El mutilado español que luchó en Bailén y salvó a la Alhambra de ser dinamitada por Napoleón
El 17 de septiembre de 1812 el ejército francés se retiraba de Granada. El mariscal Soult ordenó volar por los aires la Alhambra. Un cabo manco lo impidió.
27 noviembre, 2023 02:30Pese a que Ridley Scott no le dedica ni un solo fotograma de Napoleón a la Guerra de la Independencia española, esta "úlcera" sorprendió y desangró a los ejércitos franceses durante seis interminables años. A su paso por la Península Ibérica aprovecharon para llevarse todo objeto de valor que caía en sus manos, siendo esta invasión gala el mayor saqueo cultural que ha sufrido España en toda su historia.
Miles de cuadros, estatuas, joyas y retablos fueron robados de museos, palacios e iglesias de toda la geografía española para engrosar los salones del Louvre o embellecer las ricas mansiones de ladrones generales franceses. Con un ejército desmoralizado y bajo amenaza de quedar aislado, el mariscal Soult, conocido por haber saqueado la ciudad de la Giralda, ordenó apilar decenas de barriles de pólvora bajo las zonas fortificadas de la Alhambra de Granada.
A pesar de lo que dicta la leyenda, la intención francesa no era volar por los aires el fastuoso palacio de los últimos reyes nazaríes, pero poco les importaba si así ocurría: daños colaterales, pensaron de forma frívola. Así destrozaron la Torre de los Siete Suelos, la Torre del Agua y la del Cabo de la Carrera. Entre el caos y el desorden que acompaña toda retirada apresurada, un manco cabo de Inválidos llamado José García logró arrastrarse sobre su pierna malherida dispuesto a sacrificar su vida.
Para impedir la destrucción de este tesoro andalusí, se lanzó sin pensárselo dos veces sobre una siseante y amenazadora mecha que fue apagada con su propio cuerpo. Poco se sabe de este héroe casi olvidado más allá de que se dice que sobrevivió a la guerra y murió de tuberculosis en 1836. Sirviendo en el ejército español, su pierna quedó inservible y su mano se perdió para siempre entre el asfixiante humo levantado por los cañonazos y fusiles en la carnicería que fue la batalla de Bailén, en 1808.
Faltos de agua, asfixiados, sedientos y acosados por el ejército del general Castaños, el mariscal Dupont se rindió con sus hombres en Bailén, convirtiéndose esta en la primera derrota en tierra del ejército imperial francés. José García no tuvo oportunidad de disfrutar del triunfo, sufriendo una dolorosísima operación en un precario hospital de campaña que se asemejaba más a una charcutería. Logró salir de aquella antesala de San Pedro. Debido a sus heridas, pasó a las filas del cuerpo de Inválidos, creado en el siglo XVIII para integrar a los mutilados y heridos de guerra otorgándoles tareas secundarias relacionadas con la vigilancia.
Saqueo de España
Las mieles de Bailén pronto se volvieron amargas. Un furibundo Napoleón dirigió personalmente una campaña relámpago y, tras dispersar al ejército español por toda la Península regresó a París dejando a su hermano José I sentado en el trono de Madrid.
Aquí comenzó la pesadilla artística que quedó oculta por la brutalidad del ejército de ocupación y de la temida y siniestra guerrilla. El famoso mariscal Soult se caracterizó por su feroz saqueo. Apenas disimuló su rapiña bajo un ligero barniz legal camuflando su expolio como compras y donaciones de unos propietarios empobrecidos por la guerra o directamente amenazados si se negaban a entregar sus obras a cambio de unas pocas monedas.
Entre su colección se encontraron: 15 cuadros de Murillo, 7 de José de Ribera, 20 de Francisco de Zurbarán, 7 de Alonso Cano y la lista sigue y sigue. "Soult se comportaba en Andalucía como un rey, sin negarse nada a sí mismo", escribió sobre él la historiadora del arte de la Universidad de San Petersburgo Tatiana Goncharova.
"Yo tendría que dar un ejemplo y ordenar fusilar a Soult, el mayor saqueador entre ellos", comentó en una carta un indignado Napoleón Bonaparte desde su definitivo exilio en la recóndita isla de Santa Elena.
A pesar de que José I -conocido con sorna como "Pepe Botella" debido a su supuesto alcoholismo- dedicó una generosa partida de dinero para adecentar y limpiar de escombros el palacio nazarí, a Soult, gran admirador del arte español, no le tembló el pulso cuando ordenó dinamitar una parte generosa del mismo con tal de negar algunas posiciones al ejército español. De no ser por el heroico inválido José García, el daño ocasionado al patrimonio histórico artístico de nuestro país habría sido todavía más irreparable.
Otros ejemplos
- En Burgos. El castillo medieval ocupado por tropas francesas fue dinamitado de forma apresurada durante su retirada en 1813. Varios soldados franceses rezagados murieron en la explosión por no alejarse a tiempo. De la fortaleza no quedó nada y su onda expansiva destruyó las vidrieras de la catedral.
- En Granada. Además de intentar volar por los aires la Alhambra, el general Horace Sebastiani profanó la tumba de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, quemando 700 banderas que se enterraron con él como trofeo. Durante la retirada, Sebastiani se llevó a Francia la calavera de este general.
- En Vitoria. Tras la victoria anglo española en junio de 1813, el rey José I estuvo a punto de ser capturado, escapando por los pelos. De su equipaje abandonado se pudieron rescatar más de doscientos lienzos, cuadros y grabados junto a numerosas joyas expoliadas.