El credo de que aún no es tiempo de plantear subidas de tipos en la Eurozona tiene cada vez menos adeptos. Aunque el Banco Central Europeo (BCE) ha defendido este mensaje con uñas y dientes -especialmente con las de su presidenta Christine Lagarde-, la banca de la región ya anticipa con sus últimas operaciones de financiación hasta dos alzas este mismo año.
La incesante presión de la inflación y el miedo a un excesivo sobrecalentamiento a fuerza de mantener estímulos más allá de lo aconsejable sigue apretando en Fráncfort, donde la institución monetaria tiene su sede. Tanto que hasta las entidades financieras comienzan a considerar que el BCE no podrá cumplir con su discurso y tendrá que tirar de freno de mano antes de lo previsto.
Esta es la realidad que dejan en evidencia las últimas operaciones de financiación a corto plazo celebradas entre entidades de la Eurozona. Los números que se han manejado en estas transacciones anticipan que al acabar el año la tasa de facilidad de depósito del BCE estará cerca del -0,25% frente al -0,5% que ahora marca la institución y que mantiene invariable desde septiembre de 2019.
Después del verano
De acuerdo con estas señales, la banca europea estaría ya considerando muy seriamente la posibilidad de que a la vuelta del verano se produzca un primer repunte de 10 puntos básicos en esta tasa. La que marca el coste o rendimiento que asumen las entidades financieras por guardar su dinero durante un día en la caja fuerte del banco central del euro.
No obstante, el repunte de tipos no se quedaría ahí. Conforme a los últimos movimientos del sector, podría llegar un segundo incremento de esta tasa en la recta final del año. Algo que, sin embargo, no estaría reñido con el hecho de que Lagarde consiguiera mantener aún unas generosas compras de deuda en el mercado secundario a través de su programa APP.
Aunque las condiciones económicas de la Eurozona son muy diferentes de las existentes en EEUU, especialmente en lo que se refiere al mercado laboral, el tono más agresivo de las últimas declaraciones de la Reserva Federal (Fed) parece haber tenido un papel clave entre las entidades a esta orilla del Atlántico. El vuelo de los halcones, como se conoce a los banqueros centrales defensores de una retirada de estímulos más ágil, suena ahora más cerca.
En este sentido, antes de que la Fed señalase que “pronto” sería momento de subir sus tasas de referencia, las operaciones de financiación interbancaria se movían en un rango que, en el más combativo de los casos, vaticinaban una tasa de facilidad de depósito en el -0,4% al término de este año. Una cota que solo supondría un incremento de 10 puntos básicos en los próximos meses.
El vuelo de los halcones
A la espera de que la propia Lagarde siente las bases de los próximos movimientos del BCE al término de la reunión de su Consejo de Gobierno este jueves, la banca comienza a empaparse del mensaje hawkish que llega desde EEUU, pero también -sin necesidad de ir tan lejos- desde Reino Unido y los países nórdicos.
Los escenarios que se están planteando desde el sector financiero apuntan, en cualquier caso, al primer incremento de tipos en la Eurozona desde 2011. Aunque la continuidad de las tasas de referencia al 0% queda asegurada de momento en las previsiones de la banca, el alivio de la facilidad de depósito supondría su primer paso hacia la normalización desde su entrada en negativo en junio de 2014.
El 0% en los tipos de referencia para el euro se remonta a marzo de 2016. Desde entonces, han permanecido inamovibles. Y, conforme a lo señalado por los bancos españoles en sus presentaciones de cuentas anuales, el sector continúa trabajando con el escenario de que así se mantengan durante el año que viene.
Prudencia y demora
No será hasta 2023 -o finales de 2022 en el más hawkish de los escenarios- cuando, según sus previsiones, el BCE se decida a dar el paso después de seis largos años en los que han visto penalizados sus márgenes. Sin embargo, hasta el momento prefieren aplicar la cautela y no hacerse ilusiones al advertir de que una hipotética subida de los tipos con este calendario tardaría meses en notarse en sus resultados.
Aunque el alivio a sus costes de liquidez podría estar más próximo de lo que reconocen en voz alta y con micrófonos, lo cierto es que una vez se active la maquinaria, el impacto definitivo en sus balances se demoraría. Por poner un ejemplo, las cuotas de las hipotecas variables no se ‘reprecian’ hasta que toca en cada caso individual (cada seis o doce meses), por lo que el impacto no puede ser inmediato.
Mientras tanto, los inversores también siguen desconfiando de los últimos mensajes de Lagarde. Especialmente desde que ha asegurado que se tomará “muy en serio” cualquier indicador de que la inflación sigue sin contenerse. Y este mismo miércoles se constató que la vida fue un 5,1% más cara en enero en la Eurozona que hace un año. Un porcentaje con el que se ha marcado un nuevo máximo histórico en el bloque de la moneda común.
“Los mercados están asumiendo poco a poco que el endurecimiento monetario no será forzosamente predecible y suave”, asegura Olivier de Berranger, director de gestión de activos en La Financière de l'Echiquier, al analizar estos últimos movimientos. Aunque Talib Sheikh, responsable de estrategia multiactivos de Jupiter AM, considera que “el BCE seguirá resistiendo la presión para actuar” por ahora, la pauta que confirme la Fed en marzo podría ser definitiva.
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