“Algunos empiezan a hablar de cambio de ciclo”, aseguraba este martes el socio de Deloitte, Javier García-Mateo, especialista en el sector inmobiliario. La contracción de la confianza de los consumidores y de los empresarios en los últimos meses y la rebaja en las previsiones del crecimiento económico apuntan en esa dirección. A ellos se suma, además, la incertidumbre política que puede ser determinante a la hora de decidir si se compra o no ladrillo en España.
Y no es porque no haya capacidad y fondos para invertir. A día de hoy hay 8.200 millones de euros dispuestos a hacerlo, según un estudio de la firma de auditoría y consultoría. Los candidatos a invertir son variopintos: desde firmas de inversión a al uso hasta las inmobiliarias más tradicionales. De esa cifra, casi un tercio vendrá de fondos oportunistas (cerca de 2.800 millones de euros), que invierten cuando hay vaivenes en el mercado para tratar de rentabilizarlos lo antes posible.
Sin embargo, los más interesados, según Deloitte, son los grandes inversores tradicionales, con Pontegadea a la cabeza (el brazo de inversión inmobiliaria de Amancio Ortega), Axa Real Estate (la división de inversión del grupo asegurador francés) o grandes gestores de fondos como KKR, Blackstone, Colony Capital; o las Socimis, la nueva figura de cotizadas enfocadas al sector del ladrillo.
Temor a cambios fiscales
“Las rentas del sector inmobiliario van a subir de forma moderada”, auguró García-Mateo durante un encuentro sobre ‘real estate’. “Y la fiscalidad es más benévola en España que en otros países, a no ser que algún gobernante le dé la vuelta”, matizó. Ese es, precisamente, el principal temor de los grandes operadores: la situación política.
El 35% de los inversores considera que el fracaso a la hora de formar gobierno y la inminencia de nuevas elecciones antes del verano es el principal factor que puede reducir la inversión en 2016, según una encuesta realizada por Tinsa y MSCI acerca de qué opinan de España los grandes inversores internacionales. Es el principal factor de riesgo, por delante de la escasez de oferta, la inestabilidad financiera o los desajustes entre compradores y vendedores.
“En el inicio de 2016, la incertidumbre política, sí ha hecho que todo se pare un poco”, asumió En el mismo encuentro Miguel Ollero, director financiero de la Socimi Merlin Properties. “El consumo estaba aumentando, pero la gente se lo piensa dos veces porque venimos de una recesión donde todo el mundo ha sufrido mucho”.
Sin embargo, cuando se entra al detalle y se pregunta a los inversores, directamente, por si esta inestabilidad va a influir en su estrategia de inversión, más de la mitad (el 56%) asegura que no será así. Otro 26% prefiere no pronunciarse y el 16% reconoce, abiertamente, que no tiene prevista ninguna inversión en España.
Pese a que haya quien no ve España como un mercado potencial para invertir en ladrillo, sobre todo en el segmento de oficinas y el comercial (en residencial no hay tanto interés por parte de los grandes operadores), este mercado sigue siendo un foco de atracción. En concreto, el 55% de los encuestados considera que es un mercado atractivo y un 21% lo ve muy atractivo.
Uno de los problemas a la hora de destinar fondos a España es que no hay tanta oferta como demanda. “No hay oficinas”, sentenció el socio de Deloitte, lo que ha derivado en un alza de precios del 24% en el último año. Sobre todo, en Madrid, donde las zonas consideradas ‘premium’, como el paseo de la Castellana, no tienen apenas inmuebles a la venta.
Y eso que Madrid es la quinta ciudad europea que va a concentrar mayor volumen de inversión, según la consultora, por detrás de Londres, Fráncfort, Múnich y París. “Barcelona ha dejado de estar entre los primeros destinos de inversión porque hay una oferta limitada tanto en oficinas como en ‘retail’”, afirmó García-Mateo.
A escala global, Europa sigue siendo el principal foco de atención de los inversores. El pasado año, la inversión de actores dentro del Viejo Continente (intra-Europa) alcanzó los 52.000 millones de dólares (45.700 millones de euros), según la consultora. A ellos, se suman otros 34.000 millones de dólares procedentes de inversores estadounidenses y 5.000 más recibidos desde Asia.