La recuperación económica que se había dibujado para 2021 se está diluyendo. Primero, porque la recuperación avanza de forma lenta. Pero también porque el efecto multiplicador que el Gobierno había prometido para los fondos europeos en este ejercicio no se va a cumplir, según reconoce ya el Ministerio de Economía.
Esta semana, la AIReF fue el primer organismo en poner el foco sobre este hecho durante su rebaja de previsiones económicas para este año. La institución que preside Cristina Herrero recortó el impacto de los fondos de la UE en la economía española en 1,1 puntos de crecimiento en este año.
Pero después, la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, reconoció de forma menos explícita que el impacto de Next Generation Europe (NGUE) en la economía española este año no va a ser el que se había contemplado en el cuadro macroeconómico que se incorporó en los Presupuestos Generales del Estado (PGE).
En las cuentas públicas para este ejercicio, el Gobierno estimó un crecimiento del 9,8%, que este viernes rebajó al 6,5%. Era un rebote del PIB excesivamente positivo, en opinión del consenso de economistas. Pero el Ejecutivo se amparó en el efecto multiplicador que tendrían los fondos en España a pesar de que su cálculo sobre ese impacto era mucho más optimista que el de otros organismos, como el Banco de España.
El Gobierno estimó que las partidas que llegarían este año de los 140.000 millones de euros que aportará Bruselas en seis años para la transformación económica tendrían un impacto en el crecimiento económico del 2,7%.
Ahora, ese efecto en el PIB se rebaja a una media anual del 2% durante los tres primeros años que dure el plan, aunque fuentes del Ministerio reconocen que en este año no se logrará ese impulso y una parte del 2% que le correspondería pasará al próximo año.
Trasladado a euros, estos recortes son importantes. En el caso de la AIReF, la estimación es que el impacto en el PIB de los fondos europeos será 12.300 millones de euros menos de lo previsto por la institución en el mes de noviembre.
En el caso del Gobierno, supone asumir que se había sobrestimado en más de 7.800 millones de euros (suponiendo que se lograse ese 2% este año) el efecto que tendrían las transferencias europeas en este año.
Según el cuadro macroeconómico de los Presupuestos, España iba a lograr impulsar el PIB en unos 30.000 millones de euros en 2021. Para acelerar la recuperación con esta palanca, el Ejecutivo adelantó una partida de casi 27.000 millones de euros con el objetivo de avanzar en las inversiones que luego financiará la Unión Europea.
De los 140.000 millones de euros, prácticamente la mitad serán en forma de transferencias a fondo perdido para que España impulse su transformación y modernización económica, mientras que el resto serán préstamos. El Gobierno de Pedro Sánchez utilizará en primer lugar el primer paquete en esta legislatura, dejando los créditos para la siguiente.
A cambio de este dinero, España debe acometer una serie de reformas estructurales que se están negociando con Bruselas y ultima presentar el plan con los proyectos que quiere articular a través de NGEU. Pero además, hay otros obstáculos para la rápida recepción del dinero.
En estos momentos, los fondos europeos están paralizados ante una sentencia del Tribunal Constitucional alemán que ha bloqueado el proceso. No obstante, la opinión de los expertos es que estas transferencias encajan dentro de los Tratados de funcionamiento de la Unión Europea y por tanto, la Justicia alemana acabará respaldando las ayudas.
Sin embargo, este contratiempo -al que se podrían unir otros, dado que son partidas que deben aprobar todos los Parlamentos nacionales- puede retrasar el desbloqueo de las ayudas, lo que sería un lastre para la recuperación que afectaría con especial fuerza a España por ser uno de los países que más ha sufrido la Covid-19 en términos económicos.
España tiene prisa
Los economistas han advertido que cuanto antes se utilicen esas ayudas, más impacto tendrán sobre el crecimiento del PIB, dado que la economía parte de una fuerte caída y los fondos podrían engrasarla para un gran rebote.
Tras ser la economía desarrollada que más sufrió por la pandemia en 2021, con una caída del PIB próxima al 11%, España es uno de los países que más rebotará este año, según el FMI, con un avance que el fondo con sede en Washington sitúa en el 6,4%, una décima menos que Calviño.
Sin embargo, teniendo en cuenta que la caída fue mayor que la del resto de la eurozona, ese rebote no será suficiente para igualar la velocidad de la recuperación española a otras economías.
La incertidumbre que rodea a la pandemia y la fuerte dependencia que tiene la economía de cómo evolucione la vacunación complica las proyecciones macroeconómicas.
Sin embargo, el excesivo optimismo del Gobierno con los fondos europeos y con el avance de la contención de la crisis sanitaria fue evidente desde un primer momento, ya que no era compartido por los principales servicios de estudio nacionales e internacionales.
Ahora, esos números tendrán efectos sobre el déficit y la deuda pública, que serán cuantificados antes del 30 de abril por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. El excesivo optimismo sobre el crecimiento del PIB en 2021 hizo que los Presupuestos se asentaran sobre cifras de recaudación que será complicado lograr sin nuevos impuestos.
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