No sé si esto de las siglas se nos está yendo de la mano o no, pero algunos lectores recordarán que hace un tiempo escribí sobre un concepto que descubrí en el World Economic Forum, ESGT.
Nos hablaban de la importancia de añadir la T de tecnología a los criterios ESG porque la tecnología es lo único que es totalmente transversal y que nos permitirá alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.
Pues bien, hablando de siglas, hace poco lideré un debate en DES2022 que se llamaba iESG, lo que viene a ser Innovative ESG, en el que participaban varios directivos de Globant, entre ellos mi querida Elena Morettini, una auténtica visionaria y pionera en todo lo referente a la transición energética.
Lo primero que pensé fue en combinar las siglas y aprovechar esta columna para hablar de si tiene sentido hablar de iESG-T o no, después llegué a la conclusión de que muchas veces vamos añadiendo letras con el fin de diferenciarnos y de evangelizar, aunque a veces acabemos confundiendo a la gente.
Sólo hace falta pensar en todas esas grandes empresas que tienen sus propios wikis para que sus empleados (especialmente los nuevos) entiendan de qué se habla en muchos documentos y reuniones…
Lo que está claro es que nos enfrentamos al mayor desafío de la humanidad si queremos alcanzar los objetivos de reducción de emisiones de carbono del acuerdo de París hasta llegar a ser cero neto antes de 2040 o si queremos alcanzar los ODS antes de 2030.
Igual que no hay una sola acción que nos lleve a la neutralidad de carbono o una sola palanca para llegar a ser neutros en carbono, no hay una sola ayuda transversal para conseguir una sociedad donde los criterios ESG se conviertan en algo clave para mejorar, más allá del ruido mediático de conceptos como las finanzas sostenibles, por citar un ejemplo.
En 2020, Naciones Unidas nos decía que estábamos en la década de acción para lograr los objetivos mundiales. Comentaban que se estaban logrando avances en muchos lugares, pero, en general, la acción para alcanzar los objetivos aún no avanzaban a la velocidad o escala requerida.
Y señalaban que 2020 debía marcar el comienzo de una década de acción ambiciosa para cumplir los Objetivos para 2030. La verdad es que no tengo certeza sobre la velocidad a la que se está avanzando, pero sé que hemos vivido una pandemia que ha frenado muchas iniciativas porque tuvimos que parar el mundo entero.
Así que ahora nos toca acelerar en todo lo relativo a soluciones sostenibles y eso implica innovar para acelerar y equilibrar las aspiraciones humanas con la capacidad del planeta para sostenerlas.
He empezado hablando de un gran evento, pues resulta que los mismos días que este se celebraba en Málaga, en Madrid nacía Global Mobility Call, el primer paso de una gran iniciativa parida por Smob Hub para potenciar la movilidad sostenible.
Resulta que entre los ponentes del evento estaba un gran conocido de la casa, Paco Bree, que dijo cosas tan interesantes como "Abracemos ya la innovación abierta de los ecosistemas complejos porque, de lo contrario, la movilidad y la transición energética pierden fuerza".
Además de eso, Paco me inició en un concepto que desconocía y que, lógicamente, tiene sus propias siglas: SOI, lo que viene a ser la Sustainability Oriented Innovation o la Innovación para la Sostenibilidad en español.
En resumen, la importancia de la innovación es indiscutible, la innovación impulsa el progreso ESG y permite a las organizaciones alcanzar sus objetivos. Sin innovación, ESG no habría alcanzado su nivel actual de prominencia tanto en el ámbito público como en el privado.
Debemos aprovechar que estamos en una posición única para impulsar esta innovación y ayudar a las empresas y a los gobiernos a lograr avances significativos en la adopción de prácticas ESG. Como nos dicen Patrick Dixon y Johan Gorecki en su libro Sostenagilidad: cómo la innovación inteligente y las empresas ágiles ayudarán a proteger nuestro futuro, la innovación y la agilidad pueden salvar al mundo de los desastres ambientales a los que se enfrenta.
En definitiva, la transición dual: verde y digital, es un camino sin final hacia la eficiencia y no podemos desaprovechar ningún acelerador de los que tenemos disponibles, llámese innovación, tecnología o … Gracias a ello siguen naciendo iniciativas esperanzadoras, como la liderada por Bruno y Víctor Arcuri, los hermanos brasileños fundadores de Diel, una start-up que ayuda a las empresas a gestionar toda su refrigeración en una única plataforma, que ayuda a reducir su gasto energético, algo clave con la actual inflación.