Aterrizando ya en la recta final del curso, es el momento de hacer balance del año que hemos vivido. De revisar el historial reciente, destacar lo positivo y relativizar lo negativo. Pero, también, es la fecha en que muchos comenzamos a mirar hacia lo que está a la vuelta de la esquina, cuando el recurrente giro de la Tierra alrededor del Sol culmine una vez más.
No es una sensación particular o, al menos, no exclusiva del que firma estas líneas. En esta época, desde octubre y con especial radicalidad en noviembre y diciembre, proliferan los análisis y previsiones de lo que acontecerá en 2023. Prestidigitadores de tres al cuarto y analistas reputados compiten entre sí por aventurar cuáles serán las tecnologías que destacarán en los próximos meses. Y los informes que rezan titulares como 'Las diez tendencias de 2023 en...' se suceden como lo hacen los topos en una tierra fértil.
No es que la mayoría de esos documentos escondan grandes revoluciones, códices de nuevo cuño o secretos de alcoba. Lo peor de estas previsiones es que no dejan de ser altisonantes palimpsestos que, de forma inextricable, repiten una y otra vez la misma cantinela de la que llevamos hablando un lustro.
Y es que, pese al avance decidido de la digitalización en nuestra sociedad (hecho innegable y que muestra la buena salud de esta industria), las tendencias tecnológicas que recogen estos doctos autores son siempre las mismas. Aunque con algunos pequeños cambios en su nomenclatura. Permítame, querido lector, utilizar como ejemplo uno de los primeros estudios en llegar a nuestra redacción en este año: ni más ni menos que el de la firma de análisis Gartner.
La prestigiosa consultora se ha adelantado a lo habitual para hacer llegar sus previsiones de cara a 2023. De nuevo, bajo el siempre resultón titular enumerativo que tan buen resultado les da a los amantes del 'clickbait'. Entre las tecnologías que destacan sus expertos encontramos -¡oh, sorpresa!- el metaverso, el sistema inmunitario digital, la observacionalidad aplicada, las 'superapps', la inteligencia artificial adaptativa, la gestión de la ciberseguridad, las plataformas cloud industriales o las tecnologías sostenibles.
Por partes. El metaverso, entre las crecientes y mayoritarias dudas sobre su realización pragmática a medio plazo, ocupa el lugar que durante muchos años ostentó en estas mismas listas la realidad virtual o mixta. Tendencias ahora desaparecidas, engullidas por este nuevo término de marketing, sin que en su momento nunca lograran culminar el éxito que esta clase de documentos les pronosticaban.
Las 'superapps' no dejan de ser otro concepto surgido de la mente de algún analista con mucho tiempo libre. La propia Gartner las define de una manera tan precisa como la que sigue: "Es como una navaja suiza con muchas herramientas que sirven para un propósito, pero que se pueden usar y quitar según las necesidades del usuario". No hacen falta más comentarios, Señoría.
Tampoco conviene perder el tiempo con la enésima inclusión de la nube como una tendencia de futuro, sea con el matiz que sea, cuando ya es el modelo de despliegue TI por defecto en las nuevas organizaciones y una prioridad empresarial para los negocios más consolidados. Ídem para lo que atañe a la ciberseguridad. Y qué decir de las tecnologías sostenibles: entenderlo como una categoría en sí misma, en lugar de como un valor transversal que tiene implicaciones en todas las tecnologías en su conjunto no deja de responder a una visión reduccionista y muy limitada, que roza la lobreguez.
Haciendo un rápido barrido por mi bandeja de entrada del pasado otoño-invierno, he encontrado casi un centenar de propuestas de contenidos que respondían a esta clase de dislates. Demasiadas bolas de cristal, a las que se unen directivos ávidos de su momento de fácil notoriedad, como para que ninguna se atreva a aventurar más allá de la obviedad y los atavismos. Y demasiados futurólogos como para que fallen, como con la realidad virtual -aka metaverso-, en tantas ocasiones.