La presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante una rueda de prensa

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante una rueda de prensa BCE

Bancos centrales

El BCE aprueba un tercer recorte de un cuarto de punto de los tipos de interés, hasta situarlos en el 3,25%

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Al Banco Central Europeo (BCE) le empieza a preocupar más el parón económico en la eurozona que un nuevo repunte inflacionista, por lo que ha decidido acelerar la rebaja del precio del dinero. La institución dirigida por Christine Lagarde ha ejecutado este jueves el tercer recorte de los tipos de interés desde junio (y el segundo consecutivo tras una pausa en julio), por valor de un cuarto de punto, hasta situar en el 3,25% la tasa aplicable a la facilidad de depósito, que es la que guía ahora la orientación de la política monetaria.

Esta nueva bajada de tipos se dejará sentir en primer lugar en un abaratamiento de hipotecas y créditos, aunque los bancos ya la han descontado en buena medida porque el BCE la señala desde hace semanas. Bruselas espera además que la disminución del precio del dinero sirva para impulsar la anémica actividad económica en la eurozona.

"La información más reciente sobre la inflación muestra que el proceso de desinflación continúa conforme a lo previsto. Las perspectivas de inflación también se ven afectadas por las recientes sorpresas a la baja en los indicadores de la actividad económica. Al mismo tiempo, las condiciones de financiación siguen siendo restrictivas", reza la declaración aprobada al término de la reunión del Consejo de Gobierno.

Con el recorte de un cuarto de punto aprobado este jueves, el tipo de interés aplicable a las operaciones principales de financiación se queda en el 3,4%, mientras que la facilidad marginal de crédito (lo que pagan los bancos por la financiación a un día) baja al 3,65%. Los analistas esperan una nueva bajada en la próxima reunión de diciembre, con el objetivo de llevar los tipos al 2% en junio de 2025.

En su comunicado, el Consejo de Gobierno insiste en que, a la hora de decidir sobre los tipos, "continuará aplicando un enfoque dependiente de los datos, en el que las decisiones se adoptan reunión a reunión, para determinar el nivel de restricción y su duración apropiados".

El BCE ha decidido pisar el acelerador en la rebaja de tipos tras constatar que la inflación se sitúa ya por debajo del objetivo del 2%, que se corresponde con la definición de estabilidad de precios. Eurostat ha confirmado este mismo jueves que el IPC de la eurozona bajó cinco décimas en septiembre debido a la fuerte caída de los precios de la energía, hasta situarse en el 1,7%.

Por su parte, la inflación subyacente -que excluye energía, alimentos, alcohol y tabaco, los elementos más volátiles- se reduce mucho más lentamente, desde el 2,8% en agosto hasta el 2,7% en septiembre. Este es un indicador estructural clave para el BCE a la hora de decidir sobre los tipos de interés.

Lagarde ya ha adelantado que el IPC repuntará ligeramente durante los últimos meses del año (debido sobre todo al efecto escalón de comparación con el año anterior), pero todavía espera que converja de forma sostenible en el objetivo del 2% a lo largo de 2025.

"Se espera que la inflación aumente en los siguientes meses, y que posteriormente descienda hasta el objetivo durante el próximo año. La inflación interna sigue siendo alta, dado que los salarios continúan subiendo a un ritmo elevado. Asimismo, se prevé que las presiones sobre los costes laborales sigan moderándose de forma gradual, en un contexto en el que los beneficios amortiguan parcialmente su impacto sobre la inflación", señala el comunicado del BCE.

Por su parte, el crecimiento de la eurozona se desaceleró ligeramente desde el 0,3% registrado durante el primer trimestre del año hasta el 0,2% entre abril y junio, acercándose a un punto de estancamiento. Alemania, que tradicionalmente ejerce de motor, ahora es un lastre con una caída del 0,1%. Además, la actividad económica de la eurozona se contrajo de forma inesperada en septiembre.

El BCE ve "preocupantes" las perspectivas económicas para la eurozona, con riesgos para el crecimiento sesgados a la baja. La largamente esperada recuperación impulsada por el consumo hasta ahora no se ha materializado. La inversión sigue siendo débil y aunque el mercado laboral todavía resiste, la demanda de trabajo se ralentiza.

Los banqueros centrales consideran que "dado que la inflación está cada vez más cerca del objetivo, la actividad económica real debería adquirir mayor relevancia para calibrar la política monetaria", según se recoge en las minutas de la penúltima reunión del Consejo de Gobierno publicadas el pasado 10 de octubre.