Dos fundadores con perfil no técnico, algo alejado del patrón habitual, se plantearon hacer más accesible el pago de tributos en su país, Colombia. Así nació Tributi, el equivalente a TurboTax en Estados Unidos o el programa PADRE en España, solo que privado.
Andrés Vélez (Bogotá, 1989) y Simón González (Medellín, 1992) consiguieron el sueño de cualquier emprendedor: entrar en Y Combinator. Lo hicieron en 2018. Se convirtieron en la cuarta empresa de Colombia que conseguía ese hito, después de Platzi, Rappi, T-Paga y Hogaru. A la vez que Ropeo. Antes se había conocido en la universidad, en la escuela de ingeniería de Antioquia.
Tras su paso por esta institución de Silicon Valley, consiguieron un millón de dólares de ronda semilla para crear la aplicación y ponerla a funcionar en Colombia, donde carecen de competencia, pero se saben muy necesarios.
Disrupción del contador
“En Colombia, por cada dos pesos que Hacienda recauda, se paga uno más por preparar la declaración. De lo que paga el contribuyente, un tercio se va al contador. En Tributi lo hacemos más fácil y eficiente”, destaca Vélez. El fundador remarca además cómo su aplicación es una herramienta que promueve la transparencia.
La obsesión de Vélez es ser sencillos a la vez que certeros. “Si hay cualquier error, nosotros asumimos la sanción. Además, tenemos un chat en vivo y un servicio de atención al cliente”, destaca.
Y a diferencia de la mayoría de aplicaciones, no quieren que se use con más frecuencia. Tampoco durante más tiempo. “Nuestro mejor sensor de éxito es es que se use poco. Somos el anti-engagement, porque queremos que sea efectivo”, confiesa entre risas a través de videollamada.
En las oficinas de la empresa, con sede en Medellín, ahora vacías por la pandemia, cuentan con 25 empleados. Les encantaría crecer pero no es algo que consigan rápidamente. El acceso a talento técnico sigue siendo uno de los retos formativos de la región. “Por un lado, la dinámica de estar en remoto, facilita y a la vez impide sumar talento. Además, faltan product managers, hay pocos”, matiza.
Los planes de Tributi pasan por seguir creciendo en América Latina. Quieren llegar a los tres grandes países: Argentina, México y Brasil. Después se plantean los países de tamaño intermedio.
Y Combinator, más que inversión
Entrar en Y Combinator, además de una inversión de 120.000 dólares por un 7% de la compañía, asegura algunas ventajas. “Te da acceso a los mejores expertos. Han visto más startups que cualquier persona y tienen todos los data points necesarios”, subraya.
Destaca también la red que se crea en cada nueva hornada: “Emprender es un proceso duro, emocionalmente desgasta. Conseguir conectar y confiar en tus compañeros es un punto diferencial. Empezar una startup es un trabajo muy solitario. Si eres CEO nadie te entiende. Ni la novia, ni la mamá. Aquí puedes hacer otros amigos CEOs. Haces amigos para siempre”.
Y, sí, desde luego, el capital importa: “Levantar inversión de Silicon Valley cambia por completo la perspectiva de tu startup”.
Startups como generadoras de riqueza social
“Nunca se ha creado tanto valor tan rápido en una industria como ahora con la tecnología. El caso de Rappi es una evidencia”, afirma con seguridad y cierto orgullo. Al mismo tiempo, reconoce que no es un sistema perfecto: “Es un juego de suma positiva, individual en muchos aspectos, pero, sobre todo, mucho más democrático. No tienes que pedir permiso. Es una herramienta de movilidad social y, por suerte, si te va mal no te juegas tu casa”.
En el horizonte, además de la expansión internacional, contemplan añadir más servicios financieros.