La pérdida de competitividad europea empieza a ser una realidad debido a la competición tecnológica entre China, Asia y Estados Unidos, que ha comportado una inversión masiva en tecnología, recursos humanos e infraestructuras.
Mario Draghi ha avanzado que entregará un informe a la Unión Europea en donde indica que, para no perder más competitividad, Europa tendrá que invertir grandes cantidades de dinero en tiempo récord para mantener su crecimiento, la creación de empleo y una posición de influencia geopolítica. Dicha inversión, sin duda, tendrá que ver con la tecnología tanto para fortalecer nuestra economía como los puestos de trabajo como nuestra seguridad.
Los conflictos bélicos actuales, en especial el de Ucrania, están comprometiendo parte de los recursos que Europa destinaría a innovación, además de focalizar parte de ellos en tecnologías para la seguridad. El lenguaje es importante especialmente en las relaciones geoestratégicas y la palabra defensa la asociamos a tecnologías duales, mientras que seguridad, a protección.
En el último foro de Davos, la presidenta de la Comisión utilizó la palabra desarriesgar (derisking) para decir que debemos fortalecer nuestra capacidad productiva, en especial en ciertas áreas, para evitar los peligros de la sobre dependencia de las cadenas de suministro globales. La deslocalización, tanto de la fabricación como del conocimiento y la innovación tecnológica durante años, han comportado nuestra dependencia tanto en cuanto a bienes físicos como digitales, a la vez que una amenaza en la seguridad.
A esto se añade que la globalización provoque que la tecnología que se produce aquí se pueda utilizar para finalidades militares, e incluso en nuestra contra, y que se pueda hacer desde cualquier punto del planeta, motivo por el que los pagos a ciberdelincuentes están batiendo récords.
Hace unos días que el ministro de comercio holandés decía que cuidado con China porque podrían estar usando la tecnología de la empresa holandesa ASML para un uso militar muy peligroso. La industria de los semiconductores se considera crítica para Europa por nuestra dependencia, al igual que otras muy relacionadas con la inteligencia artificial (IA) y sus aplicaciones. La IA ofrece posibilidades nunca vistas, pero malintencionada o mal utilizada tiene un potencial enorme para generar desigualdades y peligros sin precedentes.
China, además de invertir en innovación, está adelantando a Estados Unidos porque lleva años formando especialistas fuera para después desarrollar sus propios conocimientos y producirlos, porque conocimiento, innovación e industria van de la mano. En este sentido, si queremos ser competitivos, debemos entender que el sistema funciona bien cuando creamos ecosistemas que cuentan con todos los elementos: educación, innovación e industria.
El servicio militar obligatorio, coloquialmente mili, servía para formarse en temas de defensa. Tal y como están las cosas, actualmente necesitaríamos crear un programa masivo que nos educara a todos en nuevas tecnologías, tanto en temas de ciberseguridad, como en el uso de otras tecnologías como la IA, porque la educación siempre será un arma de construcción masiva junto con las inversiones en innovación y el apoyo a la industria.
Desarrollar productos y servicios solo para el bien debería ser un acuerdo global sobre la responsabilidad tecnológica con nosotros mismos como humanidad. La responsabilidad tecnológica es cosa de todos y, en este sentido, sean gobiernos, sean empresas, sean fondos de inversión, este compromiso debería ser compatible con la innovación y con la economía.
PD: En la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, trepas, troyanos y trolls y rodearos SINERGENTES que siempre suman aptitudes, equipo y valores.
*** Áurea Rodríguez es experta en innovación y tecnología humanística