Cuando internet se creó, sobre las bases de la antigua red militar  y de investigación Arpanet, había algo que todo el planeta tenía claro: debía ser un entorno descentralizado, independiente de cualquier país y ajeno a los intereses comerciales o políticos de cualquier actor. Un ecosistema neutro sobre el que desarrollar cualesquiera negocios, expresar opiniones ideológicas sin más censura que la que choque con las leyes más básicas y en el que los consumidores tenían la sartén por el mango. Esa es la teoría, porque poco a poco internet se ha ido convirtiendo en un coto cerrado dominado por un grupo más o menos amplio de empresas que han reducido a una declaración de mínimos los principios en que se basaba esta utopía digital.

Lo han hecho -o intentado cuanto menos- en base a varios frentes paralelos. El primero, la concentración de la información en un grupo limitado de portales (Google, Facebook, Twitter, Microsoft) que articulan, en la práctica, lo que existe y lo que no existe en  Internet.

La segunda, el ataque perpetrado por los operadores de telecomunicaciones contra la neutralidad de la Red. Esta ofensiva, triunfadora en Estados Unidos, les permite potencialmente priorizar sus propios servicios frente al del resto de rivales, encareciendo el precio por usar algo que ellos no quieran que uses. A saber: si eres rico, podrás hacer lo que quieras en Internet, pero si eres humilde más vale que contrates todo con tu Telefónica de turno si no te quieres llevar un susto a fin de mes.

Y si la neutralidad de la Red compromete la democratización de Internet desde el punto de vista del consumidor, el último de los frentes lo hace desde el punto de vista de los productores de contenido web. Y es que la ICANN, organismo que controla los registros de dominios en la Red, planea eliminar las restricciones a los precios de las terminaciones '.com', '.org', '.info' y '.biz' desde el próximo año. De este modo, de los 10 euros anuales que cuesta tener una web ahora mismo podríamos pasar a cientos de euros anuales e, incluso, a los 11.500 dólares que cobraba Google por un dominio 'dev'.

O, dicho de otro modo: el que quiera expresar su opinión en un blog o el que desee fortalecer la marca de su pyme en la Red ha de ir preparando la chequera porque tener una web propia puede convertirse en cosa de ricos...

rn