Para mucha gente, la covid-19 no es algo del pasado y sigue sufriendo sus secuelas: los pacientes de la covid persistente. El virus, en lugar de desaparecer por completo, se disemina y se queda en distintos órganos. Esto provoca una inflamación crónica y unas pequeñas trombosis, ha explicado Roger Paredes, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas en el Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, en la  IV edición del foro Wake Up Spain!, el foro económico organizado por EL ESPAÑOL, Invertia y Disruptores y patrocinado por EMT Madrid, EY, Microsoft, Oesía y Oracle.

Se calcula que entre el 5% y el 10% de las personas que han sufrido la infección de forma aguda han desarrollado esta secuela, según Paredes. Es complicado conseguir las cifras de pacientes en España porque no hay un sistema de vigilancia que se encargue del recuento. A nivel mundial, se calcula que a finales de 2023 había unos 65 millones de afectados y se estima que en la próxima década se alcancen los 200 millones. 

En España, dice el experto, hay aproximadamente un millón o un millón y medio de personas. “La Covid persistente debe ser una prioridad, afecta a muchas personas", ha reclamado. A su unidad llegan los “peores casos”, añade. Muchas veces son pacientes que llevan un año o más “dando vueltas por el sistema sanitario” y sus síntomas pueden persistir durante más de tres y cuatro años.

Algunos de sus síntomas son la debilidad, el cansancio o la niebla mental. Esta última se caracteriza por la pérdida de memoria, la dificultad para encontrar palabras, problemas de atención y abrumarse por tareas simples.

El investigador ha destacado que esta enfermedad afecta “desproporcionadamente” a las mujeres. “Este puede ser uno de los motivos por el que no se le ha prestado especial atención”, ha sentenciado. También es más común en personas de clase baja y con nivel de estudios inferior, aunque Paredes hace hincapié en que afecta a “personas de todo tipo”. 

Cuando se descubrió la patología se barajaban más de 200 síntomas con los que podía cursar. Ahora, han conseguido “acotar” el cuadro médico y se han establecido cuatro patrones, expone el experto. Los pacientes en los que predomina la afectación cardiovascular, los que les afecta a nivel neurocognitivo, los que cursan con debilidad muscular o los que sufren cansancio extremo.

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Durante mucho tiempo hemos se ha dicho que no existe un tratamiento para la enfermedad, pero Paredes cree que se trata de un problema de comunicación. En realidad sí que existe un tratamiento, afirma el experto. Su unidad es multidisciplinar y ofrecen, rehabilitación física y neurocognitiva. También descartan otras patologías que puedan confundirse con la covid persistente.

Lo que sí que no existe a día de hoy, informa Predes, es un tratamiento farmacológico que esté demostrado que funciona concretamente para curar la enfermedad. Desde su unidad están intentando desarrollar ensayos clínicos para encontrarlo. Para este proceso solo emplean fármacos probados en ensayos clínicos con condiciones como que sean doble ciego y estén aleatorizados.

En uno de esos ensayos, trabajan con la farmacéutica Pharmamar en un producto que en el laboratorio es antiviral y antiinflamatorio. Están probando la fase dos de la investigación para poder probar su efecto en humanos. “Estamos muy cerca”, ha afirmado Paredes sobre sus objetivos de conseguir una cura para la covid persistente. 

El jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas en el Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona no ha querido dejar pasar la oportunidad de reclamar más inversión para poder seguir investigando esta patología y poder avanzar en su conocimiento y abordaje. Ha recordado que durante la pandemia de covid-19 se aceleraron los procesos y se podo investigar de manera más rápida: “Esto funcionó, pero ahora se ha parado”. 

Además, ha querido dejar un mensaje de esperanza a quienes paden de covid persistente: “Vamos a conseguir vencer la enfermedad, seguro”, aunque para eso, ha vuelto a insistir, necesitan que se destinen los recursos necesarios y se atraiga a los mejores. “[La patología] ha tardado en ser reconocida, pero es real, aunque mucha gente aún niega su existencia”.