Durante 130 minutos, de 15,30 a 17,40 horas, fueron pasando por los micrófonos todos los nombres de la Nueva Abengoa, la nueva empresa que renacerá de las cenizas de la actual. Desde Antonio Fornieles, presidente de la compañía desde hace dos semanas; a Joaquín Fernández de Piérola, consejero delegado del grupo. Estuvieron arropados por los asesores Pedro Pasquín, del banco de inversión Lazard, y Toni Álvarez, del despacho Álvarez & Marshall. También estuvo presente un hombre clave en todo el proceso: Manuel Martínez-Fildago, director general en España de Houlihan Lokey, la firma reestructuradora que representa a los bonistas y que ha conseguido presentar una solución sobre la mesa.
La reestructuración de la deuda de Abengoa será una de las mayores de la historia en España. También una de las más complejas, con permiso de Pescanova o de Prisa.
El pasivo pasará de unos 9.300 millones de euros a poco más de 3.900 millones y los bancos que hasta ahora habían financiado la alocada carrera de Abengoa por crecer sufrirán severas pérdidas. El nuevo accionariado estará mayoritariamente (55%) en manos de quienes aporten los 1.800 millones de euros (1.200 nuevos, más 500 refinanciados) de liquidez nueva que recibirá Abengoa para reemprender la marcha y su actividad. El 40% irá a manos de los actuales acreedores, incluyendo al G-6 bancario (Popular, Santander, Credit Agricole, Bankia, Caixabank y HSBC), que ya no cuenta con el Sabadell, que decidió a última hora no participar en la reestructuración y vender su deuda a un fondo ‘buitre’.
‘No son buitres, son inversores’
Uno de ellos está entre los once que se han retratado en la presentación de Abengoa. Unos porque han ido comprando la deuda de la empresa (préstamos o bonos) con descuento; otros porque participarán en la nueva financiación. De todos ellos sobresalen nombres como Centerbridge -que se ha convertido en protagonista del kilowatio solar en España a través de su participada Vela Energy-, junto a Elliot Management -uno de los fondos con los que Argentina ha cerrado su acuerdo de deuda-, además de otras firmas internacionales de referencia como Oak Hill, Värde o Blackrock.
Pero de entre todos ellos emerge el mayor inversor en energías renovables del último año. Se trata de Kohlberg Kravis Roberts (KKR), el histórico fondo de capital riesgo fundado en los años 70 y aliado en España de la constructora Acciona en el negocio energético. En 2014 invirtió unos 400 millones de euros en la filial de energía los Entrecanales y un año más tarde pagó a Gestamp 720 millones de euros por el 80% de su filial solar. En total, más de 1.120 millones invertidos en un sector del que todos huían hasta hace poco.
Fuentes financieras señalan a KKR como el inversor clave en la reestructuración de Abengoa. El fondo estadounidense cuenta con bonos de la empresa y es uno de los “inversores ancla” señalados en la presentación de Abengoa este miércoles. Además aparecem Attestor Capital, Centerbridge, DE Shaw Group, Elliott Management, KKR Credit, Oak Hill Advisors y Värde. Todos son grandes firmas de inversión y de prestigio, como recordó Fornieles en la conferencia. Inversores que ahora se postulan para rescatar Abengoa, aunque la mayoría aterrizan en la empresa española en modo distressed (reestructuración). Sin embargo, esta vez -por la dificultad de la misión- no serán recibidos como vulture funds (fondos buitre), sino como inversores con buenas intenciones.
Además de los fondos, los grandes rescatadores de Abengoa han sido los bancos, que han tenido que elegir entre perder mucho... o perder mucho más. El G-6, tras la huida de Banco Sabadell, se ha comprometido a convertir su deuda actual a la nueva estructura financiera creada en torno a Abengoa. El plan de rescate contempla la inyección de dinero nuevo (1.200 millones de euros), la refinanciación de unos 550 millones de préstamos en vigor y la creación de una nueva estructura empresarial (Nueva Abengoa) que dé entrada los bonistas y bancos acreedores de la compañía. En total, unos 1.800 millones de euros.
Domingo de resurrección
Para que el plan presentado sea válido, la condición es la misma que antes: los acreedores deben reunir apoyos a su plan con el 75% de la masa acreedora (unos 12.000 millones de deuda en curso que tiene Abengoa). Los antiguos accionistas tendrán apenas el 5% de la compañía, de manera que la familia Benjumea apenas tendrá un 2% del nuevo grupo. “De aquí al 27 de marzo (Domingo de resurreción) se abre el periodo para sumar acreedores al acuerdo alcanzado por el G-6 y los bonisas”, dijeron fuentes financieras.
Ese día, el auditor tiene que acreeditar el respaldo del 60% de los acreedores al plan para poder pedir al día siguiente, el lunes 28, un plazo de espera con el fin de elaborar el documento definitivo y comenzar a construir la nueva estructura legal. Será necesario el mes adicional de prórroga que contempla la ley de preconcurso de acreedores a la que se ha acogido Abengoa, que hasta finales de abril no tendrá resuelto su futuro y el de 28.100 empleados del grupo.
De momento, está lleno de incertidumbres. Según los datos y proyecciones presentados por la compañía, la nueva Abengoa tendrá un tamaño mucho menor, con una cartera de pedidos estimada que pasará de 2.000 a 4.600 millones de euros; unos ingresos estimados que irán de 396 millones en 2016 a 4.200 en 2020, según las proyecciones facilitadas a la CNMV. El resultado bruto de explotación (ebitda) sería negativo este año (-394 millones de euros) y positivo el que viene (20 millones), para crecer progresivamente hasta los 274 millones en 2020.
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