Historia de una foto: el Rey en Wake Up, factor de la "descarbonización" de la vida pública española
Pallete, Bogas, Reynés, Imaz, Torres, Goirigolzarri y hasta una treintena de directivos estuvieron en la primera sesión de Wake Up, Spain!
16 abril, 2024 02:18"Mira, fíjate, cuando el Rey se acerca, la muchedumbre se abre como el mar rojo". Era una muchedumbre de presidentes del Ibex, de rojo había poco, pero el mar se abrió de golpe. En lo que tardó Felipe VI en alcanzar el patio de entrada, se había formado "la fila de saludos".
Estaba empezando lo que debería ser, oficialmente, un Objetivo ODS: la "descabronización" de la vida pública española presidida por el jefe del Estado. Nos dimos cuenta al anotar erróneamente una palabra que no dejaba de repetirse, "descarbonización".
El tono del Rey iría impregnando después, como por "contagio directo", que diríamos en la pandemia, las sucesivas intervenciones: la inteligencia artificial, los bancos, las eléctricas, los políticos, los sindicatos.
En la foto inaugural posaban juntos, por ejemplo, los líderes de Repsol e Iberdrola, cuyas compañías pleitean entre sí. O los líderes de Mapfre y de Mutua Madrileña, que compiten a morir. Empatarían por la tarde los líderes sindicales y el jefe de la patronal. Y así sucesivamente. Un juego de contrarios que se iba haciendo baile.
Al estatismo de la primera foto iremos añadiendo poco a poco el carrusel que se fue orquestando con el paso de las horas. Era, como en el programa de radio, "un carrusel deportivo". Por la velocidad con la que se movía y por los goles, por el contenido.
El primer día del Wake Up no fue un mero ejercicio de convocatoria, eso que se dice un "evento social". Los participantes trajeron de casa, previa elaboración con sus equipos, un diagnóstico de España y una propuesta de mejora.
Por eso lo del "Davos español". Un directivo le dijo a Josu Jon Imaz, de Repsol, en un corrillo: "Aunque con un poco más de luz en la habitación". Joder, el Davos de verdad debe de parecer entonces un local de intercambio de parejas porque en Casa de América la luz es amarilla y poca.
Los de la Barra del Wake Up –ya es el cuarto año que brindamos juntos– nos colocamos estratégicamente para escrutar esos saludos. Nos habían asustado desde la dirección: "Preparaos porque el Rey saluda a todo el mundo". Y en la Barra sabemos cuál es el mejor vermú, a cuánto está el escaño de las europeas y que las albóndigas de la cafetería de arriba salen buenísimas, pero no sabemos saludar dinásticamente.
Total que nos pusimos a mirar y a tomar notas. Apareció don Felipe, traje gris de raya diplomática.
–¡Joder, qué espalda! – gritó la tropa. Es la primera vez que Felipe VI inaugura un foro de este diario.
Mirábamos los de la Barra los hombros del Rey, que parecen ochomiles. Procedió a sonreír y a extender la mano a los del Ibex. Unos elegían la fórmula "señor"; otros preferían el "majestad".
Se nos antojaba un dilema delicado. Los de la Barra, además de ser de pueblo, somos unos chavales. Si le llamábamos "Señor" iba a parecer que le estábamos llamando viejo. Y si le llamábamos "majestad", nos íbamos a trabar seguro porque jamás hemos pronunciado esa palabra.
Otra dificultad estribaba en la inclinación de la cabeza. Algunos empresarios la inclinaban y otros no. Unos pocos, quizá los menos experimentados, lo hacían como por electrificación de vías. No tenía buena pinta. Era un saludo-ictus. Íbamos optando por algo más sobrio: el "majestad" y un apretón de manos normal. El problema era que, para cuando nos tocara a nosotros, al final de la mañana, quizá nos costara mantener la sobriedad.
El Rey, de cerca, exhibe sentido para el chiste rápido. Cuando le tocó hacerse la foto de familia con los empresarios, se giró y dio el pésame a los dos o tres de la segunda fila a los que tapaba por completo.
Bajamos por fin al auditorio. Andábamos algo preocupados porque los de la Barra llevábamos americana, pero no corbata. Nos relajamos cuando apareció Pepe Álvarez, de la UGT, con fular morado, camisa de fiesta y deportivas blancas. ¡Sucedieron tantas cosas!
Pedro J. citó en la apertura a Eugenio d'Ors. Decía D'Ors que, en Madrid, a las 20h, o das una conferencia o te la dan. En el Wake Up, ¡maldita revolución tecnológica!, a cualquier hora entre las 8h y las 20h, o das una conferencia o te la dan. El carrusel.
Dio el Rey varios titulares, todos encaminados al encuentro entre distintos, a la colaboración público-privada, al buen clima, al entendimiento. No pudimos anotarlos porque andábamos con las manos llenas de canapés. Pero sí apuntamos la tan ansiada "descabronización".
Se sentaron en la primera mesa Beatriz Corredor (presidenta de Redeia), Luis Furnells (presidente del Grupo Oesía), Alberto Granados (presidente de Microsoft), Federico Linares (presidente EY) y Carme Artigas (copresidenta del órgano sobre Inteligencia Artificial de la ONU). En resumen: Defensa, IA y electrificación cuando Oriente Próximo parece abocado a una guerra.
Habló el Rey del interés de esa mesa, celebrada pocas horas después de los ataques cruzados de Irán e Israel. A eso se sumarían las apreciaciones del presidente de Indra, Marc Murtra. Pidieron más pasta en Defensa.
Se dijeron cosas muy interesantes sobre la inteligencia artificial. Pero, como dan miedo, sólo anotaremos una. La dijo Federico Linares, presidente de EY, al que queremos mucho en esta Barra, porque es cantaor de flamenco, aficionado del Cádiz y aprovecha su influencia empresarial para homenajear a Paco de Lucía. Federico, si pudiera, vería el Wake Up con nosotros en la Barra; es uno de los nuestros, pero tiene que trabajar.
Planteó el siguiente debate: ¿y si la inteligencia artificial sirve para que a una chica, de noche, en una zona oscura, le cueste un taxi el triple que a un chico a la misma hora en una zona iluminada?
Siguieron los bancos. Carlos Torres Vila, del BBVA. Goirigolzarri (CaixaBank), que no ha recuperado la voz tras la victoria del Athletic y la tabarra que nos dieron con la gabarra. Los dos pidieron reformas estructurales para rebajar el déficit y la deuda pública. Pero sobre todo pidieron que se les quite el impuesto.
Después, Ángel Simón, Ceo de Criteria, anunciando más inversión en empresas estratégicas. Por la noche, cerraría Meinrad Spenger, el mítico Meini, Ceo de Masorange, contando la estrategia de la mayor operadora española de telecomunicaciones por número de clientes. Ambos era la primera vez que aparecían en público en sus cargos.
Conviene que nos detengamos un momento en Nadia Calviño, ahora presidenta del Banco Europeo de Inversiones. Cómo envejece la política... ¡o como rejuvenece dejarla! Llegó sin prisa, se fue sin prisa. Ni siquiera agotó el tiempo que le correspondía. Esa es la frontera que separa a un político de uno que deja de serlo: los políticos siempre se pasan de tiempo.
También hubo lugar para las noticias, que se fueron publicando en directo, casi al mismo tiempo que las emitía el streaming. Por ejemplo, Óscar García Maceiras, el CEO de Inditex, anunció que el grupo reabrirá cincuenta tiendas en Ucrania antes de finales de año. Jaume Miquel (Grupo Tendam) confirmó su intención de salir a Bolsa a finales de 2024. Pilar Martínez-Cosentino (Grupo Cosentino) negó que hubiera planes en su empresa para lanzarse. Albert Triola (Oracle) definió los datos como "el petróleo de la actualidad".
Tuvo morbo ver al ministro de Industria, Jordi Hereu, saludando al presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete. Por cierto, Telefónica cumple esta semana cien años. Como estábamos bajo tierra, hablaron los muertos. José Luis López-Vázquez –IA mediante– hizo una pregunta a Pallete desde el más allá.
Mario Ruiz-Tagle (Iberdrola), José Bogas (Endesa), Francisco Reynés (Naturgy), Javier Sáenz de Jubera (Total Energies), Javier Goñi (Fertiberia), Emilio Rousaut (Factor Energía), Loreto Ordóñez (Engie España). Todos estos energéticos, o isotónicos según se quiera, pidieron más inversión en redes y creación de nuevos puntos de conexión.
Aunque quizá la escena más divertida de esta zarzuela de la "descabronización" fue la protagonizada por Antonio Garamendi (CEO), Unai Sordo (CCOO) y Pepe Álvarez (UGT). Entre bromas, era como si dijesen: "Oigan, dejen que nos pongamos de acuerdo, no metan mierda entre nosotros". Porque los titulares habituales de los medios no se corresponden con la comunión que protagonizaron.
Decíamos que hubo políticos. Ayuso, hija de Ronald Reagan, apareció con un discurso por la "libertad", los bajos impuestos y la liposucción de la burocracia. Hablaba y se iluminaban los ojos de los empresarios. Ayuso también es reina en el Ibex. En la misma línea, aunque con un estilo menos frontal, habló el presidente de Aragón, Jorge Azcón, que proclamó su tierra como la Virginia de España, la región europea con más inversión tecnológica.
–¡A Ayuso le han pedido fotos hasta los feos! –había mucho ruido.
–Joder, ¿qué pasa? ¿No pueden?
–¡Los CEOs! ¡Los CEOs!
–¡Ah!
"Estamos más de moda que nunca. Este es el mejor Madrid de la Historia", y así sucesivamente. Si no fuera por sus frases inclusivas sobre cómo una persona se hace madrileña en cuanto llega a la región, cerrando los ojos podríamos haber escuchado a Junts o Esquerra.
En el fondo, el diagnóstico de todos los que pasaban por el carrusel era el mismo: la economía española va bien, pero podría ir mucho mejor con "descabronización", unos impuestos más moderados y una menor burocracia. La cuestión es quién encabrona y quién desencabrona, ahí sí hubo matices entre los políticos.
Al acabar el Rey, nos subimos todos para arriba. Estábamos a gusto porque no había empezado el calor. El Rey también debía de estar a gusto porque se quedó un montón de rato de charla con la gente.
Sucedió en ese instante, cuando estábamos los de la Barra en una esquina con Antonio Camuñas, un diplomático de la empresa, uno de esos "españoles influyentes" que aparece en las listas estilo Forbes.
–Voy a saludar al Rey.
–Vale. Adiós, Antonio.
–No, no. Vosotros venís conmigo.
Y fuimos los de la Barra con Camuñas a por el Rey. Algunos nos miraban con cierta sospecha: "¡Los sin corbata, los sans culottes, van a guillotinar al Rey!". Pero llevábamos a Camuñas y una tarjeta colgando del cuello con la palabra "staff".
–Señor –le dijo Camuñas–. Estos chavales trabajan aquí, en El Español, y son extraordinarios.
–Un poco extraordinarios sí somos, majestad –contestamos confirmando lo que veía el Rey.
Felipe VI tiene en directo una cosa muy importante: la habilidad de que no te sientas incómodo cuando estás delante y estás nervioso. No te habla como si te conociera sin conocerte de nada –que es algo muy frecuente en estos saraos y que genera una distancia muy incómoda–, sino que te habla como si de veras no te conociera y no le estuviera molestando conocerte.
Preguntó por el periódico, por cómo es el trabajo de la tropa estos días tan intensos, por cómo hacemos para tener tal poder de convocatoria, por el estado de los medios de comunicación y cosas así. En la Barra, que es el Frente Popular del Wake Up, nos íbamos haciendo monárquicos.
A las de la Barra, que estaban con nosotros y que son muy numerosas, les pasó todavía más rápido pero por motivos distintos. "Yo he sentido como que se derretía todo a su alrededor", decía inocentemente un directivo de la casa. Y ellas asentían sin un gramo de inocencia: "Es verdad, todo se derretía".
No podemos reproducir aquí las cosas que se dijeron sobre el Rey en ese sentido porque harían buena la intención de Irene Montero de castigar los piropos. Hubo de todo. Más romántico y cursi, del estilo "me bañaría en sus ojos azules". Más amor verdadero: "He sentido, cuando le contaba, que el Rey se preocupaba por mí de verdad". Y más estilo Bad Bunny: que si es una escultura, que si sus músculos, que si del pecho a la cadera... y ya no bajamos más.
–¡Joder, que es el Rey! Un respeto, por el amor del Señor.
–Yo también quiero el amor del Señor.
–Yo le veo y tengo la sensación de que va a defender a todo el país con sus propias manos –esto lo dijo un hombre porque muchos fueron los hombres, también heterosexuales, que quedaron fascinados por el cuerpo de don Felipe.
Se rompió la Barra. Aquello no podía continuar. Los de los piropos se quedaron brindando por Felipe VI y los que teníamos que escribir nos refugiamos en el otro extremo del auditorio.
(...)
Las conversaciones con el Rey, por lo general, salvo que sea uno presidente de algo, duran poco. A lo sumo treinta segundos. Las conversaciones con el Rey son como los buenos orgasmos. Inolvidables. Una anécdota con el Rey te da para vivir tres o cuatro meses teniendo algo que contar.
El Wake Up es el spa de la "descabronización". Nos resulta imposible encontrar un adjetivo malsonante en lo que dio de sí la jornada, que fue mucho. El Wake Up fue esa extraña alianza de políticos, empresarios y entidades sociales que sacan adelante los países. El primer día del Wake Up fue, en realidad, un sueño porque este ambiente, como cuando encienden al alba las luces de la discoteca, se evapora fuera de Casa de América.