Para Isidro Fainé Casas (Manresa, 1942), su salida de la presidencia de Caixabank -con el objetivo de cumplir con las reglas de gobernanza de Bruselas- no ha supuesto una pérdida de poder; al contrario, el banquero catalán es ahora más poderoso que antes si cabe. Para muestra, un botón. Su llegada este miércoles a la presidencia de Gas Natural, el tercer grupo energético por valor en bolsa, después de la revolución accionarial que ha supuesto la entrada del fondo GIP con un 20%.
Desde la presidencia de Fundación Bancaria La Caixa y Criteria Caixa, que controla una cartera industrial valorada en 20.000 millones de euros en cientos de empresas, entre ellas, sus participaciones en el banco de La Caixa, Abertis o Gas Natural, Fainé se ha hecho con una posición de poder inédita entre el empresariado en España.
El ejecutivo catalán aunará en su persona tres presidencias (incluyendo la CECA), dos vicepresidencias (Telefónica y Repsol), así como diversos puestos en los consejos de Segurcaixa Adeslas, el grupo de seguros que comparten Caixa y Mutua Madrileña. Su retribución por todos los conceptos fue en 2015 de 2,6 millones de euros, tal y como fue comunicado a la CNMV. Esa remuneración incorpora la pertenencia a los distintos consejos de las participadas de la entidad, según consta en su informe anual, y se ha mantenido estable durante los últimos ocho años.
El referente del gas natural
Pero de todos los puestos que ocupa, Fainé tiene especial predilección por su nuevo sillón de Gas Natural, donde sucederá a Pere Durán Farell, el histórico empresario catalán (1921-1999) que introdujo el gas natural en España y fundó Catalana del Gas, el germen del actual grupo internacional en el que ocupó la presidencia desde 1965 hasta 1997, dos años antes de su fallecimiento.
También fue el promotor del gasoducto entre España y Argelia, además del iniciador de otras grandes relaciones de abastecimiento energético para el país. Un intocable entre las estrellas del empresariado catalán y un intocable respetado en Madrid. Tras él llegó le sucedió el actual presidente de Repsol, Antonio Brufau (1997-2004), y, más tarde, Salvador Gabarró (2004-2016).
Según cuentan fuentes próximas a Fainé, el nombramiento como presidente de Gas Natural Fenosa supone un momento realmente importante e ilusionante para él. Durán Farell fue su referente como empresario por su trayectoria, prestigio y capacidad para influir en la política, pero sin estar presente en la arena de los parlamentos. Algo que Fainé ha intentado imitar a lo largo de su trayectoria como mandamás de La Caixa.
En Cataluña es la omnipresencia personificada en todas las esferas del poder económico, político e, incluso, religioso. Próximo al Opus Dei, conservador, Fainé ha sido y es el confesor de políticos como Artur Más en su deriva soberanista -en especial, por los intentos del convergente en intervenir en las sucesiones de Josep Vilarasau y Ricard Fornesa-, pero sobre todo de los empresarios. No ha habido operación de relevancia que no haya pasado en los últimos años por su despacho, ni financiación de envergadura que no haya sido bendecida desde su posición al frente de la mayor franquicia bancaria en España.
De jefe de las cajas a primer espada energético
Fainé, además de presidente de La Caixa desde 2009 hasta 2015, ha sido también el presidente de la patronal de cajas CECA durante el proceso de reestructuración del sector financiero, que acabó con la desaparición de este tipo de entidades, ni públicas, ni privadas, con una singularidad jurídica. En apenas seis años, fusión tras fusión, el sector bancario ha vivido una transformación sin precedentes y Fainé ha salido reforzado como uno de los ganadores de esa crisis. Desde 2007, el número de entidades ha pasado de 60 a menos de 20; las redes de oficinas se han recortado un 28% menos, hasta 30.853; y, sobre todo, en plantilla: 75.347 empleados menos.
Fainé ha permanecido en pie, contra viento y marea, cuidando de su red que conoce a la perfección pese a la sucesión de fusiones con otras entidades. Siempre ha estado ahí. Cuentan que lo primero que hizo al incorporarse a “la Caixa” fue recorrer toda la red de oficinas de la entidad, entonces eran 500 oficinas, para conocerla a fondo. “Dedicó varias semanas a este cometido, hasta el punto que nada más empezar a trabajar, le comentó al entonces director general, Josep Vilarasau, que no le vería en varios días por el despacho, porque estaría conociendo a la red”, apuntan.
El pasado junio, en la clausura del congreso de directivos de CEDE, Fainé, presidente de esta asociación, pronunció un discurso en el que vino a recoger su pensamiento empresarial y la forma en que ve la gestión de grandes compañías. “Aunque estemos en la era de globalización, no debemos olvidar los viejos principios”, aseguró.
El nuevo primer espada de Gas Natural resumió sus recetas en un decálogo que enumeró ante un auditorio con más de 1.000 directivos y autoridades como el Rey Felipe VI. Fue la última aparición pública antes de dejar la presidencia de La Caixa. Primero, imaginar cómo hacer posible lo que para muchos es imposible. Segundo, dirigir es concentración y el buen directivo debe primar lo importante sobre lo urgente.
En tercer lugar dijo que hay que ser drástico con la sobreinformación para gestionar mejor el tiempo. En cuarto lugar, las responsabilidades no caducan: “un directivo puede delegar una tarea, pero nunca la responsabilidad”. Quinto: la formación del directivo debe ser permanente, jamás debe finalizar. Sexto, no hay beneficio sin ventas. Séptimo, la comunicación es fundamental para que el mensaje pueda llegar a su receptor. Octavo, la motivación empieza con el convencimiento y el ejemplo del líder al resto. Noveno: una conversación es más efectivo con unos emails. Y décimo, según su visión, el camino hacia el éxito está en los detalles.
El desafío soberanista
Isidre en Barcelona, Isidro en Madrid. La presencia institucional de Fainé alcanza también las cúpulas de tres cotizadas que valen en bolsa cerca de 100.000 millones de euros. Pero todo esos cargos son la superficie. La tradicional ambivalencia del ‘capo’ económico de Cataluña con respecto al nacionalismo se truncó en septiembre de 2015.
El expresidente de La Caixa y de la patronal de las cajas CECA, pasó del susurro ante el soberanismo en Cataluña a la voz en grito tras liderar una declaración institucional sin precedentes de las patronales de banca y cajas (AEB y CECA), en la que alertaba de los graves riesgos financieros de “cualquier decisión política que quebrante la legalidad vigente”, y que acabe en la exclusión del euro y la Unión Europea (UE).
La misiva va firmada por todos los bancos y cajas, encabezados por Caixabank, Santander, BBVA, Bankia, Sabadell y Popular. No hay matices, ni declaraciones particulares de ninguna de las entidades, pero fuentes del sector coincidieron en señalar entonces a Fainé como impulsor del comunicado conjunto. El objetivo fue doble: arropar al líder de una institución que es 'mès' que un banco en Cataluña y lanzar un mensaje con efecto tractor para que el empresariado catalán pueda también pronunciarse en público y romper un tabú.