Primero, a finales de julio, bajó los tipos de interés como algo puntual. "Un ajuste de mitad de ciclo", expuso. Luego, en septiembre, volvió a reducirlos, porque, bueno, los riesgos sobre el crecimiento y la incertidumbre habían crecido. Y en octubre... en octubre directamente se ha puesto ya en 'modo crisis'.
Esta es la acelerada mutación de la Reserva Federal (Fed), el banco central de EEUU, en los últimos meses para coronar un año que inició con la intención de subir los tipos dos veces y que va camino de acabar con cuatro descensos de los intereses. En 2018 también los movió cuatro veces, pero al alza.
Por ahora, lo cierto es que ya los ha bajado dos veces, primero del 2,25-2,50% al 2-2,25% y luego al 1,75-2%, y que todo indica que esta semana los volverá reducir de nuevo. El mercado lo da prácticamente por hecho. Otorga una probabilidad superior al 90% a que abarate el precio del dinero en otro cuarto de punto, al 1,50-1,75%.
Muchas más dudas alberga el mercado con respecto a si la entidad presidida por Jerome Powell se atreverá con un cuarto descenso en diciembre. Por ahora, y a la espera de escuchar a la Fed el miércoles, el mercado da una probabilidad del 30% a ese recorte.
AMPLIANDO EL BALANCE
Pero hasta entonces todo puede cambiar, como de hecho ha venido ocurriendo en las últimas semanas, en las que la entidad ya ha tenido que introducir más medidas sin aguardar a la cita de esta semana. Ante la persistencia de las tensiones que se venían observando en el mercado de financiación en dólares a corto plazo, el 11 de octubre la Fed anunció que desde el 15 de octubre iniciaría la compra de letras del Tesoro estadonidense a un ritmo de 60.000 millones de dólares al mes, con intención de mantenerlas hasta al menos el segudo trimestre de 2019.
A golpe de compras de letras y de inyecciones de liquidez, el balance de la Fed, menguado en agosto hasta los 3,76 billones, ya ronda de nuevo los 4 billones de dólares
El objetivo de esta medida, que según Powell no puede ser identificada con los sucesivos programas de expansión cuantitativa (QE) aplicados entre 2008 y 2014 y por tanto no constituye un QE4, no es otro que el de reforzar la liquidez existente en el sistema para que los bancos puedan obtener la finaciación que necesitan a corto plazo y a unos costes ajustados a los que persigue la Fed con sus tipos de interés oficiales. Los problemas surgidos en el mercado monetario norteamericano ya habían obligado a la Fed a inyectar más de un billón de dólares entre mediados de septiembre y de octubre mediante unas operaciones especiales de repos -financiación a corto plazo a cambios de garantías y un interés- que también seguirá convocando.
Powell pretende atajar las tensiones con esta doble via, como es la compra de letras y las operaciones de financiación, mediante la que ya está ampliando de nuevo el balance de la Fed. Si la entidad lo había reducido hasta los 3,76 billones de dólares, ahora alcanza ya los 3,96 billones. Durante los sucesivos QE1, QE2 y QE3, llegó a engordar hasta los 4,5 billones de dólares.