Hace menos de diez años, Blanco estaba en el olimpo de la moda española. Rondaba las 250 tiendas y aspiraba a ser un duro rival de Zara. Pero la crisis y un modelo de expansión excesivamente acelerado para su capacidad de generar ingresos se llevó por delante las expectativas de la cadena que lleva el apellido de su fundador, Bernardo Blanco.
La firma no pudo evitar, hace sólo dos años, el concurso de acreedores. Tampoco pudo esquivar la venta al mejor postor y acabó en manos saudíes. En concreto, en las del grupo Alhokair, socio árabe de Inditex, Mango y Cortefiel en la implantación de sus marcas en el reino de la dinastía Saud. Alhokair pagó por la enseña cerca de 40 millones de euros, aunque nunca confirmó el importe de la transacción. Sin embargo, esa operación y la severa reestructuración que conllevó no han sido suficientes para garantizar su futuro.
Las incógnitas de la operación
Ahora, la cadena Blanco vuelve a cambiar de manos en una transacción que deja varias incógnitas abiertas, sobre todo, cuál es la identidad de su comprador. A principios de junio trascendió que el grupo Fawaz Abdulaziz Alhokair Co. (ése es el nombre completo del grupo árabe, el mismo de su presidente) había recibido una oferta de compra por Blanco valorada en cerca de 82 millones de euros. La propuesta llegaba de una firma de inversión con sede en Dubai de la que no trascendió el nombre.
El siguiente paso ha sido el sí al traspaso por parte del consejo de administración de Alhokair, que ha autorizado la operación este miércoles, a cambio de 350 millones de riyales saudíes, el equivalente a 83,5 millones de euros. Así lo comunicó al regulador de la Bolsa saudí pero, de nuevo, ni una palabra sobre qué firma está detrás de la operación.
La única información que ha trascendido sobre la sociedad compradora es que está participada por el propio Fawaz Abdulaziz Alhokair, el mismo fundador del grupo saudí. Por delante sólo queda una junta de accionistas extraordinaria en la que dar el visto bueno a la transacción. La compañía no ha contestado a la solicitud de información por parte de EL ESPAÑOL.
Una reestructuración inacabada
La gestión de Alhokair ha estado marcada por una reestructuración que todavía no se da por acabada. La adquisición en 2014, bajo supervisión judicial porque estaba en concurso, estuvo condicionada al mantenimiento del empleo (tenía más de 1.200 empleados) y de la red comercial de Blanco (más de 250 tiendas).
Sin embargo, sólo un año después, la empresa saudí anunció un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para 332 empleados y el cierre de de doce establecimientos en España (tenía más de 120 tiendas propias). Ahora, además de tener abierto el proceso de venta, Blanco está inmersa en un proceso de reestructuración directiva que ha pasado por la sustitución de su hasta ahora director general, Stephen Craig por el director de la propia Alhokair, Gerry Waters.
Las actuales 200 tiendas de Blanco en 23 países siguen haciendo un roto a las cuentas de Alhokair. El pasado año, la reestructuración tuvo un coste para la empresa saudí de 12 millones de euros, según modaes. Ese lastre supuso que Alhokair asumiera unas pérdidas globales de 55,6 millones de euros en sus operaciones internacionales durante el ejercicio 2015
Blanco, números rojos en España
La cadena Blanco aún no ha desvelado cómo le fue en el ejercicio 2015. Los últimos datos corresponden a 2014, año que cerró con números rojos de más de 7,4 millones de euros. Ese ejercicio, sus ventas superaron los 107 millones de euros. Una cifra que no puede compararse con la del año anterior porque Global Leiva, el nombre de la sociedad, se constituyó ese mismo año con la transferencia al grupo a Alhokair de todos los negocios de la anterior Blanco. Realizó la adquisición a través de una filial, Far East Fahion, con sede en Emiratos Árabes Unidos.
En su memoria de 2014, detalla cómo tuvo que inyectar fondos a Blanco como consecuencia de los números rojos. “Debido al resultado neto negativo de 2014 de 7.430 miles de euros, el patrimonio neto de la compañía ha quedado negativo de 7.959 miles de euros” asume. Por ello, “para restablecer el equilibrio patrimonial se ha formalizado en marzo 2015 un préstamo participativo entre una sociedad del Grupo AlHokair y la Sociedad por un importe de 12.079 miles de euros”, asume en el informe que figura en el Registro Mercantil.
En él también explica sus planes para sanear la marca: “acelerar el plan de expansión internacional con el fin de reducir su exposición al mercado español y con ello intentar acelerar la recuperación del beneficio operativo”. Para lograrlo, haría llegar “la marca en nuevos mercados ya conocidos por Alhokair” y contrató como imagen a la modelo Irina Shayk.
“La estructura del grupo va a tener cambios importantes trasladando funciones importantes a Medio Oriente”, indica en la memoria, para dar “una respuesta más pronta a las necesidades de los clientes”. "En eso sentido, Global Leiva va a quedar con la operación de ‘retail’ (tiendas propias) en España y comercio electrónico, quedando una compañía de Dubai con toda la operación de franquicias. Por esa razón, en 2015, Global Leiva va a hacer una restructuración de su plantilla para la adaptar á las nuevas funciones entre España y Dubai”, pero no explica en qué consistió esa reestructuración.
El socio saudí de Inditex
El grupo Alhokair es relativamente joven. Se fundó en 1990 por Fawaz, Salman y Abdulmajeed Alhokair. Su negocio, básicamente, consiste en ser el franquiciado de multinacionales del mundo de la moda y gran consumo en Oriente Medio, Asia y la región del Cáucaso y es la única empresa de su sector que cotiza en el parqué saudí.
En total opera más de 2.100 tiendas en 17 países y 120 centros comerciales y en el listado de marcas que distribuye están empresas españolas como Inditex, Mango, Desigual, Marypaz; y foráneas como Marks & Spencer, GAP, Promod o Superdry.
Alhokair cuenta con un código de conducta para regular el comportamiento de los empleados. En él, por ejemplo, insta a actuar “con integridad” y “demostrar el coraje y fortaleza de carácter para hacer lo correcto y nunca actuar fuera de la ley, incluso cuando sea difícil e impopular”. También “anima a los empleados a mantener conversaciones con sus superiores y ‘managers’ u otros empleados sobre comportamientos inmorales o poco éticos (...) Todos los empleados deben comunicar violaciones de las leyes, los reglamentos y las normas de este código”.
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