A falta de tres semanas para que empiece la campaña electoral, los partidos van afinando sus programas electorales para rascar los votos que no consiguieron el 20 de diciembre. Las promesas económicas tendrán un peso importante, ya que muchos votantes todavía sienten los efectos de la crisis económica. Para los distintos partidos, la tentación de prometer un impulso a la economía a través del gasto público es muy grande. Podemos e Izquierda Unida, por ejemplo, ya han prometido un aumento del gasto que podría llegar hasta los 80.000 millones de euros anuales al final de la legislatura (teniendo en cuenta las proyecciones de crecimiento actuales y que la coalición quiere llevar el gasto hasta el 43,3% del PIB).
Pero todas estas promesas económicas son papel mojado, ya que el próximo ministro de Hacienda tendrá que plegarse al mandato de Bruselas y asumir como propios los nuevos ajustes que tendrá que acometer España. Si alguien conoce bien la situación en la que se encuentra el ministro de Hacienda es el que ocupa ese cargo actualmente, Cristóbal Montoro y el viernes lo dejó muy claro: “El próximo gobierno tendrá que seguir haciendo esfuerzos. Que los haga”.
El próximo gobierno tendrá que seguir haciendo esfuerzos. Que los haga.
La Comisión Europea no se fía ni siquiera de los números que ha presentado el Gobierno de Mariano Rajoy y, aunque ha aceptado su nueva senda del déficit, cree que no se va a cumplir sin un ajuste extra. Así queda reflejado en las previsiones de primavera, en las que estiman que el desvío del déficit este año será de unos 2.000 millones de euros y de unos 6.000 millones en 2017. Esta es la herencia que recibirá el próximo ministro de Hacienda, que bien podría ser el propio Montoro.
Si Bruselas no se cree que España vaya a cumplir con el déficit con los números de Rajoy, mucho menos lo hará con un Gobierno que pretenda cumplir con la senda del déficit y al mismo tiempo, subir el gasto público. Es hora de ajustar y, esta vez, ajustes significa recortes (en otras ocasiones eran subidas de impuestos). Las previsiones de primavera de la Comisión demuestran que la reducción del déficit de 2015 y las proyectadas para 2016 y 2017 se conseguirán gracias al ciclo económico expansivo y no gracias al ajuste estructural. En otras palabras, gracias a la buena marcha de la economía y no gracias a los ajustes. De ahí que Bruselas esté temiendo que España se vaya a pasar tres años seguidos subiendo su déficit estructural (el que quedaría una vez neutralizado el efecto del ciclo económico).
Según sus cálculos, el déficit estructural pasará del 1,9% que tuvo en 2014, hasta el 3,2% en 2017, lo que significa que, lejos de mejorar la situación de las cuentas públicas, España simplemente se beneficiará de los efectos positivos del ciclo económico en lo que a ingresos se refiere. Al crecer más, la recaudación tributaria es también mayor. Si se quiere corregir el déficit estructural, tendrá que ser recortando el gasto estructural.
El expresidente del Gobierno, José María Aznar, también quiso entrar en este debate el viernes durante su intervención en el Foro de Economistas para celebrar el 30 aniversario de la entrada de España en la Unión Europea. Aznar considera indispensable reducir el gasto público en este momento de ciclo económico expansivo para permitir reducir el déficit estructural y así mantener la estabilidad financiera cuando el ciclo entre en su fase baja. “Los objetivos del déficit probablemente se podrán cumplir con los ingresos cíclicos, pero esto es algo temporal”, alertó el expresidente.
Las cosas claras
En Bruselas quieren que los españoles tengan claro cuál será el futuro económico del país. Y, por si había alguna duda, el viernes se encargó de recordarlo el presidente del Eurogrupo y ministro de Finanzas de Países Bajos, Jeroen Dijsselbloem: “La Comisión ha sido clara, ha dicho: No vamos a imponer sanciones ahora, pero las tenemos listas y si el nuevo gobierno español no corrige los problemas fiscales, presupuestarios, se impondrán sanciones”.
No vamos a imponer sanciones ahora, pero las tenemos listas y si el nuevo gobierno español no corrige los problemas fiscales, presupuestarios, se impondrán sanciones
En una entrevista en la CNBC, el presidente del Eurogrupo ha recordado que, a pesar del esfuerzo realizado en los últimos años, España todavía tiene importantes desequilibrios. No hay más que ver que es el segundo país de la eurozona por su déficit público, sólo Grecia estaba peor, con los datos al cierre de 2015. Por eso ha querido dejar claro que, prometa lo que prometa, el nuevo gobierno, “sea quien sea el que lo forme, necesita corregirlo”, de lo contrario, aplicarán sanciones.
En Bruselas todo el mundo espera que España tenga un gobierno lo antes posible para empezar las conversaciones. El propio Pierre Moscovici, comisario de Asuntos Económicos, explicó en una entrevista concedida a EL ESPAÑOL que “no es que esté cuestionando al presidente Rajoy, sino que se necesita un Gobierno legítimo, sólido, sea el que sea, que pueda adoptar compromisos de futuro”. Y los compromisos están claros: reducir el déficit cíclico y también el estructural. Que nadie se deje engañar por el calor de las promesas electorales.
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