En los últimos meses, Pedro Sánchez no ha parado de defender la solvencia de la economía española dada la evolución del empleo y los indicadores macroeconómicos. El presidente del Gobierno ha afirmado incluso que el PIB español "va como un tiro" en una de sus últimas intervenciones públicas. Sin embargo, parece que la buena marcha de la economía no llega a la calle ni, particularmente, a los pequeños comercios.
Como ya ha contado este periódico, pese a las subidas salariales de los últimos meses, la población está cada vez más empobrecida por la inflación. Y los negocios españoles no son ajenos a este escenario.
Para conocer de primera mano la situación económica de los pequeños comercios, EL ESPAÑOL-Invertia se ha trasladado a diferentes barrios madrileños para recabar la opinión de los negocios más tradicionales.
La mayoría de los tenderos coincide: el incremento de los precios ha reducido las ventas. Francisco (42 años) trabaja en la pescadería La Milagros del mercado de Ventas, un negocio que lleva varias generaciones en marcha. El pescadero admite que han tenido que subir los precios hasta un 20% tras el paso de la pandemia.
"Es una barbaridad. Tenemos que soportar muchos costes. La luz está imposible, lo mismo pasa con los seguros sociales, el impuesto de Sociedades y el IVA. Todo está hecho para que un empresario o una pyme no gane dinero y tenga sólo pérdidas. Subsistes gracias a la calidad de tu trabajo que atrae una clientela fija", detalla el pescadero.
De hecho, es la calidad de su producto la que permite a los negocios tradicionales hacer frente a las grandes cadenas de supermercados. Sin embargo, muchos consumidores recurren con más frecuencia a ellas. "El cliente da prioridad a su tiempo y no quiere perderlo haciendo colas y colas en la pescadería", añade.
El barrio de Ventas está lleno de supermercados pertenecientes a grandes cadenas. "Al haber tantos en esta zona, es normal que la gente vaya y ya no venga tanto al mercado tradicional. Antes se llenaba casi todos los días", lamenta.
Además, ha habido un cambio de comportamiento en el consumidor, que ahora busca productos mucho más baratos sin tener en cuenta su calidad. Hace compras mensuales más reducidas y adquiere la mitad de los alimentos respecto a los años anteriores a que irrumpiera la Covid. Y ya no acuden para ello a diario al mercado, sino que lo hacen cada dos semanas, calculan los tenderos.
Juana (80 años), admite, como clienta, este cambio en las tendencias de consumo mientras pide un puñado de langostinos y un par de calamares (es principios de mes y todavía se lo puede permitir). "Cuando voy al supermercado miro los precios y suelo decantarme más por los productos de marca blanca. Hago compras grandes al comienzo del mes y suelo venir cada quince días al mercado para llenar la cesta con lo justo y necesario", cuenta.
Lo mismo que ocurre con el pescado pasa con la carne. Alfonso Medina (47 años), gerente de la Carnicería Mesonero del mercado municipal Puente de Vallecas, lamenta que la compra del cordero ha caído "en picado". En cambio, la del cerdo, mucho más barata, ha subido bastante.
No cabe duda: los españoles se decantan más por carnes de menor precio. El corte más barato de cordero no baja de los 17 euros cada kilo. En cambio, un kilo de lomo de cerdo (una pieza sin hueso y muy magra), está en el entorno de los cinco euros mientras que el kilo de pollo entero baja a los cuatro euros.
El informe anual del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación sobre los hábitos de consumo constata el impacto de los precios. El pollo es la carne fresca que más se compra en los hogares, representando un 40%. De hecho, se ha incrementado su compra un 15% en comparación con el año anterior. Y lo mismo ocurre con el cerdo, cuya venta se ha elevado un 7%. Y este fenómeno también se nota en las cajas registadoras de las tiendas.
Francisco, el pescadero del mercado de Ventas, augura un futuro un tanto "complicado". "Si en una empresa lo único que hace el jefe es pagar y no obtiene beneficios, la solución está clara. Hay muchos negocios que acaban cerrando sus puertas. Al principio intentas aguantar, pero luego llega un momento en el que no puedes más".
Esto es lo que ha pasado con la mitad de los negocios del mercado de Ventas. Hace cuatro años había alrededor de 60 puestos que estaban repartidos en dos plantas. Ahora no llegan a 35.
Para él, la falta de ayudas públicas está provocando que la situación empeore en las pequeñas empresas. "Se está asfixiando sobre todo a las pymes, que son negocios familiares", precisa. Considera que "debería recortarse la cantidad de impuestos que pagan. No es normal que el 50% de los beneficios que obtienen se los lleve el Estado".
Sin vacaciones en la hostelería
El 70% de los consumidores ha mantenido o aumentado su gasto en hostelería en 2023 con respecto al año anterior, según la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC). Sin embargo, los negocios tradicionales no notan esta evolución. ¿La razón? El incremento de ingresos no palía el aumento de costes al que tienen que hacer frente.
En escenario, los pequeños bares y restaurantes no se pueden permitir ampliar plantilla en verano. Por ello, están aumentando las horas de trabajo de su personal. Una solución que acaba desgastando mental y físicamente a los trabajadores, que en muchas ocasiones son también los dueños del negocio.
Marisol (52 años), propietaria de un bar que abrió sus puertas hace diez años en Puente de Vallecas, explica a este periódico que ha tenido que sacrificar sus vacaciones de verano para poder mantener el negocio. "Para mí este año ha sido el más caótico. Hemos tenido que soportar unos disparatados precios de la luz. Por este motivo, he decidido no cerrar el bar ni coger vacaciones para estar pendiente todo el verano de su gestión", relata Marisol.
Como el resto de compañeros del gremio, Marisol ha tenido que elevar los precios de los bocadillos, las raciones y las bebidas que ofrece en la carta. No obstante, asegura que compensa ese incremento ofreciendo "más cantidad y calidad en cada plato".
Además, ha optado por trabajar muchas más horas que sus empleadas. Gracias a eso ha ampliado su horario para lidiar con los gastos adicionales. "Mi objetivo es mantener mi negocio y, por eso, tengo que dedicarle más tiempo", añade.
Sin embargo, "nuestro trabajo no se ve compensado. La subida de precios no cesa y lo que más nos está ahogando es el alquiler. Estamos viendo que el consumidor busca, en todo momento, el ahorro. En medio de esta situación, el Gobierno se llena la boca diciendo que mira por la clase trabajadora y no es cierto", protesta.
Tiendas de barrio
Con el paso del tiempo, los pequeños comercios han sido opacados por franquicias que ofrecen una mayor selección de productos. Además, la situación se ha agravado en las tiendas de barrio, que se han visto obligadas a bajar los precios para atraer a más clientes.
La situación no presenta visos de mejorar. María (43 años), gerente que lleva 24 años al frente de la tienda Lola Ayuso, en el madrileño barrio de Pueblo Nuevo, corrobora esta idea.
"En general, el textil ha bajado porque no queda otra. El cliente mira su presupuesto y se tira a las prendas low cost. Las ventas no han remontado y han caído. En concreto, se han reducido un 20% en comparación con el primer año antes de la pandemia", aclara.
En el barrio, está empeorando mucho la situación económica de los comercios de "toda la vida". Al ser una zona muy comercial, los alquileres están bastante altos y los pequeños negocios no pueden soportarlo, por lo que se ven abocados a cerrar.
"Las perspectivas de futuro las vemos muy negras. Esta tienda lleva abierta 30 años y esta es una de las peores etapas que está viviendo. Nosotros seguimos aguantando porque el jefe le tiene cariño, pero acabaremos cayendo, como el resto", lamenta.
María opina que este barrio de Madrid se está transformando. Los locales tradicionales está siendo sustituidos por comercios chinos, que están ampliando su influencia a todo tipo de negocios, sobre todo los de estética, calzado y ropa.
Al borde del colapso
En suma, estos testimonios reflejan cómo los pequeños comercios están al borde del colapso. Así lo atestiguan los datos. La Comunidad de Madrid, la región donde más locales se abren y a la vez se cierran, perdió en torno a 6.000 negocios locales en el último año, según el INE.
Hay varias causas para esto, y aparecen detalladas en los párrafos anteriores: incremento de costes, precios más elevados, más competencia, menor poder adquisitivo de los clientes... Todas razones de peso para que, pese a que la economía española funcione bien, a los comercios españoles no les salgan las cuentas. Sus libros de contabilidad no van como un tiro.