Una de las cuestiones más difíciles de digerir en esta nueva era digital es la velocidad de los cambios. Muchos recordarán cuando los coches de cambio de marchas manuales tenían cuatro. Luego llegó la quinta marcha y después la sexta. Trasladado a nuestro ámbito es como si ahora le colocásemos la séptima, la octava, la novena y la décima marcha, de un solo salto. Vamos, que nuestros esquemas mentales parecen que no pueden asumir tanto cambio.
En este repaso semanal a lo más destacado en Disruptores e Innovadores (D+I), les invito a que se fijen en los porcentajes que les voy a mostrar en los próximos tres ejemplos de esta semana. Tan sólo tres y que hemos conocido en pocos días. Y después les invitaré a que reflexionemos juntos sobre por qué el cambio nos va a venir obligado.
En 2017 el instituto tecnológico vasco Tecnalia nos sorprendió en una feria de la construcción con un prototipo de impresora 3D que imprimía in situ fachadas de edificios. Hormigón, madera, cerámica... Entonces nos preguntamos ¿qué sería de la industria cerámica? Esta semana en D+I hemos leído que Tecnalia está en un proyecto denominado Hephaestus para construir fachadas de edificios mediante bloques de grandes dimensiones. Un robot constructor para fachadas, colgado con cables, va recubriendo el hormigón o el acero con un acristalamiento creado por placas de 400 kilos. Evita las grúas góndolas que vemos en las azoteas de los edificios en construcción y sólo precisa de dos operarios. Y atención a los dos datos: ahorra un 20% los costes y un 50% en tiempo de construcción. Quédense con ambas cifras.
Vayamos a otros sectores. La agricultura. Una de tantas iniciativas que se conocen es la app hispano-argentina Auravant, para la agricultura de precisión cuyos avances les contaba D+I el miércoles. Integra en una sola aplicación en el móvil la gestión de drones, información de satélites, sensores, maquinaria... gestión del cuaderno de campo y de toda la tecnología necesaria para el agrotech. Retengan las dos cifras: permite mejoras de rendimientos del 15% y ahorros de hasta un 50%.
Entremos ahora el ámbito de los despachos. Ahí también hay muchos desarrollos ya al alcance de todos. Sabbatic es uno de ellos. Se los contaba D+I el martes. Aplica inteligencia artificial para leer facturas y clasificarlas, detectar las que están duplicadas, las que son incorrectas... en definitiva, es una gran herramienta hacia el despacho sin papeles. Y quédense con esta tercera cifra: mejora en un 85% la eficiencia en los flujos de trabajo de los despachos.
Te sacan del mercado
Tres ámbitos dispares. Servicios, agricultura y construcción. Cuando en 2017 explicamos aquellos primeros pasos de Tecnalia en un acto con empresarios, mostramos también los avances de una startup que tenía un prototipo para imprimir fachadas en 3D con hormigón. Aproveché para invitar al constructor que nos estaba haciendo la reforma del edificio. Viendo ambos la prueba ante el público que hizo la startup -la verdad es que no les salió muy fina- recuerdo que el constructor me comentó que esto de la digitalización no iba con ellos.
Si hasta ahora, en los últimos años, sabíamos que un competidor mejoraba sus precios o su eficiencia por encima de los dos dígitos, el resto del sector le veía temeroso porque le iba a quitar los clientes. Ser más competitivo era mejorar un pequeño porcentaje. Superar el 10% ya entraba en la categoría de genio.
¿Cómo llamamos a dar saltos en productividad o en mejores costes del 20% o el 50% en construcción; del 15% o el 50% en agricultura o del 85% en procesos de administración? A eso le llamamos disrupción. Porque rompe con todo lo conocido anteriormente, porque establece un nuevo marco, diferente, imposible de medir con las mismas cifras.
En aquellas jornadas de 2017 hicimos el ejercicio de sacar la media de ahorros en costes o eficiencias de los avances que aportaban diez tecnologías disruptivas, con ejemplos concretos de cada ponente. La media nos dio entre un 40% y un 60%.
Ante todo esto, la pregunta es: ¿Podemos vivir al margen de la disrupción que trae la digitalización? No. Ni siquiera mi amigo el constructor. Si tu competidor, aplicando los avances de Tecnalia, Auravant, Sabbatic u otros, da esos saltos porcentuales... o tu empresa entra en esa estrategia o la sacan del mercado en cuestión de meses. No de años. De meses. Si alguien les pregunta qué es la digitalización, díganle que la digitalización es eso. Todo el mundo le entenderá.
Cómo crear la industria 5.0
Y aquí es donde llega la industria 5.0, como la evolución de la 4.0 que estamos implantando. La Comisión Europea lo ve venir. Con estos amplios márgenes de ahorros y mejoras hay que sacar también partido para el medioambiente y las personas. D+I les contaba el viernes por boca de la comisaria de Innovación Mariya Gabriel, las líneas estratégicas para llegar a esa industria 5.0. ¿En qué consiste? En que aprovechemos las eficiencias para que la industria asuma grandes compromisos de mejora en la sostenibilidad y avances sociales para las personas. En hacer de la industria un motor de cambios medioambientales y humanos.
Y si me permiten, ese acertado enfoque es una forma también de ser disruptivos en política. Una transversalidad entre el liberalismo y la socialdemocracia. La competitividad de la economía como motor de cambios sociales. Nadie se libra, ni la política.
¿Digitalización o innovación?
En muchas ocasiones confundimos innovación con digitalización. Probablemente porque se tocan en la raíz. Pero actualmente hay dos campos bien diferenciados. Llamamos digitalización a la aplicación rápida e inmediata de las tecnologías. E innovación a los procesos a más largo plazo, que si bien es cierto que al final acaban generando esas tecnologías y esas aplicaciones, requieren de inversiones muchas veces improductivas para una empresa privada si no tiene un gran tamaño.
El ejemplo claro son los institutos tecnológicos, de los que en España tenemos una muy buena red. Sus apuestas y estudios, muchos de ellos acogidos a programas de la Unión Europea, se asumen en gran parte con presupuestos públicos. Ninguna startup podría crear con su estructura y presupuesto esa reproducción del estómago humano que tiene el instituto tecnológico Ainia. Pero de ahí pueden salir aplicaciones muy interesantes para que una startup acabe desarrollando un proyecto rápido en la aplicación. Porque donde no son competitivos los centros tecnológicos es en la velocidad. Por eso es muy necesaria esa relación entre startups y centros tecnológicos.
En ese ámbito, el ITE, el instituto tecnológico de la energía, está desarrollando como sacar energía de la savia de las plantas, como publicaba D+I el viernes. El horizonte es 2028. Se podrá aplicar a sistemas de no mucho consumo, la electricidad o la domótica de un hogar o de un despacho. ¿Se imaginan que el cemento de un edificio necesite tener árboles alrededor para generar su energía? Será magnífico.
La innovación está en todos los sectores que queramos imaginar. Esta semana D+I también les contaba cómo en Arnedo, Rioja, la empresa de calzados Pitillos, junto a 20 firmas más, universidades de 9 países y su Centro Tecnológico del Calzado, están colocando sensores dentro de los propios materiales de los zapatos. El cliente ni los ve, pero miden la pisada y los movimientos de las personas que los usan. Este calzado inteligente basado en Internet de las Cosas y Big Data, lo que permite es anticiparse a conocer si una persona mayor va a tener una caída por su forma de andar. Previene roturas de caderas... Es como el mantenimiento predictivo de las fábricas, pero aplicado a personas. Eso, trasladado a una tecnología de rápida implementación y bajo coste, dará a buen seguro herramientas muy útiles que en breve llevaremos todos en los zapatos.
Y para terminar el resumen semanal, una parada en Singapur, México y Zamora. En el plano internacional, lo más destacado es ese gran hub que están creando los países del Hemisferio Sur del Planeta, al que se va a sumar un novio del Hemisferio Norte, compuesto y sin novia.
Singapur, Nueva Zelanda y Chile, a los que se unen ahora Australia, Corea del Sur y el descolocado Reino Unido, están creando el primer acuerdo comercial exclusivamente digital del mundo. Una especie de zona común de mercado para el comercio de la digitalización. Obviamente surgen como contrapeso a China y EEUU. Sí, falta uno. Pero es que a Europa ni nos temen, por desgracia...
De México nos quedamos con la apuesta de Antonio Ordóñez, director del Centro de Estudios Mexicanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM-España). Muy en la línea de las aspiraciones de D+I de ser un referente en la digitalización en castellano, Ordóñez dice que es el momento de usar el potencial de nuestra lengua en común en la digitalización para fomentar la unión y buscar sinergias que nos da el comercio internacional en la segunda lengua más usada del mundo.
Y acabamos con la provincia española con la población más envejecida. Zamora quiere hacer una gran apuesta por la silver economy aplicando la tecnología para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y de sus pueblos y aldeas. Y entre sus propósitos una idea a la que me apunto. La de convertir un pequeño pueblo en una gran residencia de personas mayores con todos los avances tecnológicos que les permitan estar monitorizados y controlados, pero viviendo cada uno en su casa.
¿Se imaginan que sean así nuestras residencias de mayores en el futuro? Serían sin duda más cómodas, confortables y seguras ante la llegada de pandemias... ¿Y por qué no?