El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz, este jueves en el Congreso de Los Diputados.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz, este jueves en el Congreso de Los Diputados. Fernando Villar EFE

Política CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

Sánchez salva el 'match ball' de la reforma fiscal prometiendo a Podemos una tasa energética que sigue rechazando Junts

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Pedro Sánchez tiene la sensación de haber logrado la cuadratura del círculo este jueves, tras una semana de comisiones interminables y negociaciones agónicas, después de recomponer el bloque de investidura y desbloquear su ansiada reforma fiscal, al menos lo suficiente para cumplir con Bruselas

Gobierno y socios parlamentarios entienden que tras superar esta votación está más cerca la posibilidad de aprobar unos Presupuestos de 2025, aunque sea fuera del plazo legal. Por eso, el fin de la votación fue acompañado de una ovación de los diputados del PSOE y Sánchez fue despedido al entrar en su coche para abandonar el Congreso con aplausos de los suyos. Como en las grandes ocasiones.

Ya en el tiempo de descuento, mientras se desarrollaba el Pleno del Congreso, Ione Belarra cedió a la presión del Gobierno y brindó sus cuatro (necesarios) escaños a cambio de, en un futuro, blindar un impuesto a las empresas energéticas que, paradójicamente, no se encuentra en el paquete fiscal. Así, el PSOE transige a convertirlo en permanente; en contrapartida, ella acepta descafeinarlo a la medida de Junts.

Hasta este jueves, conjugar las posturas de los tres partidos parecía imposible. Una de las claves de la negociación era saber qué porcentaje del impuesto se podrán desgravar las compañías. Podemos pedía duplicar el tipo impositivo, Junts deducirlo hasta el 90% y el PSOE mantenerlo al 60% para las empresas energéticas que reinvirtiesen sus beneficios en descarbonización. 

La clave es justo esa palabra, la descarbonización, porque sirve para supeditar el pago de ese impuesto y todas las empresas energéticas invierten en ese concepto, por lo que puede ocurrir que se apruebe ese tributo como permanente, pero sin apenas recaudación.

Ahora, según el acuerdo firmado entre Belarra y el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, los socialistas se comprometen —a futuro— a que la tasa se convierta en permanente y buscar una fórmula que complazca a la mayoría de la investidura. Si no se consiguiera ese consenso antes del 31 de diciembre, el impuesto actual se prorrogará durante todo 2025.

Los tiempos de trámite de una proposición de ley en el Congreso y el Senado hagan imposible que esté aprobado el 1 de enero.

La segunda lectura que tiene el asunto es la "desorganización" del Gobierno para meter en vereda a los socios de investidura, máxime en una negociación tan importante y a las puertas de unos Presupuestos Generales del Estado. El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, sintetizó todo el asunto en que "si no sale, el Gobierno cae".

La sensación es que resolver la ecuación de la reforma fiscal era incluso más complicado que la de los Presupuestos, también porque el jueves era el último día posible para presentarla. Ahora, con la reforma aprobada, el Gobierno se ve con fuerzas de encaminar los PGE. 

La negociación

Hace ya dos semanas María Jesús Montero, la negociadora del Gobierno, cerró un acuerdo con los socios de derechas (PNV y Junts) sin contar con los de izquierdas (ERC, Bildu, Podemos y BNG), que se enteraron mucho más tarde. Para el momento en que empezaron a exigir sus contrapartidas, la coalición se dio cuenta de que las propuestas de unos y otros eran incompatibles.

Eso es lo que provocó la volcánica Comisión de Hacienda del lunes por la noche, que se alargó desde 17.00 hasta más allá de la una de la madrugada. Entremedias pasó de todo, incluido el cambio de conductor de las negociaciones —de Montero a Bolaños— para intentar subir al carro a los socios más indecisos. Sobre todo a Ione Belarra, la única que realmente se planteó tumbarlo todo.

Belarra y Bolaños hablaron el lunes por la noche, el martes todo el día y el miércoles hasta la madrugada. Según fuentes conocedoras, ella no cedía y él le ofrecía "cosas que no tenían que ver con el impuesto". 

Para comprender la cuerda floja en la que se movía la reforma fiscal hace falta fijarse en la primera intervención de Belarra el jueves por la mañana, alrededor de las 11.00 horas. Nada más terminar de hablar, dejó un recado: "Si quieren los votos de Podemos, pongan el impuesto a las energéticas", y abandonó el hemiciclo.

Apenas un minuto después, Bolaños salió corriendo tras ella, se reunieron en privado y el acuerdo acabó fructificando. Entremedias, fue clave el compromiso de Junts por escrito de que no se oponían a establecer un impuesto permanente a las energéticas, vía real decreto, para presentarlo en las próximas semanas.

El pacto precisa que "si no se consiguiera ese consenso antes del 31 de diciembre, el Gobierno aprobará un Real Decreto Ley con la prórroga del gravamen a las empresas energéticas para el año 2025".

Sobre esto, la idea es que Junts quiere hacer el impuesto permanente (pero menos impositivo) como una salida para que el gravamen no afecte a Repsol, que ha amenazado con retirar dinero de su planta en Tarragona si tiene que pagar el impuesto por sus beneficios.