El título de este artículo es una frase muy polisémica, según quien la escriba o pronuncie y, sobre todo, con qué intención sitúe la frase en un argumento. Lo que me ha animado a titularlo así es que esa expresión ha sido literalmente utilizada por Apple al hacerse pública una sentencia judicial de la jueza federal de EE. UU. Yvonne González Rogers emitida en contra de las pretensiones de Epic Games, en su batalla legal que mantiene con Apple.
Disputa de largo plazo de cuyo arranque ya nos hicimos eco en estas páginas cuando Tim Sweeney, el líder y CEO de Epic Games, lanzó un órdago contra el gigante de la manzana acusándole de prácticas monopolísticas y de lucro abusivo en su tienda App Store.
Le acusaba de estar cobrando de más con el porcentaje del 30% en la venta de apps en su gigantesca tienda virtual ya que según Sweeney, solo con el 12%, esa tienda ya sería rentable de sobra para Apple. Pero Tim no se quedó en las palabras y pasó a las demandas judiciales...
Por eso antes de seguir con las argumentaciones de la magistrada, conviene considerar datos de contexto que nos darán la verdadera dimensión económica de esta disputa.
La App Store es el servicio de aplicaciones informáticas de Apple. En este caso esas 'aplicaciones' (en inglés app) se refieren fundamentalmente a las aplicaciones informáticas diseñadas para ser ejecutadas en teléfonos inteligentes, tablets y otros dispositivos móviles que permiten al usuario efectuar variadas tareas –profesionales, de ocio o juego, educativas, de acceso a servicios, etc.—, facilitando gestiones o actividades.
Eso dice la información estándar, pero ahora mismo las apps son, al mismo tiempo, un instrumento primordial y masivo para recolectar datos y metadatos de la actividad o conducta online de miles de millones de usuarios que, casi es su totalidad, desconocen que estas apps (aplicaciones 'ligeras' o móviles), además de aquellas cosas que el usuario desea que hagan, realizan dicha monitorización y recolección de su actividad online, que reenvían sin su permiso ni conocimiento, al 'fabricante' generando un inmenso mercado opaco y paralelo global de datos y metadatos.
Mercado que, según la profesora de la Harvard Business School Shoshana Zuboff, forma un pilar esencial de lo que ella llama el 'capitalismo de vigilancia' (surveillance capitalism), que tienen como forma central de comercialización de la información las actuales sociedades de consumo en las que se hacen negocios a través de internet, aunque no es la única manera en que se realizan. Ahora vayamos a las cifras.
Sueños salvajes de 'billones' de apps
El mercado de estas apps se ha hecho gigantesco en pocos años. Casi todos recordamos cómo Apple celebraba como hitos cada decena de millones de descargas de su App Store. Por ejemplo, recuerdo un titular de principios de 2011 que decía: "Apple alcanza el hito de los 10.000 millones de descargas de apps". Lo recuerdo, más que por esa enorme cifra, por la espectacular promesa de Apple de un premio de 10.000 dólares a la persona que se descargara la app número 10.000 millones. Luego se supo que esa app, de nombre Paper Glider, fue comprada en la Apple Store por Gail Davis, que vivía en Kent, Reino Unido.
La empresa entregó a Davis una tarjeta regalo de iTunes de 10.000 dólares. Recuerdo aún las enardecidas declaraciones del Philip Schiller, vicepresidente sénior de marketing mundial de productos de Apple que dijo: "Con más de 10.000 millones de aplicaciones descargadas en tan solo dos años y medio –y la asombrosa cifra de 7.000 millones solo en el último año– la App Store ha superado nuestros sueños más salvajes." Una década después empezamos a comprender sus palabras viendo los resultados de beneficios también 'salvajes' (comparados con cualquier forma anterior de comercio) producidos por los miles de millones de clones digitales de las apps.
Veamos las cifras actuales una década después. Este mercado o sector digital es asombroso. Sigue creciendo más y más. Ha alcanzado 218.000 millones de descargas y facturado 143.000 millones de dólares de compras globales de usuarios de todo el mundo sólo en el año 2020. Y algo no menos asombroso: en 2020 los usuarios les dedicaron 3.500 millones de minutos de su tiempo, lo que equivale a 58.333.333 horas o más de 2,4 millones de días; o lo que es lo mismo, 6.659 años de uso que es el equivalente a casi 100 vidas humanas completas de 70 años.
Y eso solo en el uso en un año de apps de dispositivos Android, el sistema operativo de Google, que se venden en la tienda Google Play, la competencia de Apple Store. Las dos juntas se han convertido –y eso no les gusta oírlo– en uno de los más grandes duopolios digitales globales de facto. (Y no olvidemos que hay más. El mercado chino tiene sus propias gigantescas tiendas virtuales de apps, todas en chino).
Según los analistas de TechCrunch, el uso de las apps ya ha superado el tiempo dedicado a ver la televisión en directo en EE. UU. Quizá influido en parte por la pandemia global durante 2021, el estadounidense medio está decicando a esta actividad una media de 3,7 horas al día. El uso de las apps ha superado eso, porque ahora el estadounidense medio ya pasa cuatro horas al día 'enganchado' a sus dispositivos móviles.
Esto no tiene que ver sólo con EE. UU. Estamos hablando de un mercado global, al que además está ayudando la pandemia, durante la que se ha incrementado un 24% el negocio generado por las app de Apple. Según la empresa de la manzana, las apps descargadas en su Apple Store han supuesto en 2020 una facturación de 530.000 millones en todo el mundo. De ellos, 2.200 millones compradas por usuarios de España.
Los números financieros también son espectaculares. En 2019, las empresas mobile-first tuvieron una valoración en Bolsa de 544.000 millones de dólares, 6,5 veces más que las que no se centran en el móvil. En 2020, los inversores inyectaron 73.000 millones de dólares en 'empresas móviles'. Y esta cifra ha aumentado un 27% interanual. Es el nuevo 'El Dorado' digital.
Sabido esto se comprenden mucho mejor las disputas legales. Hay muchísimo dinero en juego. Y dado el diseño adictivo de las interfaces de apps y smartphones, frecuentemente los usuarios hacen muchísimo uso compulsivo de ellas. Pero en eso no entran en realidad los jueces, al menos que haya alguna demanda interesada. Así funciona.
El éxito no es ilegal
Volviendo a la sentencia de la jueza federal de EE. UU. de la disputa legal entre Epic Games y Apple, ahora que tenemos contexto económico, veamos los resultados legales del momento.
En mayo pasado, la empresa Epic trató de demostrar ante la jueza Rogers que la firma de Cupertino actúa en el mercado con una irrefrenable vocación de monopolio. Pero como ya dije en mi artículo sobre Tim Sweeney, en realidad la disputa no era simplemente por el 30% del porcentaje que cobra Apple en la venta de apps, sino en el control de las formas digitales de pago dentro de ellas.
Por ejemplo, en el Fortnite, el juego estrella gratuito de Epic pero el que más recauda en el mundo (el año pasado unos 1.800 millones de dólares) gracias a su economía interna a través de una forma de pago digital propio de Epic, cuyo control, al margen del suyo, Apple no aceptaba de su tienda de apps. Lo cual es una práctica monopolística de la Apple Store, según Epic, que manifestaba defender así a los desarrolladores modestos y su innovación.
Este es el núcleo de la disputa mucho más que el porcentaje que cobra la tienda. La jueza Roger señaló en la vista que la situación fue diseñada por Apple, y que la compañía podría decidir monetizar su propiedad intelectual de la App Store de otra manera.
Tal y como están las cosas, dijo Rogers, "la industria del juego parece estar generando una cantidad de dinero desproporcionada con respecto a la propiedad intelectual que se les está dando a ellos y a todos los demás. Parece que están subvencionando a todos los demás". Pero, finalmente, la magistrada Rogers ha emitido una sentencia 'salomónica' que avala la comisión del 30% que cobra la App Store desde su lanzamiento en 2008, en cada pago que realizan los usuarios de las apps descargadas desde su tienda. Pero prohíbe a la empresa de Cupertino seguir teniendo exclusividad en los pagos digitales, pero dejando claro que no se puede acusar a la empresa Apple de ser un monopolio.
Le ha faltado tiempo a Tim Cook, CEO de Apple, para declarar a los cuatro vientos frases que deben leerse dentro de todo el contexto descrito arriba. Afirma Apple en su comunicado: "Hoy el Tribunal ha afirmado lo que sabíamos desde el principio: la App Store no viola la ley antimonopolio. Como reconoció el Tribunal, 'el éxito no es ilegal'".
Y dicen, describiéndose a sí mismos: "Apple se enfrenta a una rigurosa competencia en todos los segmentos en que operamos. Creemos que los clientes y desarrolladores nos eligen porque nuestros productos y servicios son los mejores del mundo. Seguimos comprometidos con garantizar que la App Store sea un mercado seguro y de confianza que respalde una próspera comunidad de desarrolladores, con más de 2,1 millones de empleos en EE. UU. y un lugar en el que las reglas se apliquen por igual para todos."
Pero este episodio, que momentáneamente parece decantarse más a favor de Apple, es una batalla más de una contienda de largo plazo. Epic también ha demandado por el mismo motivo a la tienda Google Play. Una pista sobre los cambios la da el que, siguiendo una conducta que ya lleva a cabo hace tiempo Epic con los desarrolladores de juegos que usan su Unreal Engine, Apple ha bajado hace poco sus comisiones del 30% al 15% a todos 'aquellos juegos' o empresas, que facturan por debajo del millón de dólares. Lo que da la razón a Sweeney, que lleva tiempo haciendo precisamente eso mismo.
Tal vez sea cierto que "el éxito no es ilegal", como afirman los de Cupertino, pero puede haber éxitos producto de monopolios u otro tipo de abusos, que son legales pero al tiempo, injustos. Hay tanto dinero en juego que el océano de la apps y de los ciberjuegos sigue con las aguas agitadas y turbulentas.
Se ha formado incluso una Coalition for App Fairness (Coalición para la justicia en las apps) que reúne junto a Epic, a Deezer, Spotify, Blix, Blochain.com, News Media Europe, Corellium, entre muchos otros. Todos ellos siguen acusando Apple, a pesar de la sentencia, de métodos monopolísticos. Y aunque la trifulca por la apps sea el más visible episodio de esta 'guerra digital', la disputa por el control de las formas digitales de pago va mucho más allá.
Si bien la sentencia ha obligado a Apple –aunque no lo confiese– a rebajar su hasta ahora estricto control y va a permitir a los usuarios pagar por canales alternativos, en las apps de vídeo, música, libros y otros productos culturales sigue sin aceptar sistemas de pagos de terceros (como Epic) en los ciberjuegos de su Apple Store que, según la empresa, posee un catálogo unos dos millones de apps que visitan 500.000 usuarios de 175 países cada semana.
Si el éxito no es ilegal, según Apple, en cambio, a la Coalición para la justicia en las apps le parece, como mínimo, injusto y abusivo. Habrá que dejar que los usuarios se expresen, aunque creo que para la mayoría este conflicto que he descrito es de una complejidad que se les escapa. O al menos eso parece. Hagan la prueba. No hay más que preguntar a cualquier padre o madre de un usuario adolescente de ciberjuegos y apps sobre ello. No sabe de qué le estás hablando.