Los seguidores de Carles Puigdemont, rodeados de agentes de los Mossos, en el día de la investidura de Illa.

Los seguidores de Carles Puigdemont, rodeados de agentes de los Mossos, en el día de la investidura de Illa. Joan Gálvez

Política INVESTIDURA DE ILLA

La nueva fuga pone en evidencia la insostenible posición de Sánchez apoyado en Puigdemont

El Gobierno se felicita de la investidura de Illa y la escasa presencia en el acto de recepción, pero lamenta su ataque a las instituciones. 

9 agosto, 2024 02:31

El Gobierno tenía dos objetivos para este jueves: que Carles Puigdemont volviera a España y, sobre todo, que Salvador Illa fuera investido president de la Generalitat. 

El día terminó sólo con la segunda previsión cumplida, un objetivo estratégico muy importante para Pedro Sánchez porque lo convirtió en central en toda su acción política desde hace más de un año. Hubo pleno y votación pese a las expectativas y el socialista consiguió mayoría absoluta con los votos de ERC y los Comunes, tras lograr un difícil pacto.

En medio del día, quedó uno de los episodios más estrambóticos de la democracia con la llegada de Puigdemont a las inmediaciones del Parlament y su posterior fuga, hasta el punto de opacar el gran día de Illa.

Por supuesto, ese episodio sorprendió e incomodó al Gobierno, entre otras cosas, porque esperaba que la vuelta del expresident a España empezara a cerrar una página en el camino para enterrar definitivamente el procés independentista. Lo ven, no obstante, como un último estertor del movimiento, sin apoyo político ni social.

Sánchez tiene un relato político reconocido por los hechos, porque sus decisiones polémicas han terminado con Illa en la Generalitat a costa del independentismo. Pero dejan en evidencia la debilidad del Gobierno porque se apoya en el protagonista del esperpento de este jueves ante el Parlament.

Los más optimistas en el PSOE explican que Junts no puede arriesgarse a dejar caer a Sánchez y provocar una victoria de PP y Vox. Pero los más pesimistas entienden que Puigdemont cree poder revalidar en unas generales su hegemonía en el independentismo.

Ni unos ni otros ven posible una moción de censura con Junts, PP y Vox, ahora menos que nunca.

Si algo busca la investidura de Illa es, precisamente, llevar la normalidad a Cataluña y acabar con episodios como el de este jueves, según explica el Gobierno. Hubiera preferido que ya se le hubiera aplicado la Ley de Amnistía a Puigdemont, pero Moncloa esperaba que su vuelta a España hubiera sido el primer paso porque, aunque fuera encarcelado un tiempo corto, era previsible que el Tribunal Constitucional hubiera agilizado los plazos para obligar a amnistiarle.

Fuentes del Gobierno lamentan que la nueva fuga a las puertas del Parlament pone de manifiesto qué tipo de socio político es Puigdemont y le muestra como alguien imprevisible. Illa preside la Generalitat, pero Sánchez sigue dependiendo, en el Congreso, de los siete votos del doblemente fugado.

Ya lo fue cuando estuvo a punto de frenar varios decretos en enero y, más recientemente, cuando bloqueó la aprobación del objetivo de déficit, el primer paso de los Presupuestos Generales del Estado para 2025. Hasta el punto de que Moncloa haya asumido que no puede contar Junts y que, si quiere avanzar en la legislatura, tendrá que prorrogar las cuentas de 2023.

Se visualiza el tipo de socio en el que se apoya Sánchez y en qué situación de debilidad queda el Ejecutivo. Deja la duda de si es posible que Gobierno y PSOE sigan su plan de reuniones y acuerdos con quien ha burlado de nuevo a las instituciones.

Carles Puigdemont, dirigiéndose a sus fieles en su regreso a Barcelona, siete años después.

Carles Puigdemont, dirigiéndose a sus fieles en su regreso a Barcelona, siete años después. Joan Gálvez

Puigdemont mantiene o incrementa su leyenda en el independentismo tras su audaz golpe de efecto en las puertas del Parlament. El resultado de las elecciones generales del 23 de julio de 2023 le devolvió el foco que ya no tenía, porque los siete diputados de Junts eran imprescindibles en el Congreso, y porque Sánchez aceptó negociar y pactar con él, y convertirle en pilar básico de su mayoría parlamentaria.

El triunfo de Illa en las catalanas y el retroceso global del independentismo redujo su papel en Cataluña, pero ha mostrado que no está dispuesto a ser discreto y hacer política normalizada, como pretende Sánchez.

Hay que recordar que uno de los mensajes preferidos de Sánchez y el Gobierno es que la amnistía ha servido para integrar en la política y las instituciones a los independentistas. Este jueves, ese relato ha quedado muy tocado.

"Puigdemont se ha vuelto a echar al monte, no le importa nada y no se puede contar con él para los Presupuestos, ni para nada", explica un ministro. Hay que recordar que toda la legislatura depende de los siete votos de Junts.

Como elemento colateral, según explican, Puigdemont ha conseguido poner a ERC en una situación aún más difícil, al añadir el desgarro que les ha supuesto apoyar la investidura del candidato del PSC.

Esquerra se va del Govern de la Generalitat en funciones con un ridículo notable por parte de los Mossos, a su cargo, y que, en situaciones normales, provocaría la asunción de importantes responsabilidades políticas. Puigdemont les ha llevado a eso.

Dentro del Gobierno hay también cierta sorpresa por el silencio que ha mantenido Moncloa prácticamente desde la firma del pacto con ERC y durante todo el jueves.

Moncloa decidió esperar a la investidura de Illa y, por eso, sólo Sánchez habló del concierto para asegurar que está muy feliz. Pero no ha habido pronunciamiento de la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, como responsable de Hacienda y por haber dicho previamente que el concierto era "inviable".

Por el momento, no hay detalle de la posición del Gobierno respecto al concierto.

Este jueves, sólo se apreció el interés del Gobierno por dejar claro que la competencia -y, por tanto, el error- es de los Mossos y no de la Policía Nacional o la Guardia Civil. Pero sin pronunciamiento público.

En el Parlament, de hecho, estuvo el ministro de Industria, Jordi Hereu, pero no hizo declaraciones. Y una vez votada la investidura, los ministros se lanzaron a Twitter para felicitar a Illa.

Miembros del Gobierno ven dos elementos positivos en todo el panorama: la escasa asistencia al acto de recepción y homenaje de Puigdemont y el hecho de que esta actuación del expresident hace aún más difícil la ya de por sí complicada opción de acuerdo entre PP y Junts contra el Gobierno de Sánchez.

Lo primero demostraría que el independentismo tiene cada vez menos apoyo social, como ya se ha demostrado que carece de respaldo electoral y político.

Y lo segundo impide acciones concertadas del PP con un partido que se muestra casi como antisistema. Por eso, miembros del Gobierno entienden blindada la legislatura, aunque con enormes dificultades para sacar adelante iniciativas.

Para el futuro, los socialistas siguen confiando en una reacción de una parte de Junts harta de este tipo de espectáculos y que prefiere una política más pragmática y negociadora. Es decir, los que quieren normalidad, incluyendo especialmente a los empresarios catalanes.