Pesimismo en Moncloa: el Gobierno, camino de retirar el 'impuestazo' para evitar otra sonora derrota parlamentaria
- Montero, que ha irritado a sus socios por la forma en la que ha negociado, intentará este jueves un acuerdo in extremis.
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El Gobierno está cerca de una sonora derrota parlamentaria, salvo que esta mañana, justo antes de la reunión de la Comisión de Hacienda del Congreso, consiga la cuadratura del círculo y ponga de acuerdo en el último momento a todos sus socios de investidura. O salvo que vuelva a dar un giro de última hora, aplazando la votación o retirando su reforma fiscal, como ha hecho en otras ocasiones en esta legislatura en la que se ha acostumbrado a vivir al límite.
Si no lo logra se pondría de manifiesto que es incapaz de aprobar una reforma fiscal ante la imposibilidad de poner de acuerdo las posiciones de sus socios de derechas (PNV y Junts) con las de sus socios de izquierdas (Podemos, ERC y Bildu).
Se rompería el bloque de investidura, se constataría de nuevo que no hay un bloque progresista con mayoría suficiente y se adivinaría muy difícil la posibilidad de aprobar unos Presupuestos para 2025. Salvo que le funcione al Gobierno la baza de incluir partidas para la reconstrucción de la Comunidad Valenciana.
La consecuencia práctica sería que el 1 de enero, salvo cambio antes de esa fecha, decaerían los impuestos sobre las energéticas y la banca y no podrían aprobarse otras propuestas por el Gobierno sobre la sanidad privada o lo vapeadores, entre otros nuevos tributos.
El Congreso tramita una proposición de ley que traspone una directiva europea para armonizar impuestos de sociedades en toda la Unión Europea. A esa norma, el PSOE pactó con Junts y PNV la eliminación del impuesto a las energéticas y una reducción del de la banca y con Sumar la introducción de los citados nuevos impuestos.
El Gobierno pretendía cumplir así el compromiso con Bruselas necesario para recibir fondos europeos. La fórmula: convertir un proyecto de ley para imponer un tipo mínimo del 15% a las grandes multinacionales en una sopa de enmiendas que poco o nada tenían que ver entre sí. A esto el Gobierno lo llamó "reforma fiscal".
Esos acuerdos y esas enmiendas han irritado a los socios de izquierdas, es decir, Bildu, ERC y Podemos, que quieren mantener los citados impuestos de bancos y energéticas y hacerlos permanentes.
De esa forma, no hay mayoría suficiente para sacar adelante las enmiendas pactadas por el PSOE y, por tanto, eso supondría que el 1 de enero decaerían los impuestos a bancos y energéticas, salvo que el Gobierno encuentre otra vía para prorrogarlos antes de esa fecha. Para ello necesitaría un acuerdo ahora lejano que incluyera a PNV, Junts, Bildu, ERC y Podemos.
Lo que intentaba este miércoles el Gobierno era, al menos, salvar el proyecto de ley con la directiva europea, renunciando a la reforma fiscal.
"Igual es lo más sencillo", aseguró en el hemiciclo Aitor Esteban (PNV), resignado ante la dificultad para alcanzar un acuerdo. La negociación la lleva la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, y la forma de gestionarla ha irritado prácticamente a todos sus interlocutores.
Dicho de otra manera, el Gobierno de PSOE y Sumar es incapaz de vestir un santo sin desvestir otro, y en menos de tres días ha conseguido molestar a sus socios tanto de derechas como a los de izquierdas. Por el contenido de los diferentes acuerdos y porque ha buscado pactar a distintas bandas contenidos diferentes e imposibles de encajar.
"Si aquí cada uno quiere ver cumplida absolutamente su postura, yo me imagino que la consecuencia de todo eso va a ser que sacarlo a gusto de todo el mundo va a ser imposible", aseguró Esteban.
Los socios parlamentarios esperan que Montero intente convencerles in extremis para pactar las enmiendas y aprobarlas en la Comisión de Hacienda que tendrá lugar a primera hora de la tarde, cuando acabe el Pleno. No sería la primera vez que el Gobierno evita una derrota parlamentaria con un giro de última hora.
Algunos de los socios han hecho llegar al Gobierno algunas opciones intermedias como aprobar una pequeña prórroga de los impuestos para que no decaigan el 1 de enero y seguir negociando con tranquilidad y dentro de la tramitación de los Presupuestos. Por el momento, Moncloa no lo ve claro, aunque se remite a la vicepresidenta primera, que ha controlado la negociación desde el principio.