Siete Ebros bajaron como un tsunami por un barranco sin encauzar ni vigilancia: el año de la DANA y del fango político
Una riada que nadie pudo prever causó 226 muertos en Valencia, puso en evidencia a las instituciones y desató una profunda crisis política.
"Muchas gracias, presidente, por venir tan pronto y por el contacto desde el principio". Carlos Mazón miraba a Pedro Sánchez con la cara desencajada, el 31 de octubre, ante la sede del CECOPI (Centro de Coordinación Operativo Integrado) en L'Eliana. Siete Ebros bajando como un tsunami cargado de troncos, piedras y cañas habían arrasado 78 municipios, matando a cientos de personas al desbordar el estrecho hueco de un barranco sin mantenimiento. Entonces, el presidente del Gobierno tuvo un gesto de complicidad con el president valenciano ante las cámaras.
La víspera, Alberto Núñez Feijóo había visitado Letur (Albacete) de la mano de Emiliano García-Page. Ambos tienen lo más parecido a una amistad que se puede alcanzar en política tras muchos años compartidos de reivindicaciones comunes en sus respectivos gobiernos autonómicos, pero en partidos opuestos.
El presidente del Partido Popular confesaba aquella mañana a este diario que "en una emergencia nacional como ésta no importan los partidos", sin darse cuenta de que esa frase contenía toda la carga política que soliviantaría al presidente del Gobierno. O sabiéndolo, pero no importándole.
"Emergencia nacional" y "no importan los partidos". Demasiado para quien una semana después estaba ya gastando presupuesto del PSOE en una campaña publicitaria de desprestigio a Mazón, preguntándose dónde estuvo aquel 29-O desde la hora de comer hasta las 19:00h.
Feijóo no había querido ir a Valencia al día siguiente de la riada. "Aún hay demasiado trabajo, no voy a interrumpir para una foto cuando todavía no ha bajado el fango", explicaba.
Ésas fueron las razones por las que el líder popular llamó al barón socialista en la mañana del 30 de octubre y cerraron su encuentro para esa misma tarde en Letur. Juntos. Abrazados. Preguntando uno qué podía hacer por el otro, y agradeciendo el segundo la disponibilidad del primero.
Pero el caso es que Feijóo se adelantó a Sánchez.
Lo hizo, además, el mismo día en el que el presidente había dado su acuerdo a suspender la actividad parlamentaria. Toda, salvo el pleno extraordinario para la reforma exprés de los estatutos de RTVE y su toma de control.
El 'huevo' y la 'gallina'
El presinete del Gobierno estaba "cabreado como pocas veces lo habrás visto", explicaban al menos tres fuentes con acceso al líder del PSOE.
¿Qué fue primero? ¿El huevo del enfado presidencial o la gallina del abuso político del fango por toneladas generado por la riada?
El caso es que la frase de Mazón y el gesto de Sánchez, junto al abrazo de Feijóo con Page, fue el único momento de aparente concordia política hasta hoy desde que la DANA del 29 de octubre descargó un torrente nunca visto de agua.
"Bueno", añade una fuente del PP en Madrid. "Eso y lo que se hace por omisión: ¿alguna vez nos has visto decir en público que si Mazón estaba comiendo en un restaurante, Sánchez estaba, a esa misma hora, de fiesta en una cena de gala en la India?".
Aquellas lluvias habían provocado crecidas que los expertos han calculado, ahora, "con un periodo de retorno de 10.000 años". Así es como se mide la probabilidad de los fenómenos naturales.
En este caso, echando cuentas, la última vez que se pudo ver algo así sería cuando en la Península Ibérica aún andábamos en el Paleolítico.
Y con ese dato, recogido en varios de los pliegos con los que ahora se están licitando obras de emergencia por parte de las Administraciones Públicas, ¿tiene sentido una batalla política sobre quién hizo o no hizo, si unos previnieron, previeron o dejaron de hacerlo, o si los otros reaccionaron tarde, poco y mal?
Es cierto que la AEMET dijo que habría lluvias torrenciales de "hasta 150 litros por m2", y fueron 600 finalmente. Y que anunció que a las 18:00 horas la previsión indicaba que la nube se iría "hacia Cuenca", y no fue así.
También es verdad que la Generalitat informó de que Mazón había estado trabajando todo el día, salvo "un picoteo" junto a la sede de Presidencia, y eso era falso. Como también es real que la consellera de Emergencias, Salomé Pradas, admitió no saber de la existencia de la alerta masiva a móviles hasta que le tocó usarla a las 20:10.
Y que, entonces, ya era tarde. Porque la riada ya había anegado Torrent, Paiporta, Benetússer... hora y media antes.
Aunque lo peor es que el Es-Alert no se mandó para avisar de esa riada, de la que no se sabía nada en la reunión de Emergencias en el CECOPI. Se mandó por el pavor a que la presa de Forata, que había superado el nivel de rebosamiento en 89 minutos, en lugar de en 13 horas, como habían dicho los técnicos que ocurriría... amenazaba con romper.
Y multiplicar la tragedia con sus 37 hectómetros cúbicos de agua reventando el hormigón de la construcción y todo lo que encontrara a su paso. "Habríamos acabado todos en las Baleares", confesó gráficamente un alto cargo de la Generalitat a este diario pasadas ya un par de semanas, cuando todo esto empezó a ser conocido.
Así que, ¿tienen razón unos y otros, populares valencianos y socialistas de Moncloa, al señalar a la otra parte?
Es muy posible que sí.
Pero, visto que el fenómeno natural era absolutamente imprevisible por inédito y que, tanto en la prevención como en la gestión, ambas partes tienen errores, negligencias y mentiras, ¿tiene sentido?
El fango político
El uso político de la tragedia ha mostrado a un jefe de la Unidad Militar de Emergencias decir una cosa y luego la contraria en apenas dos semanas. Ha mostrado a la siempre calmada ministra de Defensa, Margarita Robles, perder los nervios con unos vecinos que pedía limpieza de fango en sus garajes.
Y las botas del Rey manchadas de barro en Paiporta mientras las mejillas de la Reina se manchaban de rímel por las lágrimas.
Aquel 3 de noviembre, la Corona quiso visitar los pueblos más afectados antes de que el Gobierno hubiera mandado operarios suficientes. Moncloa alegaba que Mazón no había pedido la Emergencia Nacional, aunque a su delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, la ley le confiere la misma potestad y tampoco la activó.
La comitiva de seguridad de la Corona, Sánchez y Mazón, mucho mayor que la presente en la zona cero entre militares o bomberos, soliviantó a las masas, y el presidente huyó de la escena aquella tarde.
Moncloa acusó "a elementos organizados de ultraderecha" de una supuesta agresión al presidente. Pero, desde entonces, se ha sabido que nunca los hubo. Y Sánchez no volvió a la Comunidad Valenciana, ni siquiera el día del funeral. Sólo insistió en que si Mazón necesitaba "más recursos", lo que tenía que hacer era "pedirlos".
Entretanto, en la sede del PP se pasó del apoyo tímido al presidente valenciano a un silencio impuesto "a la espera de que logre arreglar las cosas para él y para el partido" si de verdad "consigue reconstruir" la zona afectada y la economía de la autonomía. No le dan más de un año de plazo... pero presumen de que el barón valenciano "es el único responsable que ha dado la cara y ha admitido errores".
Y es cierto que el primer político que quiso rendir cuentas ante los representantes del pueblo fue el "arrasado" Carlos Mazón, que compareció en las Cortes Valencianas apenas dos semanas después de la tragedia, el 15 de noviembre.
Teresa Ribera no lo hizo hasta una semana después. Y fue al Congreso y al Senado sólo una vez que fue obligada por el Partido Popular Europeo. Después de suspenderla en su examen ante la Eurocámara, le impusieron esa condición "necesaria pero no suficiente" para desbloquear su "ascenso" de vicepresidenta tercera en Madrid a vicepresidenta primera en Bruselas.
Le quedará pendiente sobre sí la amenaza de los populares europeos de obligarla a dimitir "si un juez la implica por la gestión de la DANA o cualquier otro asunto de su etapa en el Gobierno de España", tal como confirman ahora fuentes del PPE. Y "a ritmo que va la Justicia en España, eso debilitará su posición en Bruselas, probablemente, toda la legislatura europea", sentencian mitad con lamento, mitad con satisfacción en el PP español.
Pero hay un actor fundamental en la gestión de la riada que permanece en silencio desde aquel fatídico 29-O. Miguel Polo, el presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), sigue sin dar la cara dos meses después.
Polo, exconcejal socialista de Titaguas y al frente de la CHJ por decisión de Ribera desde febrero de 2021, no ha respondido a los acreditados fallos de su organismo, que agravaron la catástrofe de forma significativa. Por su acción tanto el mismo día de las inundaciones, como en los meses y los años previos.
Falta la CHJ
Para empezar, la CHJ no avisó de la crecida en el barranco del Poyo, incumpliendo su obligación de informar por correo electrónico a la Generalitat Valenciana hasta 15 veces. Sus propios protocolos y la legislación autonómica vigente obligan a este organismo a dar alerta por escrito si la rambla superaba los 150 metros cúbicos por segundo de caudal.
La propia CHJ lo reconoció, sin querer, en un comunicado del 4 de noviembre, tratando de exculparse de otras acusaciones. En dos horas y media de "apagón informativo" el Poyo pasó de estar a la baja en volumen, con un mínimo de 28,7 m3/s a las 16:13 horas hasta los 1.686 m3/s que midió (y ya sí advirtió) a las 18.43 horas. Cuando ya era tarde y la riada ya había inundado Paiporta, la población que más muertos contó entre los 223 de aquella tarde.
📢 La CHJ mantuvo informadas a las autoridades de protección civil de forma periódica de los caudales del Barranco del Poyo, así como de la declaración de los escenarios de emergencia en la presa de Forata, en el río Magro.
— Confederación Hidrográfica del Júcar (@CHJucar) November 4, 2024
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En su propia relación de correos electrónicos se aprecia por qué la CHJ desatendió lo que ocurría en el barranco del Poyo. La preocupación principal era otra: la posible rotura de la presa de la Forata y la consiguiente inundación colosal. Tanto fue así que la alerta ES-Alert enviada por radio a los teléfonos móviles a las 20.11 correspondió a ese riesgo de Forata, no a los estragos del barranco del Poyo. Por suerte, la presa no llegó a colapsar.
La CHJ tampoco reunió a su Comité Permanente de emergencia aquella tarde, pese a que lo exige la ley desde el aviso rojo de la Aemet por la DANA, que se lanzó a primera hora de la mañana, a las 7:36 horas.
Los medidores de vigilancia de la CHJ estaban obsoletos... donde los había. Porque el Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) del barranco del Poyo databa de 1989, y estaba ubicado en Ribarroja, ya en la ladera de inundación.
Se dijo que por el Poyo bajaron "cuatro Ebros" aquella tarde. Pero es que hace apenas una semana la CHJ admitió que por el barranco de la Horteta bajaron entre 2.000 y 3.000 m3/s en aquella tarde. Y que en la confluencia de ambos, a la altura de Torrent, se juntó un volumen de agua "de unos siete Ebros" por el hueco "no encauzado" ni limpiado durante años pese a las reclamaciones de los alcaldes, de la misma Generalitat... y, a veces, del propio Miguel Polo.
Ahora, la CHJ ha encargado "obras de emergencia" a una empresa que no cumplen los requisitos legales, pero que asegura un portavoz del organismo que "es la mejor del mercado" para instalar el más moderno Sistema de Alerta Temprana (SAT). Esta tecnología, según reconoció Ribera en el Congreso, entonces todavía ministra de Transición Ecológica, es el "único sistema que salva vidas".
La pelea en el barro manchó a los Reyes en Paiporta, impulsó a Sánchez a ascender a Pilar Bernabé, su delegada del Gobierno en Valencia, a su Ejecutiva como secretaria de Igualdad, tras el último congreso del PSOE. Y ahora, ha llegado no sólo hasta los tribunales, con querellas cruzadas, sino a los medios.
El mismo día en el que el Consejo de Ministros aprobaba una nueva legislación "antibulos", una agencia estatal y un par de periódicos progubernamentales publicaron una noticia opuesta a la realidad: el martes 17 de diciembre, la Fiscalía instó a inadmitir las querellas contra Mazón al Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. Pero Efe, El País y El Diario titularon justo lo contrario: que la Fiscalía "apoyaba" investigar al president valenciano.