemont de la misma manera que la Policía Nacional y la Guardia Civil buscaban las urnas y las papeletas el 1-O". 

"Seguimos por la independencia"

Por su parte, el portavoz de ERC, Josep María Jové, admitió el coste de hacer president a Illa, amenazó con dejarle caer si no cumple con todo lo pactado y justificó el de su partido en la vigencia del procés. "Con la votación de hoy no se cierra nada. Hoy seguimos trabajando por la independencia", advirtió el diputado republicano. 

Jessica Albiach, portavoz de los Comunes, puso el énfasis en la "anomalía" de que Puigdemont no pudiera ejercer su derecho al voto de forma presencial porque el Tribunal Supremo no aplica la amnistía y, por tanto, sigue vigente la orden de detención. "Estamos asistiendo a injerencias políticas bajo un disfraz jurídico", dijo. 

Visión opuesta a la de los partidos de la oposición. Especialmente duro fue Alejandro Fernández, presidente del PP catalán: "Usted ha preferido iniciar un proceso, un nuevo 'procés', que no aportará la España confederal, sino que lo que hará es profundizar en la inestabilidad institucional y jurídica", le espetó a Illa. 

Finalizado el Pleno, el gran protagonista continuaba siendo el único parlamentario que no tomó asiento en el Hemiciclo: Carles Puigdemont. Su fantasma sobrevoló toda la sesión. Dentro y fuera del Parc de la Ciutadella. En los corrillos, desde primera hasta última hora, predominó un único tema: las distintas tesis sobre qué había podido suceder. Nadie lo sabía. O nadie lo quiso contar.