La reunión del Banco Central Europeo (BCE) de este jueves se plantea como la más tranquila para la institución desde que estalló la crisis del coronavirus. Sin embargo, la institución se enfrenta al reto de justificar un respiro tras el despliegue de artillería de junio mientras deja claro que no aparta el dedo del gatillo. El viejo refrán de que el diablo anda en los detalles toma cuerpo en Fráncfort.
Los analistas advierten de que ante la más que previsible ausencia de grandes anuncios, las palabras de la presidenta del BCE, Christine Lagarde, se medirán más al milímetro que de costumbre. Y en la memoria de todos, el descalabro financiero que provocaron sus erráticos mensajes tras la reunión del Consejo de Gobierno de la institución del pasado marzo.
Ahora, la tarea en la que coinciden todos los expertos para Lagarde está en explicar bien y con convicción que el BCE tiene munición de sobra para llegar a la vuelta del verano con las medidas que ya han sido desplegadas. Eso sí, sin quitar la vista de cualquier indicio que recomendase una actuación más contundente con estas herramientas de lo que se ha venido viendo en las últimas semanas, especialmente en lo que respecta a la compras de deuda soberana.
La vigilancia del búho
No hay que olvidar que la exministra francesa se definió a sí misma como un búho vigilante en su puesta de largo como presidenta del BCE. En esta ‘tranquila’ reunión de julio, ha llegado la hora de que demuestre que su equipo tiene todos los factores bajo control para pasar a un ataque más agresivo en lo que fuese necesario si esta crisis del coronavirus comienza a dar síntomas de agravamiento.
El economista jefe de Axa IM, Gilles Moëc, lo tiene claro: “Nunca hay un día fácil en el BCE”. La búsqueda del difícil equilibrio entre presionar al Consejo Europeo para que avance en su plan de reconstrucción económica sin llegar a ponerse de perfil resulta en “una difícil elección de palabras en el mensaje a transmitir”, según el experto.
“No nos sorprendería escuchar muchas preguntas sobre la solidez de su compromiso”, puntualiza para señalar que en las respuestas estará la clave con la que el mercado interpretará a Lagarde. Y es que la presidenta tiene la tarea de puntualizar los “comentarios de miembros del BCE que han abierto la posibilidad de que no se disponga de la totalidad del programa de emergencia”, según señala Germán García Mellado, gestor de renta fija de A&G Banca Privada.
El gran riesgo de que Lagarde eche demasiados balones fuera para presionar a los frugales a que adopten una postura más dialogante para el establecimiento del fondo común de reconstrucción está en que los mercados se queden con la sensación de que “el BCE está en piloto automático”, como advierte Konstantin Veit, gestor de Pimco, la mayor gestora mundial de renta fija.
Margen para la prórroga
“La respuesta política del BCE a la pandemia del coronavirus ha sido efectiva hasta el momento, pero debería reiterar su capacidad, y disposición, de hacer más si es necesario”, insiste en el mismo discurso Franck Dixmier, director global de inversiones de renta fija de Allianz Global Investors.
Y por si acaso, extiende su receta para el organismo: dejar entrever la posibilidad de que los programas en vigor sean revisados al alza en plazos e importe si fuese menester.
Desde la gestora francesa ya están trabajando con un modelo que sugiere la extensión del Programa de Compra de Emergencia Pandémica (PEPP, por sus siglas en inglés) hasta el año 2022 a partir de este mismo otoño. El objetivo sería confirmar a los estados que tienen suficiente margen como para poder endeudarse con holgura hasta los 1,1 billones de euros que la firma estima que necesitarán los países de la Eurozona en 2021.
Los expertos de Bank of America insisten en la misma idea. “En ausencia de un error de comunicación, la atención se centrará en la Cumbre de la UE”, explican en un reciente comentario de perspectivas. Un encuentro que definen como un mero “marcador de posición”, podría convertirse en un despeñadero si Lagarde falla en “equilibrar la mejora reciente en los datos con los sustanciales desafíos que se mantienen”.
De la 'dircom' a medio gas al 'tiering'
Una dificultad añadida se plantea para este control silábico a las palabras de la presidenta del BCE. Y es que la hasta ahora directora de comunicación del organismo está en pleno “periodo de enfriamiento” para facilitar su incorporación a partir de septiembre a Credit Suisse, entidad que ha fichado a Christine Graeff después de siete años en el departamento de comunicación de la institución monetaria.
La ausencia de la batuta de Graeff podría sumar inconvenientes a la ‘tranquila’ cita de este jueves. No obstante, Lagarde podría contar con un as en la manga para aliviar la presión de los tipos negativos sobre la banca y, de paso, desviar la milimétrica atención a su discurso.
Esta opción, a la que apunta Paul Diggle, economista sénior de Aberdeen Standard Investments, pasaría por una revisión del sistema de ‘tiering’ para despenalizar una mayor proporción de las reservas de liquidez que la banca deposita ante el BCE. “Es posible que se hagan ajustes técnicos para aliviar parte de la tensión de los tipos negativos en los bancos”, explica el experto. Un posible ‘salvavidas’ para las ‘vacaciones’ de la institución, que con este movimiento darían la impresión de no serlas tanto.