En un contexto de creciente incertidumbre tras el brexit y la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, Bruselas ha pedido este miércoles poner fin a las políticas de austeridad vigentes en la eurozona desde la crisis de deuda de 2010 y lanzar un estímulo presupuestario de 50.000 millones de euros (el 0,5% del PIB) el año que viene con el fin de consolidar la recuperación.
La recomendación del Ejecutivo comunitario va dirigida especialmente a Alemania, que tendría que asumir la mayor parte del esfuerzo porque es el único de los grandes países miembros que dispone margen presupuestario para gastar más. Pero la iniciativa puede quedarse en papel mojado. Berlín rechaza aumentar el gasto público y la Comisión admite que no tiene herramientas para obligarle.
Es la primera vez que Bruselas fija la orientación de la política presupuestaria de la eurozona. Con ello pretende convertirse en una especie de ministro de Economía común para los países que comparten la moneda única, según ha dicho el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici. En la actualidad, la política fiscal de la eurozona es el resultado de la agregación estadística de las políticas nacionales de los 19 Estados miembros, que a veces son contradictorias. El Ejecutivo comunitario quiere sustituir este enfoque aleatorio por un "objetivo común".
Para la Comisión, la prioridad común de la eurozona en 2017 debe ser lanzar un estímulo fiscal moderado. La recuperación avanza a ritmo muy lento (con un crecimiento previsto del 1,5% en 2017 y del 1,8% en 2018), la inflación sigue siendo baja, el Banco Central Europeo (BCE) ha agotado su arsenal de medidas expansivas y la incertidumbre política aumenta. En este entorno, el Ejecutivo comunitario pide más gasto público para aumentar la demanda interna, reflotar el nivel de precios y reducir el paro. Se trata de "superar el riesgo de una trampa de bajo crecimiento y baja inflación", alega.
Con los presupuestos que los países de la eurozona han enviado a Bruselas, la posición fiscal agregada de la eurozona será neutra en 2017. En su lugar, el Ejecutivo comunitario considera necesario un estímulo de 50.000 millones de euros para sostener la recuperación y complementar las políticas del BCE. Un gasto inferior, de 30.000 millones, sería insuficiente para estabilizar la eurozona; mientras que si se superan los 80.000 millones de estímulo existe el riesgo de un sobrecalentamiento en algunos países miembros.
España debe seguir con los ajustes
Pero no todos los países de la eurozona pueden contribuir a este estímulo presupuestario. Los Estados miembros que todavía están en una situación de déficit excesivo o lejos del equilibrio fiscal no sólo no pueden aumentar el gasto público, sino que deben seguir con los recortes. Es el caso de España, pero también de Bélgica, Irlanda, Finlandia, Francia, Italia, Eslovenia y Portugal. Bruselas resalta que España, Italia y Francia están en una situación paradójica, ya que les beneficiaría especialmente una política fiscal más expansiva a corto, pero no pueden permitírsela por sus problemas de sostenibilidad a largo plazo de las cuentas públicas.
Por ello, el llamamiento de la Comisión para aumentar el gasto público se dirige únicamente a aquellos países que tienen margen presupuestario, es decir, que pueden permitirse un estímulo fiscal sin poner en riesgo la estabilidad de sus cuentas. La única gran economía de la eurozona en esta situación es Alemania. El resto de países con margen para políticas expansivas son Holanda, Estonia, Luxemburgo, Letonia y Malta.
El propio Ejecutivo comunitario admite que en la eurozona se da la paradoja de que "los que no tienen espacio presupuestario quieren utilizarlo y los que tienen espacio presupuestario no desean usarlo". "Se necesita un enfoque más colectivo para evitar el riesgo de un escenario en el que todos pierdan para la eurozona en su conjunto", señala Bruselas.
Bruselas no puede obligar a Berlín
Pero la Comisión es consciente de que no dispone de ningún instrumento coercitivo para obligar a Alemania a gastar más. Los países con déficit excesivo se enfrentan a la amenaza de multas y la congelación de fondos comunitarios si no cumplen, como le ha ocurrido a España. Pero a los Estados miembros que han alcanzado sus objetivos presupuestarios Bruselas sólo puede recomendarles políticas fiscales expansivas, pero no imponerlas.
Por ello, la petición a Berlín de que ponga fin a la austeridad es sobre todo una señal política cuyo objetivo último es forzar el debate. Un debate que se prevé "muy acalorado", según admiten a EL ESPAÑOL fuentes comunitarias. La recomendación se debatirá en el Eurogrupo del 5 de diciembre y el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, e incluso el propio presidente, Jeroen Dijsselbloem, podrían intentar tumbarla.
Desde hace años, el Ejecutivo comunitario viene reclamando a Alemania que aumente la inversión pública, especialmente en infraestructuras, I+D y educación. Bruselas llegó incluso a expedientar a Berlín en 2013 por superávit excesivo por cuenta corriente. Pero hasta ahora Schäuble ha rechazado lanzar un estímulo económico y ha seguido insistiendo en la necesidad de reforzar la disciplina fiscal.
De momento, sólo hay un factor nuevo que podría forzar a Berlín a cambiar de posición. La economía alemana está perdiendo impulso. El crecimiento se ha ralentizado desde el 0,7% en el primer trimestre del año hasta un modesto 0,3%, por debajo de las previsiones de los analistas. Quizá ahora que la recesión acecha a su país y que se acercan las elecciones, Schäuble esté más abierto a incrementar el gasto público.